Demografía, crisis interna y guerra en Gaza: Líbano en riesgo de autodestrucción
Sin presidente desde hace 14 meses, el país del cedro vive un proceso sociopolítico de implosión. Según un estudio (alarmante), los refugiados sirios que entraron en 2012 podrían representar, en 15 años, la mitad de la población. Y en la puerta sur, se ha abierto un frente entre Hezbolá, un Estado dentro de otro Estado, e Israel.
Beirut (AsiaNews) - Privado de un jefe de Estado desde hace 14 meses, aplastado bajo el peso demográfico de los refugiados sirios y de un conflicto en su frontera sur con Israel, ¿está el Líbano al borde de la autodestrucción? En 2038, los libaneses sólo representarán el 52% de la población, según un reciente estudio sobre la situación demográfica del país del Cedro y su probable evolución, publicado en L'Orient-Le Jour el 11 de enero. Elaborado por el ex ministro de Trabajo Charbel Nahas, el documento pone de relieve la "voluntad de ignorancia" de un Estado que, a falta de la piedra angular (la presidencia) -cuando finalizó el mandato de Michel Aoun, el 31 de octubre de 2022-, se ha fragmentado en varios centros de decisión. Una fragmentación de poderes y estructuras que, a duras penas, intentan gestionar el país manteniendo una fachada de legalidad.
Primavera Árabe, inmigración siria
Los autores de este alarmante estudio advierten que uno de los principales objetivos es llamar la atención de los responsables políticos y de las instituciones gubernamentales sobre la diferencia de tasas de fecundidad entre ambas poblaciones. De hecho, el número actual de niños refugiados sirios de entre uno y cuatro años duplica al de niños libaneses.
El actual desequilibrio demográfico se remonta a 2010-2020. Un primer punto de inflexión se produjo en 2012, con la aparición de la llamada "primavera árabe" en Siria, que más tarde degeneró en guerra civil (y por poderes) entre las milicias rebeldes y el ejército leal al presidente Bashar al Assad. Líbano sufrió la conmoción de la llegada masiva de refugiados sirios y su asentamiento incontrolado en los cuatro puntos cardinales del país, sin que sus responsables fueran conscientes en absoluto de las consecuencias de esta invasión demográfica. En los años siguientes, estos refugiados trajeron consigo una avalancha de ayuda humanitaria, en particular del Banco Mundial y de la Unión Europea. Desgraciadamente, y en contra de los deseos de los libaneses, esta ayuda estaba destinada a mantenerlos allí hasta que la reconstrucción de Siria, golpeada por las sanciones estadounidenses (y occidentales) y a la espera de un cambio de régimen, hiciera seguro su regreso. Un cambio que nunca se produjo.
Choques migratorios
Es cierto que este choque migratorio no es el primero que afecta al País de los Cedros y a la región de Oriente Próximo. Sin embargo, la afluencia masiva y desenfrenada de sirios al Líbano a partir de 2012 recuerda a la de palestinos tras la partición de Palestina y la creación del Estado de Israel en 1948-49. Como la crisis siria continúa, existe un fuerte riesgo de que la presencia de estos refugiados, como la de los palestinos de entonces, se convierta en permanente.
Según el actual ministro de Asuntos Sociales del gobierno de Beirut, Hector Hajjar, actualmente hay 2,1 millones de sirios, o 200.000 familias, en Líbano, mientras que los libaneses son unos cinco millones. Esta cifra no se corresponde con los 3,7 millones indicados en otras tablas. Y es precisamente esta discrepancia la que refleja los temores de una sociedad que parece tener cada vez más miedo a la realidad y a sus posibles consecuencias.
Los autores del estudio, que ha alimentado más inquietudes y tensiones, consideran que la crisis siria y el colapso financiero han puesto fin a un sistema económico nacido de la combinación del boom petrolero de la segunda mitad del siglo XX y la guerra civil. Los acontecimientos se están produciendo "exactamente igual que en un sistema económico basado en la exportación de recursos naturales y el consumo de sus contrapartidas, pero en el caso de Líbano, es la propia sociedad la que se está consumiendo", se lee en un pasaje, en el que a continuación se señala: "Este sistema se ha institucionalizado en los acuerdos celebrados entre señores de la guerra y multimillonarios [que hicieron sus fortunas] con los ingresos del petróleo, que esperaban perpetuarlo", al tiempo que se reducía al mínimo el papel regulador del Estado.
Es precisamente esto lo que teme el vicario patriarcal maronita, Samir Mazloum, que denunció a AsiaNews el "desmoronamiento del Estado libanés", el estancamiento de las elecciones presidenciales y los planes para sustituirlo. Todo ello en un momento en que la llegada masiva e inesperada de decenas de miles de refugiados sirios obliga a las autoridades libanesas a afrontar retos de todo tipo: educativos, de seguridad, sanitarios y económicos. Monseñor Mazloum teme también la entrada ilegal de extremistas musulmanes en Líbano, con un nuevo fenómeno de radicalización. Las armas", advierte el obispo, "¡han empezado a aparecer! El ejército ha descubierto depósitos de armas en la Bekaa y Akkar. Por supuesto, se trata de armas individuales, pero nunca se sabe".
A continuación, Mons. Mazloum lamenta el vacío institucional en la dirección del Estado y las carencias administrativas que está provocando en los sistemas de seguridad y justicia, en un momento en que, desde el 8 de octubre, Hezbolá ha comprometido unilateralmente sus fuerzas en una "guerra de baja intensidad" con Israel. Disputado por el campo político cristiano, paralizado por una odiosa pugna entre sus dirigentes, así como por el Patriarca maronita y el muftí sunní de la República, este conflicto de "apoyo" a Hamás en Gaza ya ha provocado el éxodo de unos cien mil libaneses de las aldeas fronterizas.
Khalaf: un golpe de Estado
"Líbano ya no se pertenece", exclama el diputado Melhem Khalaf, que desde hace varios meses se encierra en el Parlamento para exigir la elección del Presidente de la República y ve en la reticencia de algunos del tándem chií a facilitar "un verdadero golpe de Estado". Además, ya es un hecho que, ante las crisis regionales surgidas tras la partición de Palestina, la unidad interna del Líbano parece tambalearse cada vez más. Prueba de ello es la aparición de Hezbolá tras la invasión israelí de 1982, cuando todo el proceso de reconstrucción de un Estado libanés parecía a punto de comenzar de nuevo.
Desde entonces, este partido -íntimamente ligado a Teherán- se ha convertido en un Estado dentro del Estado, parasitando la política de defensa y los asuntos exteriores del país, así como su aparato económico y judicial. A todas estas cargas se añade hoy el peso de la presencia de refugiados sirios, que han sido acogidos sin contemplaciones. Alain Bifani, antiguo Director General de Finanzas, que coordinó la redacción del estudio en cuestión, sostiene que se trata de una llamada de atención: "No podemos permitir", añade en la nota final del trabajo de Charbel Nahas, que recomienda medidas concretas para frenar la hemorragia de salidas, "que Líbano se destruya a sí mismo".
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