Deflación y deuda: nuevos nubarrones sobre la economía china

de John Ai

En julio se desplomaron en China tanto las importaciones como las exportaciones, con índices negativos en la inflación. La enorme cantidad de deuda constituye un gran obstáculo para el crecimiento futuro. La crisis del sector inmobiliario no da señales de remitir. Las autoridades intentan estimular el consumo, pero los efectos de las medidas resultarían limitados.

Beijing (AsiaNews) - Con los principales indicadores de la inflación en China de signo negativo, la segunda economía mundial enfrenta el riesgo de deflación y la recuperación está estancada. Los datos oficiales muestran que el índice de precios al consumidor cayó un 0,3% en julio y que la cifra de producción bajó un 4,4%. Tanto las importaciones como las exportaciones se desplomaron más de un 10%. Y la economía también se encuentra amenazada por las enormes deudas y las insolvencias masivas.

El CSI300 de China, el índice que sigue los títulos de las principales empresas que cotizan en Shanghai y Shenzhen, cayó un 2,97% la semana pasada. Sin una inflación adecuada que ayude a la capacidad de las empresas para invertir en el crecimiento futuro, el mercado de valores podría estancarse. A fines de julio el Politburó del Partido Comunista, el máximo órgano decisorio de China, prometió una política favorable a las empresas, pero después del anuncio las ganancias en la bolsa cayeron rápidamente en agosto.

El repunte del consumo que se produjo cuando China abandonó su política de covid cero no duró mucho. Por el contrario, al carecer de una red de seguridad social, las personas se han vuelto más prudentes con sus gastos. Los depósitos personales alcanzaron un máximo histórico de 133 billones de yuanes (algo menos de 17 billones de euros) en junio, pero al mes siguiente volvió a caer el ahorro de las familias. En un contexto deflacionario, la gente es más cautelosa con los gastos y espera precios más bajos en el futuro. Los analistas advierten que si los consumidores posponen las compras, las empresas podrían bajar los precios y sacrificar ganancias para atraer a los consumidores, creando como resultado un círculo vicioso.

Por otra parte, continúa la crisis del sector inmobiliario. Country Garden, una de las empresas inmobiliarias más grandes de China, registró pérdidas de 6.900 millones de euros en el primer semestre de este año. La empresa no cumplió con el pago de dos cupones de bonos que vencían la semana pasada, lo que confirma los temores de que la empresa esté cayendo en problemas de pago. Otro gigante inmobiliario, Evergrande, que reveló que había perdido 81.000 millones de dólares (74.000 millones de euros) en 2021 y 2022, está lidiando con deudas astronómicas, estimadas en 300.000 millones de dólares (274.000 millones de euros). La industria inmobiliaria representa casi un tercio del PIB de China, y las consecuencias de la crisis del sector podrían afectar la economía a una escala más amplia.

Las ventas de propiedades de nueva construcción de los 100 principales desarrollistas chinos se desplomaron en julio un 33%. Una serie de insolvencias en el sector inmobiliario y los edificios sin terminar han desatado un pánico generalizado desde el año pasado. JP Morgan calcula que las ventas de inmuebles podrían caer más del 80% en la segunda mitad de este año, ya que los potenciales compradores están asustados por las turbulencias.

Beijing está obsesionado con la enorme cantidad de deudas. Se estima que las administraciones locales tienen una deuda de 94 billones de yuanes (11,8 billones de euros). El Consejo de Estado de China, el gobierno central, envió grupos de trabajo a las 10 provincias con peor situación financiera para examinar los libros contables, inspeccionar los pasivos ocultos no registrados en el presupuesto y encontrar formas de afrontar las deudas. Los grupos informarán al primer ministro Li Qiang. Se dice que los grupos presionarán a los políticos y a los bancos comerciales para que extiendan los plazos de vencimiento de los préstamos y reduzcan las tasas de interés, y que a los gobiernos locales podrían pedirles que vendan sus activos, pero no hay indicios de que el Ejecutivo central vaya a rescatar a los gobiernos locales.

El crecimiento del crédito chino se ha debilitado debido a la atonía del mercado. Los nuevos préstamos bancarios se desplomaron en julio un 89% con respecto a junio, y llegaron al nivel más bajo desde 2009. El Banco Central recortó los tipos de interés oficiales en 10 puntos básicos en junio y los analistas esperan más recortes este año, pero los efectos del estímulo podrían resultar muy limitados.

Los responsables políticos chinos han anunciado medidas para fomentar las ventas de electrodomésticos y vehículos de pasajeros. China también planea aliviar las restricciones en el sistema de registro de hogares, el Hukou, para rebajar el umbral de asentamiento en las grandes ciudades. La opinión generalizada es que Beijing espera un renovado impulso al mercado inmobiliario en crisis gracias a las nuevas políticas que se han puesto en marcha. Pero en un panorama caracterizado por un alto nivel de desempleo, siempre es menor la capacidad de las grandes ciudades para atraer a los jóvenes.

El presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, advirtió que la economía de China es una "bomba de tiempo". Inmediatamente la agencia oficial Xinhua respondió que China cuenta con suficientes alternativas para hacer frente a la situación.