Daejeon: apostolado entre los soldados, la "misión especial" del p. Andrea Choi
Daejeon (AsiaNews)- El compromiso misionero de un sacerdote puede desarrollarse también en el ejército. Es el caso del p. Andrea Choi Byyung-Kyu, capellán militar en la Escuela de formación del ejército, que con su ejemplo y su testimonio entre los soldados ha acercado a la Iglesia a muchos jóvenes. El sacerdote es de la diócesis de Daejeon, guiada por mons. Lazzaro You Heung-sik, diócesis en la que se realizarán, el próximo agosto, las Jornadas asiáticas de la Juventud.
A causa de la gran tensión con Corea del Norte, el servicio militar es obligatorio para todos. Su duración es de 21 meses, durante la cual los jóvenes militares pueden pedir asistencia espiritual de religiosos católicos, protestantes y budistas. Se trata de una buena posibilidad para la Iglesia de Corea, que tiene modo de acercarse y misionar entre tantas personas que todavía no la conocen.
El vicariato castrense en Corea fue erigido el 22 de noviembre de 1983: el 21 de julio de 1986 fue elevado a Ordinariato militar con la bula "Spirituali militum curae", del Papa Juan Pablo II. Actualmente está dirigida por el obispo franciscano mons. Francesco Saverio Yu Soo-il, y cuenta con 80 sacerdotes diocesanos. Entre éstos está también el p. Andrea Choi, que es párroco de Chuel-Byuk. La Escuela militar está cerca de la parroquia y allí se realizan los cursos de preparación para los soldados que parten: se trata de 5 semanas de adiestramiento, que se cierran con un recorrido de montaña de 330 km que hay que hacer a pie. Cada vez que el recorrido inicia, junto a los militares también va el p. Andrea. El cual, antes de iniciar, reza: "Señor, quédate al lado mío, de modo que yo pueda mostrarTe a los soldados durante la marcha, como en el camino de Emaús"
Durante la marcha normalmente nadie habla: cada soldado debe llevar su mochila de 20 kg y una pistola de 4 kg, por lo tanto no tiene fuerzas para hablar con los otros. Durante el camino se siente sólo el sonido de la respiración y la voz del comandante. A gestos se sigue la voz del p. Andrea, que pregunta a los soldados cómo están y cómo va la ejercitación. Durante las pausas, el sacerdote les lleva agua y algo que comer a los soldados: a menudo un caramelo, para levantar los azúcares y darles más fuerza. En algunos casos el cura se ocupa de llevar la mochila de algún soldado, que está demasiado cansado.
Con este testimonio de amistad y fe, el p. Andrea conquista la simpatía de los soldados. Que a veces, al final de estos ejercicios, preguntan: "Padre, yo no conozco a la Iglesia católica, pero, ¿puedo ir este domingo a su parroquia?". O también: Padre, yo deje la Iglesia, pero quisiera volver a su parroquia para confesarme y asistir a misa".
Y muchos soldados que no pueden ir personalmente a su parroquia a causa del lugar que les asignaron- en tantos puestos militares cercanos a Corea del Norte de donde no pueden salir por 6 u 8 meses- le envían muchas cartas al padre Andrea.
(Traducido del coreano al italiano por el p. Pietro Kim Jaedeok)
24/08/2019 13:20