Crisis Rohinyá: ¿tendrá éxito la mediación de China?
La intervención de Beijing en el conflicto del Rakhine encubre intereses económicos y políticos. En la región, Beijing hace tiempo que viene invirtiendo millardos en la construcción de un puerto de aguas profundas para buques de carga, un oleoducto y un gasoducto que se prolonga hasta Yunnan. Y el Rakhine es una pieza importante de la Belt and Road Initiative. Bangladesh es el segundo socio de China en la venta de armamento. La mediación será difícil, y quizás termine produciendo más violencia aún.
Bangalore (AsiaNews) – En los últimos días ha habido una frenética actividad diplomática de parte de China en la crisis de los Rohinyás. Tras haber aplaudido, en el pasado, la intervención del ejército birmano contra la minoría, ahora Beijing se propone como mediador entre Myanmar y Bangladesh. No está claro si el acuerdo establecido ayer entre los dos países, para el regreso de los Rohinyás, ha sido fruto de la mediación china. Lo que no deja de ser cierto es que Beijing está preocupada por la intervención de otras potencias en la región de Rakhine, donde China ha gastado decenas de millardos para un oleoducto, un gasoducto, infraestructuras, convirtiendo a esta zona en uno de los centros neurálgicos del proyecto Belt and Road Initiative, la Nueva Ruta de la Seda.
En el texto que publicamos a continuación, por gentileza de la Jamestown Foundation, la autora enuncia todas las relaciones económicas y militares que Beijing mantiene con Dacca y Naipyidó, y explica este nuevo rol de mediador internacional asumido por China, motivado por sus intereses económicos, más que por razones humanitarias (traducción al español, de AsiaNews).
Durante su visita a Dacca (Bangladesh) y a Naipyidó (Myanmar) los días 18 y 19 de noviembre, el ministro de Relaciones Exteriores chino, Wang Yi, ha propuesto un plan en tres etapas, para resolver la crisis Rohinyá. Ante todo, Wang ha solicitado un cese del fuego, orientado a restaurar el orden ya la estabilidad en la región, de modo de frenar el flujo de Rohinyás huyendo hacia el Bangladesh. China piensa que esto podría servir para preparar una segunda etapa: las negociaciones entre Myanmar y Bangladesh para afrontar el problema de los refugiados. La tercera y última fase comprende el desarrollo económico del Estado de Rakhine, para afrontar las causas que subyacen a la violencia (Global Times, 20 de noviembre).
Según parece, Naipyidó y Dacca han aceptado el plan de China, y esto marca el inicio de una nueva fase de involucramiento de Beijing en el conflicto de los Rohinyás (FMPRC, 20 noviembre). Hasta ahora, el rol de China se limitaba a proveer ayuda humanitaria para lso refugiados Royinyás, y proteger a Myanmar de las censuras internacionales. ¿Por qué China adopta ahora un rol de mediador en el conflicto? Y, ¿hay probabilidades de que tenga éxito en llevar la paz a esta agitada región?
El conflicto Rohinyá
La crisis Rohinyá comienza el 25 de agosto, cuando el gobierno de Myanmar declara “organización terrorista” al Arakan Rohingya Salvation Army (ARSA), en respuesta a los ataques letales perpetrados en puestos de policía y del ejército en el Estado de Rakhine, en la zona occidental de Myanmar (Mizzima, 28 de agosto). Éste lanza una represión militar en Rakhine que –según se afirma- apunta a los militantes (Mizzima, 16 de octubre; Terrorism Monitor, 10 noviembre). De todos modos, se desencadena una violencia horrenda contra la población civil Rohinyá, e incluso sontra mujeres y niños. Pueblos enteros son arrasados. Se piensa que más de 600.000 Rohinyás -de los aproximadamente 1,1 millones de Rohinyás que viven en Myanmar- han huido al Bangladesh (The Wire, 17 noviembre). La crisis actual es la más grave que se recuerde en la historia del conflicto Rohinyás, que ya lleva varas décadas
Las raíces del conflicto Rohinyá (como todos los demás conflictos étnicos de Myanmar) se remontan al período colonial, pero la Independencia trajo consigo una discriminación anti-Rohinyás, que se ha tornado sistemática y seria. Grupo étnico musulmán que lleva siglos viviendo en el Estado de Rakhine, los Rohinyás no figuran entre los 135 grupos étnicos oficiales de Myanmar. Desde 1982 se le niega la ciudadanía, lo cual los convierte en apátridas (Daily Sabah, 23 de octubre). Además de los sufrimientos por mano de los militares, los Rohinyás también han estado en la mira de grupos armados budistas de Rakhine (The Wire, 17 noviembre). La violencia ha producido olas migratorias de Rohinyás rumbo a los países vecinos como Bangladesh, Tailandia, India, Malasia e Indonesia. Puesto que también se les niega su ingreso en estos países, los refugiados Rohinyás son rechazados y languidecen en campos improvisados y superpoblados. (The National, 13 septiembre).
El apoyo de China
Las noticias sobre las atrocidades de los militares birmanos, perpetradas contra los civiles Rohinyás que huían han suscitado la indignación internacional. Zeid Ra‘ad al-Hussein, responsable del Consejo de la ONU abocado a los derechos humanos, ha descripto la situación como “un ejemplo de un manual de limpieza étnica” (UN News Centre, 11 septiembre). Incluso varios países islámicos y potencias occidentales han criticado la brutal represión de Myanmar contra los Rohinyás (Arab News, 5 septiembre, FirstPost, 23 septiembre).
Mientras tanto, China ha elogiado públicamente las represiones del gobierno de Myanmar en Rakhine. En septiembre, el embajador chino en Myanmar, Hong Liang, “se mostro fuertemente a favor” de los “contraataques de las fuerzas de seguridad birmanas contra los extremistas terroristas [Rohinyás]” a la vez que describió la campaña militar como un “asunto de competencia interna” (The Global New Light of Myanmar, 14 septiembre). Más tarde, en el mismo mes. Hong le aseguró al gobierno de Myanmar que China permanecería a su lado “con firmeza” en el plano internacional y que continuará brindando la “asistencia necesaria” para ayudarlo a “mantener la estabilidad interna y el desarrollo” (The Irrawaddy, 27 septiembre).
En la ONU, China puso un freno a las resoluciones contra Myanmar, y obligó a suavizar las declaraciones críticas como consecuencia de la brutal campaña militar contra los Rohinyás. El 6 de noviembre, por ejemplo, el Consejo de seguridad de la ONU (UNSC) expresó “grave preocupación por las noticias sobre violaciones de los derechos humanos y abusos en el Estado de Rakhine” y solicitó al gobierno de Myanmar que procediese “a garantizar que no haya un ulterior uso excesivo de la fuerza militar” (United Nations, 6 noviembre). Si bien se trataba de una fuerte censura sobre el uso de la fuerza militar de Myanmar contra los Rohinyás, la misma sólo constituía una declaración –y no una resolución- cuya aplicación no es obligatoria. China y Rusia forzaron al UNSC a emitir una declaración de la presidencia, en lugar de una resolución. La declaración denuncia el modo en que Myanmar ha manejado la crisis, pero carece de consecuencias.
Los intereses chinos en Rakhine
Los intereses chinos en el Estado de Rakhine surgen por su posición estratégica y por sus recursos hídricos. El Estado está situado en la bahía de Bengala, que se abre sobre el Océano Índico. La extensa costa del Rakhine ofrece al sur de China un acceso al mar, mientras que a China oriental le brinda una vía más corta para llegar al Océano Índico. De la misma manera, el puerto de Gwadar, en Pakistán, permite a Beijing transportar petróleo, gas y otros productos del Asia occidental hacia la China occidental, bastante subdesarrollada, a través de una ruta que pasa por Pakistán (China Brief, 31 de julio, 2015 y Mizzima, 31 de octubre). Los puertos y oleoductos en Rakhine incrementan de modo significativo el comercio de China con África y Asia occidental, y lo liberan de la dependencia del congestionado Estrecho de Malaca (China Brief, 31 de julio, 2015).
Además, Rakhine es rico en recursos naturales. En el año 2004, a lo largo de sus costas se descubrieron vastos yacimientos de gas. A principios del 2008, China adquirió gas proveniente del área y desde el 2013 comenzó a transportarlo desde Kyaukphyu, sobre la costa de Rakhine, hasta la provincia china del Yunnan, a través del gasoducto Myanmar-China. Este gas resuelve las necesidades de las provincias chinas de Yunnan, Guizhou y Guangxi, y de otros condados y ciudades. Desde abril de este año, el petróleo del Rakhine es transportado a China mediante un oleoducto que corre en paralelo al gasoducto citado (China Daily, 11 de mayo y Mizzima, 31 de octubre).
Se dice que China debe haber invertido cerca de 2,5 millardos de dólares americanos en los proyectos para el transporte del gas y del petróleo, y que está invirtiendo otros 10 millardos de dólares en la zona económica especial de Kyaukphyu, que incluirá un puerto de aguas profundas y un parque industrial, con el objetivo de convertir a Kyaukphyu en un centro económico marítimo (Mizzima, 31 de octubre).
Las áreas más azotadas por la violencia actual están situadas en el norte de Rakhine, cerca de la frontera entre Myanmar y Bangladesh. Beijing está preocupada, aún cuando Kyaukphyu, el oleoducto y el gasoducto no están en esta zona, y tampoco corren por la zona afectada por la inquietud. El surgimiento del ARSA y su creciente capacidad de lanzar ataques sobre objetivos bien protegidos indica que, para ellos, atacar fuera de sus bases es sólo una cuestión de tiempo. Lo cual ha incrementado la preocupación de Beijing por la seguridad de las infraestructuras construidas y en las cuales ha invertido tanto en Rakhine.
El Estado de Rakhine juega un rol significativo en la Belt and Road Initiative (BRI) de China. El puerto de Gwadar en Pakistán, el puerto de Kyaukphyu y Myanmar serán importantes centros para el cinturón marítimo de la Ruta de la Seda de la BRI. De ello se deriva que la “estabilidad de Rakhine” sea vista como un factor “importante” para el éxito de la BRI, tal como fue dicho por U Maung Maung Soe, analista de asuntos étnicos y políticos (The Irrawaddy, 4 septiembre). E interés de China por hacer que se termine la crisis Rohinyá y restaurar la estabilidad en la región se ve movido por la preocupación del impacto que la violencia y las tensiones de Rakhine podrían tener sobre el éxito de sus proyectos en Myanmar y en la BRI.
Estrechos vínculos de China con Bangladesh
También en Bangladesh China ha invertido fuertemente en la modernización y construcción de infraestructuras portuarias, carreteras, puentes y ferrocarriles. También es su principal socio; Bangladesh ofrece un gran mercado para productos chinos. Los informes de defensa también son fuertes; Bangladesh es el segundo importador de armas chinas (después de Pakistán) y es la fuente del 82% de todas las armas compradas por Bangladesh entre 2009 y 2013 (China Brief, 21 de junio de 2016).
China también está ansiosa por proteger sus fuertes y crecientes intereses y lazos en Bangladesh. Aquí hay una preocupación sobre la campaña militar de Myanmar contra los Rohinyá, que es directamente responsable de la ola de refugiados en Bangladesh y que ha dejado en Dacca la pesada tarea de encontrar refugio y alivio para los refugiados Rohingya. La estrategia militar de Myanmar no solo contribuyó al éxodo de los refugiados, sino que también causó la militancia Rohinyá. Para Bangladesh, que ya está luchando con una serie de grupos yihadistas, la emergencia del ARSA y el adiestramiento de sus cuadros en lugares-santuario de Bangladesh plantea más amenazas a la seguridad. La adhesión de China a la estrategia de Myanmar sobre el tema Rohinyá ha provocado naturalmente una "gran decepción" en Dacca (Daily Star, 13 de noviembre).
Para aliviar la carga de Dacca en el cuidado de los refugiados Rohinyá, China está ofreciendo ayuda, incluidas tiendas y mantas a los refugiados Rohinyá en Bangladesh (Xinhuanet, 13 de octubre). Los líderes chinos están preocupados por los intentos de Bangladesh de atraer potencias extra-regionales para resolver la crisis, empujando a Beijing a acelerar los esfuerzos para llevar a Myanmar y Bangladesh a la mesa de negociaciones y dar conclusión al problema de los refugiados.
¿La mediación china tendrá éxito?
En el pasado, China evitó desempeñar el papel de mediador en conflictos fuera de sus fronteras, justificando que estaba en contra de sus principios de no injerencia en los asuntos internos de las naciones soberanas. En cualquier caso, en los últimos años ha demostrado una creciente disposición a mediar para terminar con los conflictos. Por ejemplo, ha estado involucrado en los esfuerzos para llevar al gobierno afgano y los talibanes a la mesa de negociaciones (Express Tribune, 7 de marzo). Más recientemente, ha practicado contactos diplomáticos entre Afganistán y Pakistán para detener las crecientes tensiones entre los dos vecinos (Times of India, 26 de junio). China parece querer asumir el papel de mediador en regiones donde tiene fuertes intereses económicos o de otro tipo, y es la principal motivación que empuja a la mediación de Beijing en la crisis de Rohinyá.
Es probable que el conflicto en la crisis Rohingya empeore debido al enfoque de China hacia el desarrollo militar- económico. El desarrollo de una región violenta debido a los actores externos rara vez beneficia a los locales, como se ve en la provincia pakistaní de Baluchistán. El desarrollo chino del puerto de Gwadar en la región ha empujado a los militantes a golpear a los que vienen del exterior (Express Tribune, 12 de abril de 2015,China Brief, 31 de julio de 2015). Casi con toda seguridad, los proyectos en el Rakhine favorecerán a los inversores extranjeros, a los budistas de Rakhine, y a la mayoría bamar, no a los marginados Rohingya. El desarrollo que no produce la inclusión económica de los Rohingya profundizará las críticas existentes y creará nuevos conflictos.
Para resolver el conflicto, es importante que Myanmar enfrente la raíz de los problemas, que son principalmente políticos: la denegación de la ciudadanía y los derechos del pueblo Rohinyá y las políticas discriminatorias. Es difícil para China presionar a Myanmar sobre el tema de la ciudadanía. Además, se sabe que el ejército birmano es muy sensible a la soberanía del Estado y es poco probable que responda positivamente a las presiones chinas sobre estos temas.
China tiene una cierta influencia política y económica sobre Bangladesh y Myanmar, pero no hay otras cualidades que un mediador debería tener si quiere tener éxito en la pacificación del conflicto Rohinyá. En particular, Bangladesh cree que China tiende hacía Myanmar; y podemos esperar que la economía sustancial de Beijing y otros intereses en Rakhine alimenten las sospechas de Myanmar sobre las verdaderas intenciones y acciones de China.
Conclusión
La mediación china difícilmente resolverá el conflicto Rohinyá. A lo sumo, su intervención podría poner una tapadera a la violencia desencadenada por las fuerzas militares de Myanmar en el Estado de Rakhine. Esto podría garantizar un cierto grado de estabilidad, pero no la paz en Rakhine. En el futuro, uno puede esperar que China se ofrezca como mediadora en conflictos internos y entre naciones donde tiene intereses importantes, especialmente aquellos que incluyen naciones que son parte de la Belt and Road Initiative.
*Investigadora independiente y periodista que reside en Bangalore (India).
25/09/2017 16:45
17/07/2020 14:49