Convivencias, alcoholismo y divorcios, las amenazas a la familia en Rusia
Moscú(AsiaNews)- Recosntruir la confianza no sólo en Dios, sino en el hombre y en la sociedad para formar un concepto sólido de familia en Rusia, donde no obstante las políticas del gobierno para promover los así llamados "valores tradicionales", las heridas dela teímo de Estado son aún profundas y faltan ejemplos positivos para alentar a los jóvenes a mirar al matrimonio y a los hijos con responsabilidad y espíritu de sacrificio. Mientras reinician los trabajos del Sínodo extraordinario sobre la familia, donde de Rusia participa el arzobispo de la Madre de Dios de Moscú, mons. Paolo Pezzi, el presidente de la Comisión para la pastoral de la familia, el p. Mikhail Nuzkovky, SDB, cuenta a AsiaNews los desafíos puestos por el consumismo y por las relaciones aún difíciles con la Iglasia ortodoxa, también en un campo como el de la familia, donde en teoría habría más espacio para el discurso ecuménico. A continuación la entrevista.
¿Cuáles son los problemas mayores hoy para la familia en Rusia?
Rusia es grande y tiene tantas diferencias: los problemas de la familia en el Cáucaso son diversos de los de Moscú: la mujer está todavía sometida, existe la poligamia. Pero se puede hacer un discurso general. Los abortos, la baja tasa de natalidad, que enfrenta por otro lado también Europa, el hecho que muchos ven en los hijos no como un don sino como una fatiga, estos son los desafíos comunes a todo el país. Luego el alcoholismo: una plaga enorme que aquí destruye literalmente a la familia. Pero el problema de fondo- como demuestra también el recurso a los alcohólicos- es la tendencia general de escapar a los problemas y a no querer mirar a la realidad en la cara. Existe una falta de comunicación, una incapacidad de tener confianza en el otro y de encontrar tiempo para la propia pareja, sobre lo cual tratamos de trabajar también en nuestros encuentros con las parejas. También en Moscú hay tantas personas que vienen sólo a trabajar y dejan la propia familia en otros lugares. Las traiciones son frecuentes, y terminan por arruinar todas las relaciones. No se trata sólo de un pecado para la Iglesia, porque el pecado es todo olo que arruina la armonía de la persona.
La familia en Rusia es también una cuestión política...
Hablar de familia, no sólo en Rusia, es siempre hablar de política. Porque tiene que ver con la sociedad. Respecto a Europa, este es un país más conservador, pero el problema es que el discurso público dice una cosa, que la gente percibe y aplica a su modo. No hay, luego ejemplos concretos de estas palabras y los medios no ayudan a difundir estos "valores tradicionales" de los cuales habla la política.
La campaña de promoción de los valores cristianos lanzadas por el Kremlin, ¿no ayuda también al trabajo de ustedes?
Decir bellas palabras es una cosa, testimoniarlas después en los hechos es otra cosa. Para entender qué sucede debemos hacer un breve recorrido histórico: la Urss, por decenios, combatió para quitar a Dios de la vida del hombre, de la familia; sólo después, la gente entendió que el tentativo de construir una sociedad ideal era una mentira, pero la generación que está ahora en el poder, los adultos de hoy, no tienen valores sólidos, son hijos de la Unión Soviética, por esto usan bellas palabras, pero después obran en modo distinto. Se promueve la familia, pero ninguno dice que la familia es una fatiga cotidiana, no algo que sirve para alcanzar un status o un confort..
¿Dónde se ve más la diferencia entre las palabras y los hechos?
Los divorcios: el porcentaje aumenta en modo catastrófico. Según las estimaciones oficiales estamos al 70%. Los sociólogos dicen que ya el 25/30% de divorcios es señal de alarma, porque si se disgrega la familia, se disgrega la sociedad. Los niños que crecen sin familia tienen una mirada completamente diversa sobre las relaciones con la futura compañera. No existe el concepto de "para siempre", de la responsabilidad, no existe el sentido del sacrificio, que en cambio está indisolublemente ligado al amor. Si no existe el sentido del sacrificio, permanece sólo el interés material: tú hoy me sirves, tú satisfaces mis deseos físicos, emotivos y materiales y por lo tanto te uso. Y este modo de relacionarse con el otro en Rusia está difundidísimo y sucede sin un juicio moral. Antes al menos en los pueblos la sociedad era mínimamente protegida por el hecho que se tenía miedo del qué dirán, mientras que hoy también esta mentalidad se perdió.
En el Sínodo se habla mucho de los divorciados. ¿Ustedes que dificultades encuentran?
En Rusia existe el concepto de "matrimonio civil", que no es otra cosa que una convivencia legalizada, sin las obligaciones y las responsabilidades de crear una unión delante de la autoridad civil y aún más a aquellas religiosas. Se trata de una tendencia muy difundida y no ayuda a los jóvenes a prepararse a relaciones más serias. Existe en la base una concepción de libertad: la libertad no es hacer lo que quiero, sino que debe comprender también un sentido del deber. Si no educamos a los jóvenes en esta dirección, iremos hacia el caos.
¿En esto se puede trabajar con la Iglesia ortodoxa?
Lamentablemente sobre esto tenemos muchas diferencias. La Iglesia católica no reconoce los matrimonios civiles, mientras que la ortodoxa, sí. Para ellos, también quien está casado civilmente puede recibir los sacramentos. Teóricamente, para los ortodoxos los divorciados se pueden volver a casar en la iglesia, aunque si el matrimonio fue religioso, porque en la concepción de ellos es el sacerdote quien celebra y por lo tanto-sobre bases de motivaciones concretas. Él tiene el derecho de poderlo anular. En la Iglesia católica en vez, el sacerdote se limita a "confirmar" con los testigos el sacramento pero que, está sellado por Dios.
¿Las influencias entre ortodoxos y católicos influencian en la pastoral de las familias?
Los casos de matrimonios mixtos, entre ortodoxos y católicos, por ejemplo, demuestran la dificultad de trabajar juntos. Para casarse con el rito católico pedimos el "nulla osta" de la Iglesia ortodoxa, de la parroquia de uno de los esposos. Pero muchos, delante del pedido del permiso para casarse con un católico, se vieron negar la autorización, también a menudo recibiendo insultos y advertencias del tipo "mejor vivir no casados que casarse con católicos". De este modo el clero ortodoxo contradice aquella que es la posición oficial del Patriarcado al respecto. A menudo se trata, de una escasa preparación de los curas, que en algunos casos se refieren aún a documentos del Medioevo. Persiste un cierto prejuicio y desconfianza, si bien nuestras relaciones son muy amables respecto al pasado. Pero, es una lástima, porque los matrimonios inter-confesionales, como los de católicos y ortodoxos, son el mayor testimonio del ecumenismo: dos personas se aman una a la otra, superando toda diferencia unidos por el amor divino.
¿En la pastoral de la familia hay proyectos concretos de colaboración con el Patriarcado?
No, no hay. Donde la Iglesia ortodoxa se siente fuerte, porque es mayoría, estos proyectos no tienen suceso, mientras funcionan mejor en las regiones donde no son mayoría como por ejemplo en Tatarstán, donde la mayor parte de la población es musulmana. Allí logramos tener una colaboración más estrecha.
¿Qué trabajo hace su Comisión pastoral?
Con otrfo sacerdote, encontramos a las parejas una vez por mes a turno en la casa de cada una. En total son 6 parejas, de las cuales algunas multi-étnicas o multi-confesionales. Leemos a S. pablo o la Biblia. Nos contamos nuestras impresiones. Muchos se maravillan de cuánto sean actuales. Luego otro paso es aplicar en lo cotidiano lo que hemos leído. Nuestro trabajo es inserir en los matrimonios los valores evangélicos, de otro modo se queda en una simple psicología, que es trabajo de otros.. Nos encontramos también periódicamente para paseos afuera de la ciudad, para enseñar a las parejas la importancia de encontrar tiempo para dedicarse uno al otro.
¿Con Mons. Pezzi ha preparado un documento para llevar al Sínodo?
Sí, y en este se evidencia lo de las familias "incompletas"- o sea las convivencias de las cuales hablábamos antes- nuestro mayor desafío pastoral. Se habla también de la necesidad de hacer entender a las personas, qu no obstantes sus pecados, la Iglesia no los abandonará. En concreto, queremos trabajar para hacer entrar a la familia en nuestra vocación: debemos ser nosotros los que frecuentemos a la familia y no esperar que ellos vengan a nosotros. La gente perdió la esperanza en la sociedad y en el hombre, no sólo en Dios. Pero si no hay confianza, ¿sobre qué se construye?.
28/12/2018 10:20
23/10/2017 11:33