Con las derrotas, los extremistas budistas también abandonan a los generales birmanos
El monje Pauk Ko Taw, que hasta ahora había apoyado al jefe de la junta golpista birmana, Min Aung Hlaing, lo criticó públicamente proponiendo que sea reemplazado por su segundo. La moral de las tropas es muy baja y algunos comandantes que se rindieron fueron condenados a muerte. La caída de otra ciudad importante podría conducir a una nueva etapa de conflicto civil (o a su resolución).
Rangún (AsiaNews/Agencias) - La junta militar birmana que dio un golpe de Estado el 1 de febrero de 2021 y desencadenó el conflicto civil en Myanmar, se encuentra en dificultades cada vez mayores: los monjes de la franja ultranacionalista que apoyan al ejército han criticado al general Min Aung Hlaing y propusieron que sea reemplazado, tras las recientes derrotas contra las fuerzas de resistencia, especialmente en el Estado de Shan.
Desde un pequeño palco en la ciudad de Pyin Oo Lwin, en la región de Mandalay, el monje Pauk Ko Taw sugirió la semana pasada que el segundo de Min Aung Hlaing, el general Soe Win, tomara el mando. “Miren la cara de Soe Win”, dijo el monje budista ante un público de algunos cientos de personas. "Esta es la cara de un verdadero soldado. Min Aung Hlaing no es capaz de hacerlo. Debería pasar a un rol civil".
El 4 de enero alrededor de 2.400 soldados del régimen, entre ellos más de 200 oficiales, se rindieron al Ejército de la Alianza Democrática Nacional de Myanmar (MNDAA) y permitieron que las milicias étnicas de la Three Brotherhood Alliance retomaran la ciudad de Laukkai y los territorios de la región de Kokang, en la frontera con China. Tres generales de brigada han sido condenados a muerte por "abandonar vergonzosamente" sus posiciones, mientras que otros tres a cadena perpetua, según revelaron fuentes internas de la junta militar.
Soldados pertenecientes a otras tropas que se enfrentaron con el Ejército de Independencia de Kachin (KIA), una de las milicias étnicas históricas de Myanmar, huyeron a China, pero fueron devueltos a la junta militar al cabo de unos días. Según las autoridades indias, sin embargo, alrededor de 700 soldados birmanos cruzaron la frontera del Estado de Chin en el último mes tras sufrir duras derrotas a manos de las milicias anti golpistas.
También es significativo que Pauk Ko Taw haya pronunciado su discurso en Pyin Oo Lwin, porque aquí se encuentra la Defense Services Academy, una prestigiosa escuela donde se forman los altos oficiales del ejército. Después del discurso, el monje fue arrestado, pero con la misma rapidez recuperó la libertad, aunque no está claro de cuánto apoyo goza en las filas del ejército. Sus palabras, por ejemplo, excluyendo los comentarios sobre Min Aung Hlaing, fueron difundidas por los medios controlados por el Estado.
El general (que según algunos analistas lideró el golpe porque no fue nombrado presidente por la ex líder del país, Aung San Suu Kyi), desde que se autoproclamó primer ministro ha tratado de presentarse como protector del budismo, concediendo recompensas y honores a varios monjes cercanos a la junta y difundiendo fotografías que lo retratan cuando lleva regalos a los templos o asiste al funeral de un abad.
Aunque la Sangha del Estado ha sido cautelosa al comentar el golpe, se sabe que algunos monjes, considerados extremistas, mantienen estrechos vínculos con los generales. Es el caso, por ejemplo, del monje Wirathu, que en 2012 contribuyó a la creación del movimiento "Ma Ba Tha", acrónimo de Asociación para la Protección de la Raza y la Religión. Encarcelado por incitar al odio racial, fue liberado por Min Aung Hlaing. Al mismo tiempo uno de sus seguidores, el monje Wathawa, ayudó a crear en la región de Sagaing - históricamente habitada por la mayoría birmana y budista de Myanmar -, grupos de milicianos afiliados al ejército para luchar contra las Fuerzas de Defensa del Pueblo (PDF), grupos armados que en cambio hacen referencia al Gobierno de Unidad Nacional en el exilio.
Muchos observadores consideran que a diferencia de otras agitaciones políticas del pasado, el actual conflicto civil está poniendo en evidencia la fractura entre una parte del clero budista y la población. De hecho, cuando estallaron los enfrentamientos, pocos habrían esperado una resistencia antigolpista tan fuerte, incluso en zonas de mayoría budista y birmana, precisamente como Sagaing.
En los últimos tiempos las críticas contra el ejército no sólo provienen de los monjes, sino también de comentaristas en Internet y otras personalidades que habían apoyado a Min Aung Hlaing mientras que ahora subrayan las fuertes derrotas que ha sufrido recientemente: desde que comenzó la Operación 1027 - una ofensiva conjunta de tres milicias étnicas - cerca de 500 bases militares de la junta, decenas de ciudades y las rutas comerciales con China en el norte de Myanmar han quedado bajo el control de la resistencia. La avanzada se detuvo - sólo en el Estado de Shan - tras la firma de un alto el fuego con la mediación de China, pero según la Brotherhood Alliance el ejército ha violado los acuerdos en los últimos días, bombardeando a las tropas antigolpistas y a civiles.
En cambio el Arakan Army, que también forma parte de la Alianza, el 13 de noviembre comenzó la ofensiva en el Estado occidental de Rakhine. Desde entonces ha tomado el control de más de 160 bases de la junta y llegó hasta la ciudad de Paletwa, en el vecino estado de Chin que limita con Bangladés y la India, una importante encrucijada comercial.
Aunque el general Soe Win, el hombre al que Pauk Ko Taw exhortó a tomar el mando del ejército, no ha dado señales de querer usurpar el cargo de Min Aung Hlaing, una nueva derrota podría hacer implosionar el régimen. La caída de Lashio, en Shan, o de Loikaw, capital del Estado de Kayah, corre el riesgo de aniquilar completamente la moral de las tropas (que los últimos tiempos ya ha demostrado ser muy baja) y podría marcar el comienzo de un nuevo capítulo en el conflicto. O, tal vez, de un proceso de pacificación.
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