Cientos de miles de refugiados afganos en Irán: una bomba humanitaria también para Europa
En la república islámica viven 800.000 afganos registrados y más de tres millones indocumentados. Desde que los talibanes volvieron al poder, más de 300.000 personas abandonaron el país para buscar refugio del otro lado de la frontera. Teherán rechaza los prófugos; denuncias de abuso y violencia.
Teherán (AsiaNews) - En el límite entre Irán y Afganistán, ante el silencio de la comunidad internacional, se está verificando una nueva emergencia de prófugos. Desde hace semanas, a un ritmo de 4-5 mil por día, un flujo ininterrumpido de ciudadanos afganos cruza la frontera iraní para escapar de los talibanes nuevamente en el poder. El número total es del orden de cientos de miles de hombres, mujeres y niños. Y las consecuencias, como sucedió en el pasado reciente en Turquía con los refugiados sirios, no solo afectarán a la República Islámica sino que podrían terminar involucrando a Europa, que ya lidia en estas horas con el nuevo frente entre Polonia y Bielorrusia.
Una de las pocas voces que dan la alarma sobre una situación que amenaza con precipitar es Jan Egeland, secretario general de Norwegian Refugee Council (NRC). Esta semana Egeland se reunió con refugiados que habían entrado a la provincia oriental de Kerman, cerca de la frontera afgana. Afirma que la emergencia podría llegar pronto a las puertas del Mediterráneo si no se interrumpe el flujo y que es necesario hacer mucho más para garantizar alimentos, asistencia y un futuro para todas las personas que huyen de los "estudiantes coránicos" que controlan Afganistán, y su violencia.
"Muchos refugiados afganos - señala Egeland a Associated Press - llaman a sus familiares diciendo que van de camino a Irán, pero la mayoría de ellos lo que desea es ir a Europa". El experto considera que Bruselas debería "preocuparse" menos por unos pocos miles de refugiados desplazados en la frontera entre Polonia y Bielorrusia y prestar más atención a este flujo migratorio, que podría convertirse en una verdadera bomba humanitaria. "Sólo en el día de hoy -añadió- han llegado a Irán muchas más personas que las que acampan en la frontera entre Polonia y Bielorrusia".
Irán y Afganistán comparten una frontera de 945 km, con tres puntos de cruce. Según las últimas estadísticas, en la república islámica viven 800.000 afganos registrados y más de tres millones de indocumentados. Desde que comenzó la emergencia en Kabul en agosto pasado, más de 300.000 personas han abandonado el país para buscar refugio del otro lado de la frontera. Egeland subraya el gran trabajo que ha realizado Teherán en cuanto a la acogida, pero la crisis económica que está viviendo el país, sumada a la emergencia por el covid-19 y la política estadounidense de máxima presión con sanciones, podría precipitar la situación. "No hay economía, no hay asistencia y también hay poco en términos de comida y refugio para millones de personas desamparadas", afirma el funcionario de la NRC, y con la llegada del invierno sin duda los problemas "se agravarán más todavía".
En una situación de emergencia creciente y fuerte presión sobre un país que no puede, por sí solo, responder a las necesidades de todos estos prófugos, los gobernantes de la República Islámica han comenzado a poner en práctica una política de rechazo, enviando de vuelta a decenas de miles de refugiados en las últimas semanas. En algunos casos también se han denunciado episodios de violencia y abusos por parte de las autoridades iraníes, que encierran a los refugiados en campos de detención abarrotados y sucios donde ocurren reiterados episodios de golpizas y agresiones, y luego los trasladan a los pasos fronterizos para proceder a repatriarlos.
"No nos tratan como seres humanos", dijo a la AFP Abdul Samad, de 19 años, que trabajó durante algún tiempo en la construcción en Irán antes de ser deportado, y también sufrió una fuerte paliza por parte de las autoridades iraníes porque no tenía el dinero suficiente para cubrir los costos de repatriación. “Nos ataron las manos y nos vendaron los ojos con una tela, y después nos insultaron”, recuerda. Su historia, como la de tantos otros, es difícil de verificar de forma independiente y las mismas agencias de la ONU que operan en la zona no quieren hablar de situaciones específicas, pero el clima general es de alta tensión por una situación que amenaza con estallar y desataría una crisis no solo en toda la región sino también en Europa.
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