China y Rusia, los incómodos (pero insoslayables) vecinos de Ulán Bator
Expectativa por el discurso que el Papa Francisco pronunciará mañana por la mañana ante las autoridades y el cuerpo diplomático en el Palacio de Estado de la capital mongola. Moscú es el principal proveedor de energía del país, pero el 90% de las exportaciones van a Beijing. Los "nuevos socios" están interesados en las riquezas del subsuelo, empezando por las tierras raras (estratégicas en este momento). Desde esta encrucijada, el pontífice espera alentar pasos hacia la paz.
Ulán Bator (AsiaNews) - "¿Por qué el Papa Francisco viene aquí, para encontrarse con una Iglesia de sólo 1.500 personas? Bueno, somos la expresión perfecta de esas periferias a las que se refiere a menudo, y además estamos justo en el medio entre Rusia y China…”. La observación de algunos fieles reunidos frente a la catedral de Ulán Bator es compartida por muchos en Mongolia: a nadie se le escapa que el viaje de Francisco a este rincón de Asia donde ningún Papa ha puesto nunca los pies tiene, además de un profundo significado espiritual y de diálogo, una importancia geopolítica. Sobre todo en estos tiempos, en los que el tema chino sigue siendo muy delicado para el Vaticano y el Papa Francisco no cesa en sus intentos de diplomacia paralela para encontrar caminos de paz tras la agresión de Putin a Ucrania.
Mongolia siempre ha mantenido estrechas relaciones con sus dos incómodos vecinos: el conflicto con China, a lo largo de la frontera sur, ya caracterizaba el imperio fundado por Genghis Khan (cuya capital fue trasladada a Beijing por Kublai Khan en 1264), al tiempo que en los territorios rusos del norte prosperaba el kanato mongol de la Horda de Oro. Y la liberación de la dinastía Qing, a principios del siglo XX, contó con el apoyo de los propios rusos, con los que más tarde se establecería una simbiosis que duró 70 años durante la época de la Unión Soviética.
Pero incluso hoy, cuando Mongolia es una democracia abierta al mundo, Moscú y Beijing siguen siendo socios estratégicos indispensables. Baste decir que Rusia es el principal proveedor de energía de Ulán Bator, mientras que casi el 90% de las exportaciones de Mongolia están destinadas al mercado chino. "En particular las de carbón, que son cruciales para nosotros, porque la mayoría de los países desarrollados se están orientando hacia las energías renovables", comenta Dondovdorj Batmunkh, ex asesor económico del primer ministro (y actual alcalde de la capital). Y también hay que tener en cuenta la necesidad de utilizar las infraestructuras chinas, sobre todo las carreteras y puertos, en un país sin salida al mar, "es evidente que somos completamente dependientes de los dos Estados vecinos".
Sin embargo, Batmunkh reconoce la determinación del primer ministro Oyun-Erdene en aplicar la "política del tercer vecino": "Se refiere a la necesidad de crear relaciones económicas y políticas alternativas, y el primer ministro lo está haciendo, por ejemplo, con Japón y Corea del Sur, con los que, entre otras cosas, el gobierno ha firmado recientemente un acuerdo de cooperación para la extracción y comercialización de cobre y tierras raras”.
Son muchos, incluso en Occidente, los que están interesados en el rico subsuelo de Mongolia, que contiene importantes cantidades de oro, cobre, mineral de hierro, zinc y uranio. Precisamente en la explotación de uranio se centraron las conversaciones con el presidente francés Macron durante su visita a Ulán Bator el pasado mes de mayo, a su regreso de la cumbre del G7 en Hiroshima, pero Oyun-Erdene también firmó acuerdos con Estados Unidos sobre la extracción de tierras raras, junto con el "Open Skyes", que abre por primera vez los cielos estadounidenses a los vuelos directos de Mongolian Airlines.
A pesar de estas señales, "el enfoque político de Ulan Bator debe seguir siendo siempre prudente", explica Batmunkh. El año pasado -para dar un ejemplo evidente- en la votación de la Asamblea General de la ONU que condenaba la agresión contra Ucrania, Mongolia se abstuvo.
Desde este complejo contexto el Papa Francisco intentará enviar algunas señales a toda la región, después de iniciar su viaje sobrevolando China y enviar, como es habitual, un telegrama de saludo al presidente Xi Jinping. No faltarán oportunidades, comenzando por el esperado primer discurso de mañana por la mañana en el Palacio de Estado, cuando el Pontífice se dirigirá no sólo a los dirigentes locales sino también al cuerpo diplomático, que incluye funcionarios de las embajadas de Rusia, China y Corea del Norte.
Y mientras hoy entran en vigor en China nuevas restricciones para la práctica de las religiones -en forma de "Reglamento sobre la gestión de los lugares de actividades religiosas"- una delegación de treinta fieles de Hong Kong, encabezada por el cardenal electo Stephen Chow, se encuentra en Mongolia con motivo del viaje papal. El papel de la "tierra del eterno cielo azul", en definitiva, se perfila como importante en la dinámica regional, y no solo en ella. No es casualidad que Mongolia también haya sido propuesta como sede de posibles negociaciones de paz entre Ucrania y Rusia. Un tema con respecto al cual Francisco, en cuyo nombre el Card. Matteo Zuppi encabeza la misión de paz del Vaticano, sin duda será sensible.
Foto: Flickr / Ricardo Cabral
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