China construye aldeas en territorio de Bután (pensando en la India)
Un informe reciente utiliza imágenes satelitales para denunciar cerca de 20 nuevos asentamientos habitados por unas 7.000 personas en territorios que pertenecen a Bután. Los expertos consideran que forma parte de una estrategia adoptada en clave antiindia desde los años '90 y que últimamente se ha vuelto más agresiva. Sólo en el último año se construyeron siete nuevas aldeas en regiones situadas a casi 4.000 metros sobre el nivel del mar, pero de importancia estratégica.
Milán (AsiaNews) – Corría el año 2016 cuando China construyó por primera vez una aldea en el territorio de Bután. Sin embargo, los observadores internacionales se dieron cuenta recién en 2021. Mientras tanto, Beijing había construido otros dos asentamientos en zonas inaccesibles, remotas y anteriormente despobladas del Himalaya. En este momento hay 22 aldeas de este tipo, con un total de más de 2.000 viviendas y 7.000 habitantes, según estimaciones basadas en imágenes satelitales. La denuncia la hizo Turquoise Roof, una red de analistas y estudiosos que utiliza las nuevas tecnologías para monitorear las apropiaciones territoriales por parte de China.
En su último informe, publicado el 15 de octubre, señalan que en los últimos años Beijing ha anexado alrededor de 825 km², casi el 2% del territorio butanés. Los asentamientos están ubicados en dos zonas principales, la nororiental, donde se ubican 14 aldeas en regiones conocidas como Beyul Khenpajong y Menchuma, y la meseta de Doklam, al oeste, donde se encuentran 8 aldeas y es crucial en las tensiones con la India, porque garantiza el control de los puntos de acceso clave en caso de conflicto. Se trata de un territorio donado en 1913 por el Tíbet (entonces independiente, gobernado por el XIII Dalai Lama) al reino de Bután, explica la organización.
Pero mientras tanto Beijing ha anunciado que al menos tres aldeas se transformarán en ciudades. Se trata de la culminación de una estrategia que comenzó en los años '90, cuando se enviaron pastores a las montañas y posteriormente columnas de soldados a pie, a pesar de que en 1998 se había firmado un acuerdo sobre el respeto mutuo de las fronteras. Primero se construyen pequeños puestos de control, que luego se transforman en estructuras permanentes.
A los ciudadanos que se trasladan a estos pueblos, situados a unos 4.000 metros sobre el nivel del mar, se les ofrecen subsidios anuales de 20.000 yuanes, equivalentes a 2.836 dólares por persona, para incentivar el crecimiento económico. Sin embargo, las condiciones climáticas son muy duras: la producción agrícola y ganadera es imposible y la nieve bloquea el acceso a la región durante varios meses al año. En consecuencia, China está intentando promover el "turismo patriótico" y se invita a los visitantes a mostrar su apoyo al país viajando a zonas "recuperadas" de Bután.
Desde hace varios años China también está construyendo carreteras para conectar estos pueblos con el Tíbet. Son infraestructuras esenciales para consolidar la propia presencia, aumentar el empleo y presentar a Bután "hechos consumados". La región está aislada de Bután debido a la falta de conexiones y por lo tanto está, de facto, bajo el control de Beijing. El objetivo, según los investigadores, es ejercer una mayor presión diplomática para que Bután acepte "un paquete de intercambio". Las aldeas del sector nororiental no tienen gran valor estratégico, y la intención es cederlos (o más bien, devolverlos) a cambio de la meseta de Doklam. Ese territorio, por el contrario, tiene un importante peso en clave anti-india. A China también le gustaría convencer a Bután para que acepte una embajada china en la capital, Thimphu.
La India (el único país que ha denunciado apropiaciones territoriales chinas, según los expertos) se siente directamente amenazada. Delhi considera que la meseta de Doklam es fundamental para la defensa de sus fronteras, hasta el punto de que Bután no puede cederla sin el consentimiento de su aliada, la India. Una serie de tratados, firmados inicialmente en 1949 y revisados en 2007, obligan a Bután a respetar los intereses de Delhi en materia de seguridad. Por las mismas razones la capital, Thimphu, no tiene una embajada china.
Pero en marzo de 2023 Bután anunció que estaba cerca de firmar el acuerdo con China. Desde entonces, Beijing ha acelerado la construcción de nuevas aldeas, y construyó siete sólo en el último año. Según Robert Bannett, profesor de SOAS y del King's College de Londres, Beijing ha comprendido que todos los costos recaerían sobre Bután, que, a la larga, se sentirá obligado a abrir el canal diplomático con China, eventualidad que algunos políticos locales ya han mencionado.
En 2017, las fuerzas militares de la India intervinieron directamente con 270 efectivos ante un intento de las tropas chinas de acceder a la cresta sur de la meseta de Doklam, dando lugar a un enfrentamiento que duró más de dos meses. La continua construcción de aldeas, además de violar la soberanía de Bután, complica aún más las relaciones diplomáticas entre China y la India, que ya se encuentran en conflicto por varias disputas territoriales, entre ellas la de Ladakh, una región cercana a Cachemira (otra área que también reclama Pakistán, que no en casualmente es aliado de China).
Bannett también considera que China podría devolver “el valle de Pagsamlung, una zona de importancia religiosa e histórica para Bután que China anexó construyendo carreteras y puestos de avanzada y estacionando tropas, pero donde no ha construido aldeas”. En realidad, una concesión falsa, porque China no incluye el valle de Pagsamlung en sus mapas "desde hace al menos 25 años". Pero de todos modos son tierras que sólo serían devueltas a cambio de garantías sobre los territorios occidentales, aquellos que realmente interesan a Beijing.
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21/02/2023 14:34