Cardenal Sandri: el Memorial de Moisés en Jordania, lugar de misericordia y diálogo interreligioso
El enviado especial del Papa presidió la ceremonia de reapertura del Memorial en el Monte Nebo. La esperanza de paz para la generación joven de Oriente Medio "en una competencia mutua por la caridad". El santuario ha de ser un lugar donde se dé una "experiencia" de paz y convivencia. La llamada al "camino ecuménico entre las Iglesias” en Oriente en el cual "se consuman los cismas”.
Amán (AsiaNews) - La reapertura del Memorial de Moisés en el Monte Nebo es un acontecimiento histórico, ya que es una encrucijada de "diálogo" y "encuentro" para los fieles de las tres grandes religiones monoteístas -el cristianismo, el Islam y el judaísmo - nacidos "en este querido Oriente Medio". Esto fue subrayado por el cardenal Leonardo Sandri, prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, y enviado especial del Papa durante la misa celebrada ayer por la reapertura del Santuario-Memorial en Jordania. El cardenal añadió también su esperanza de que "sea siempre un lugar donde los peregrinos aprendan a ser misericordiosos".
El fin de semana en Jordania se ha vuelto a abrir al público el Memorial de Moisés en el Monte Nebo, donde los visitantes y fieles pueden volver a admirar algunos de los más bellos mosaicos del reino hachemita, además de la basílica que los contiene.
Es el lugar donde, según la Biblia (Deuteronomio 34), Dios le mostró a Moisés la Tierra Prometida y donde el profeta, venerado por las tres religiones monoteístas, murió. A pesar que nadie sabe dónde está el lugar de su sepultura (como el mismo texto sagrado lo dice), con el tiempo los monjes se han asentado en el Monte Nebo. Con su trabajo y sus oraciones han perpetuado la memoria de Moisés a través de los siglos.
A la solemne celebración eucarística presidida por el cardenal Sandri también asistieron el nuncio apostólico en Jordania, Mons. Alberto Ortega Martín, el Custodio de Tierra Santa Fray Francisco Patton, el ministro jordano de Turismo Lina Annab, el gobernador y el alcalde de Madaba, y también se agregaron figuras prominentes de la política, las instituciones y la Iglesia local, sacerdotes, monjas, religiosos y muchos fieles.
En la homilía, el enviado especial del Papa recordó "la generación más joven de este querido Oriente Medio", esperando que puedan ser "acompañados en el umbral de una vida de paz en sus países, en la coexistencia pacífica entre las religiones y las culturas en una competencia mutua por la caridad y por la construcción del bien común, y no volver a la violencia".
Recordando el valor de la libertad religiosa, el cardenal añadió: "Si como Moisés extendemos nuestra mirada a toda la tierra circundante, somos conscientes de las divisiones y las pruebas en contra; conflictos que desde hace décadas enfrentan a la gente de un pueblo contra otro; el grito de los que huyen de la guerra y la persecución en Siria e Irak, y encuentran refugio en la tierra jordana".
Acusando la "sordera" de los que "tienen en sus manos el destino de los pueblos y naciones, y prefieren preservar los mercados y las ganancias, en lugar de salvar las vidas inocentes de las mujeres y los niños", espera que "este santuario" reabierto en el "Año de la Misericordia, siga siendo un lugar donde los peregrinos" sean "educados" en una "experiencia" de paz y convivencia.
Por último, el cardenal Sandri dio las gracias al Rey de Jordania por su hospitalidad y el esfuerzo que ha hecho siempre en defensa de la convivencia pacífica entre las religiones, así como por el gran trabajo de acogida de refugiados de Palestina, Siria e Irak. En conclusión, instó a la comunidad internacional a hacer más para garantizar la paz y la justicia entre los pueblos e hizo un llamamiento "para el camino ecuménico de las iglesias: en Oriente "se consumaron los cismas”, en Oriente, donde hoy se mezcla la sangre de los cristianos de todas las denominaciones".
Antes de la celebración, el card. Sandri almorzó en el "restaurante de la Misericordia" de Amán, una cantina iniciada por la Iglesia para ofrecer una comida a las familias pobres y a los necesitados; un centro dirigido por los voluntarios de Caritas y algunos refugiados, en cuyo interior encuentran dignidad, un trabajo y una pequeña fuente de ingresos. El cardenal también visitó la parroquia greco-melquita de Madana, sede de un taller de mosaicos a cargo de los refugiados iraquíes.
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