Cardenal Sako: un 'congreso' para dar voz y futuro a los cristianos en Irak
Desde el estancamiento político e institucional hasta los preocupantes signos de deriva radical, crece el temor por la supervivencia de la comunidad. La discriminación, la migración y la ciudadanía son algunos de los temas sin resolver. Patriarca caldeo: el extremismo es un "cáncer agresivo" que desestabiliza el cuerpo social.
Milán (AsiaNews) - Ha llegado el momento de organizar un "congreso" nacional de los cristianos de Irak, que reúna a "todos los componentes" presentes en el país para "discutir" las cuestiones más importantes" que atentan contra su propia supervivencia y que defina "una visión clara y una responsabilidad efectiva”. Hace pocos días el primado caldeo, card. Louis Raphael Sako, lanzó esta propuesta en un análisis en profundidad publicado en el sitio web del patriarcado, que constituye una especie de ultimátum para el futuro y la existencia misma de la comunidad. Los cristianos, recuerda el cardenal, son un componente primario y esencial de la nación y de toda la región de Oriente Medio. Sin embargo, desde la invasión estadounidense en abril de 2003, su número se ha desplomado de 1,5 millones a menos de 500.000. Y el éxodo no da señales de remitir debido al persistente clima de inseguridad y la falta de perspectivas, aunque el panorama es (ligeramente) mejor en comparación con el pasado reciente y la deriva yihadista -hecha de sangre y persecuciones- impuesta por el Estado Islámico. (SÍ, antes Isis).
Estancamiento político, social y mental
A la luz de un "estancamiento" que ya es crónico, observa el patriarca, sumado a los "pasos hacia atrás" en diversos sectores, resulta necesario replantear la situación del país y de los cristianos señalando algunas prioridades, que en su opinión son las siguientes: construir la paz y la estabilidad; reestructurar el Estado; aprobar reformas importantes; establecer una verdadera democracia; alcanzar la plena justicia, la igualdad y la prosperidad. Por el contrario, observa, “estamos registrando una escalada de corrupción y de enfrentamientos entre diferentes agendas políticas, mientras se acumulan los desafíos y las crisis ante la ausencia de una estrategia clara y efectiva”. “El estancamiento político actual -prosigue- solo es el resultado natural de un deterioro progresivo causado por el sistema sectario y de cuotas”.
En las últimas semanas Irak ha superado los plazos establecidos por la Constitución para nombrar al primer ministro, formar el nuevo gobierno y elegir al presidente de la República, casi ocho meses después de las elecciones parlamentarias de octubre de 2021. En un primer momento esas elecciones parecían haber superado el esquema de divisiones confesionales y afiliaciones sectarias que caracteriza el escenario político desde la caída de Saddam Hussein. En tres oportunidades el Parlamento no logró ponerse de acuerdo sobre el nombre del presidente porque no se alcanzó el quórum (dos tercios de los 329 escaños) debido a los vetos cruzados entre los sadristas y los proiraníes en el campo chiíta. Mientras tanto, empiezan a aparecer señales preocupantes: en mayo, el Ministerio de Educación decidió reintroducir la separación de sexos en las aulas de la escuela primaria. Según algunos observadores, sería una prueba preliminar para evaluar la reacción de la opinión pública antes de extender la regla a la enseñanza superior y a todas las universidades debido a la presión de los partidos islámicos.
Los problemas sin resolver
Los cristianos son un componente primario de Irak en las diversas almas caldea, asiria, sirias y armenia, que estaban presentes en el país mucho antes de la llegada de los árabes musulmanes; ellos han contribuido de manera esencial al progreso de la sociedad a nivel cultural, económico y social. Sin embargo, en la historia reciente han tenido que enfrentar desafíos y amenazas, violaciones de sus derechos y de su libertad de religión, amenazas y acusaciones infamantes como "infieles y politeístas". “Estos comportamientos - señala el cardenal Sako- han acelerado la emigración cristiana, "lo que corre el riesgo de alterar factores como la diversidad y el pluralismo, la tolerancia y la reconciliación, que constituyen una de sus riquezas. Las personas de religiones diferentes al Islam tienen derecho a "ser tratadas por igual", observa, "en términos de derechos y deberes. Y la mayoría musulmana debería asumir la responsabilidad de la supervivencia de las minorías”.
La discriminación y el discurso de odio son una de las prioridades que se deben abordar, plantea el primado caldeo, afirmando que “el extremismo es un cáncer agresivo que desestabiliza el cuerpo social”, como demuestran los hechos relacionados con a al-Qaeda o el Isis. Uno de los factores críticos es la adopción de una religión (musulmana) a la hora de legislar, como establece el art. 2 de la Constitución, lo que genera desigualdad. Un ejemplo es la norma "Sobre el estatuto personal", según la cual una mujer cristiana que se casa con un musulmán no tiene derechos en materia de sucesión y herencia. También es necesario oponerse a los que quieren imponer una religión y revisar los programas escolares eliminando interpretaciones personales o que supuestamente inducen a error. Un segundo elemento se refiere a la ciudadanía, que para el cardenal es "la base de las relaciones sociales" y el "criterio de pertenencia" a la patria. Esta es garantía de igualdad y protección para todos, fuente de respeto recíproco, convivencia y armonía. Lo contrario es la lógica de los "componentes" que alimentan las políticas tribales y sectarias y "no ayudan a la fundación de un estado moderno y nacional". Los cristianos “son gente de esta tierra -advierte- y por eso no es aceptable que se les tilde de 'minoría' [...] sus derechos deben ser tan sagrados como los derechos de todos los demás".
Entre la migración y el futuro
La discriminación y la ausencia de una ciudadanía común están en el origen de muchos problemas que impiden las perspectivas de paz, seguridad, estabilidad y confianza en un futuro mejor. Luego está la crisis del empleo, que para los cristianos adquiere características más espinosas debido a las "cuotas"; estas resultan ser un boomerang y les quita oportunidades profesionales. Y luego están los permisos expedidos por las autoridades políticas y administrativas, que con demasiada frecuencia dependen del pago de sobornos, como ocurre en los casos de restitución -a menudo problemática- de propiedades extorsionadas por la fuerza o con engaños. El tema más espinoso para el patriarca caldeo sigue siendo la emigración, que ha "crecido en las dos últimas décadas debido a la inestabilidad". “La hemorragia de la emigración hacia Occidente -añade el cardenal- todavía continúa por la pérdida de confianza, el desempleo, la pobreza, el deterioro de los servicios básicos, el fenómeno de la desertificación y el fracaso de los distintos gobiernos en la construcción de un Estado verdaderamente civil y democrático".
Esas emergencias se suman a los ataques contra los cristianos "en diversas formas" (al-Qaeda e Isis), en la confiscación de propiedades y en la alteración demográfica de zonas enteras" como está ocurriendo en la llanura de Nínive. Una fragilidad agravada por la falta de partidos cristianos con autoridad, demasiado a menudo fragmentados y abocados a la defensa de "intereses personales". “La situación -advierte para concluir- debería hacernos comprender que el futuro depende de la unidad. La esperanza es dar vida a un frente que sea capaz de construir 'una lista única' que permita garantizar la representatividad. Divididos siempre seremos marginados, ineficaces y desplazados”. Por eso, concluye, es urgente organizar un "congreso" que dé voz a todos los cristianos.
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17/12/2016 13:14