Card. Zen: 'No somos nosotros los salvadores'

En una entrevista concedida a un semanario de Hong Kong, el cardenal de 91 años, debilitado por las enfermedades, recuerda a su amigo el pastor metodista Yuen Tin-yau, compañero de muchas batallas por la libertad de educación. Confiesa su tristeza porque la dificultad para caminar le impide ejercer su ministerio en las cárceles: "Pero si me recupero, volveré con los presos". El aprecio por el nuevo cardenal Chow: "El Papa nos ha dado un obispo sabio que tiene que afrontar una situación incómoda".

Hong Kong (AsiaNews) - "Vivimos un momento de mucha tensión, estamos haciendo todo lo posible. Pero no importa lo que no podamos hacer: nosotros no somos los salvadores". En una entrevista concedida al Christian Times, semanario evangélico de Hong Kong, el cardenal Joseph Zen, de 91 años y obispo emérito de Hong Kong, habla de su amistad con el pastor metodista Yuen Tin-yau -fallecido el mes pasado y junto al cual fue protagonista de muchas batallas por la libertad de educación y por los jóvenes- pero también de sus frágiles condiciones físicas y de la situación actual. Los periodistas fueron a visitarlo al seminario salesiano donde reside para pedirle un recuerdo sobre su amigo Yuen Tin-yau, fallecido el 16 de julio a los 71 años. Cuentan que sólo debían ser "un par de preguntas" sobre esta gran figura, pero después se convirtió en una conversación de una hora sobre muchos temas.

Explican que el cardenal parece fatigado, consecuencia del debilitamiento que lo afectó inmediatamente después de regresar de Roma a Hong Kong, cuando la Corte le permitió viajar para participar en el funeral de Benedicto XVI a principios de enero y pudo reunirse también con el Papa Francisco. Debió ser hospitalizado durante algunas semanas y en la entrevista explica que todavía se mueve en silla de ruedas y no se siente seguro con sus propias piernas. Eso le preocupa mucho porque le impide continuar su ministerio en las cárceles, al que se ha dedicado a tiempo completo desde que dejó la conducción de la diócesis.

Cuenta que tiene "muchos viejos amigos en prisión, sobre todo los que llevan allí más de 10 años", pero que "ha ganado otros en los últimos dos años" (después que fue detenido por las protestas, ndr): "Algunos de ellos son creyentes en la fe o fueron bautizados en la cárcel. Los presos, incluso muchos no creyentes, están muy contentos de verme y yo soy feliz cuando voy. Pero es una pena que ahora no pueda hacerlo, porque no puedo caminar".

La cárcel es grande y hay que subir muchas escaleras, se me empezaron a inflamar las piernas: "Usaba muletas para ayudarme, pero es como caminar con las manos, y al final también se me inflamaron los codos y los hombros, y después los nervios y las manos. Es inútil ir a la cárcel con un andador. Me decían '¿Qué haces aquí? Esto no es un hospital...". Él sigue tenazmente los ejercicios de rehabilitación, pero admite que sus piernas "a veces progresan, a veces retroceden". "Me pongo en manos de Dios: si consigo recuperarme pronto y caminar, volveré a visitar a los presos", promete, "e iré también a los tribunales para alentar a esta gente a no desanimarse, a no enfadarse... Es un poco difícil, pero lo más importante es no odiar".

El espíritu del cardenal Zen sigue siendo el mismo que lo animaba en las muchas batallas que vivió junto con el pastor Yuen Tin-yau, quien también salía a las calles hasta hace pocos años para protestar en defensa de los jóvenes. Por otra parte –recuerda el Card. Zen en la entrevista- su amistad nació hace veinte años, en la época de la "ordenanza sobre las escuelas" con la que ya entonces las autoridades de Hong Kong comenzaron a imponer la presencia de sus representantes en los órganos de gestión de las escuelas católicas. En aquel momento Zen era el obispo y Yuen Tin-yau el director del departamento de educación escolar de la Iglesia Metodista. Juntos libraron la batalla contra la enmienda que "privaba a la Iglesia del derecho a gestionar las escuelas". La diócesis de Hong Kong también presentó un recurso judicial sobre el asunto, pero fue rechazado. "Cualquiera que tenga ojos para ver puede constatar cómo son las escuelas ahora", comenta el Card. Zen. Y agrega: "No importa si no tuvimos éxito, hicimos lo que teníamos que hacer".

La amistad con Yuen Tin-yau nunca vino a menos. Cuando en mayo del año pasado el cardenal fue detenido por el caso del Fondo 612, el pastor invitó a orar por "nuestro respetado cardenal". Y el mes pasado, cuando supo que había fallecido su amigo metodista, el obispo emérito de Hong Kong cuenta que celebró una misa por su alma. "Hoy aliento en su nombre a todos los que siguen trabajando en el ámbito de la educación. Espero que sigan luchando en estas circunstancias difíciles".

El cardenal Zen habla también del actual obispo de Hong Kong, mons. Stephen Chow, a quien Francisco nombrará cardenal en el consistorio del 30 de septiembre. "El Papa nos ha dado un obispo excelente", repite, elogiando su sabiduría para afrontar la "incómoda situación de 'un país, dos sistemas'. En las circunstancias actuales los católicos podemos, por un lado, preservar la esencia de nuestro catolicismo y, por otro, cooperar con el gobierno de manera adecuada. Es algo muy difícil de hacer, pero él puede hacerlo…”, añade Card. Zen, e invita a no someter a monseñor Chow a demasiadas presiones: "Hay que darle un poco de tiempo, confiando en que lo hará bien".

Por último, dice que está preocupado por la "confusión" dentro de la Iglesia, porque algunas de las verdaderas tradiciones no se pueden cambiar por antojo. "Muchas personas en la Iglesia hoy parece que quieren cambiar todo y eso me preocupa mucho", comenta, pero afirma que mientras esté vivo seguirá haciendo oír su voz.