Card. Sako: una “bocanada de aire fresco” para unir a los cristianos en Oriente Medio
Mensaje del primado caldeo para la Semana de la Unidad que se celebra del 18 al 25 de enero. La referencia a la "minoría amenazada" por los conflictos, la violencia y las migraciones. La necesidad de que los líderes cristianos "superen las diferencias no esenciales". Los sermones "desfasados" de algunos sacerdotes y la necesidad de "establecer contacto con la realidad actual". La memoria de Benedicto XVI.
Bagdad (AsiaNews)- De ser una mayoría, los cristianos de Oriente Medio se han convertido en una “minoría amenazada” por conflictos, discriminación, violencia y migración. Por eso los líderes de las distintas confesiones religiosas deben "superar las diferencias que no sean esenciales" y combatir el "fanatismo y el miedo" para defender y mantener su "presencia" en la región, explicó el primado caldeo, card. Louis Raphael Sako, en una reflexión sobre la semana de oración por la unidad de los cristianos -prevista del 18 al 25 de enero- en la que vuelve a insistir en la "necesidad" de "una bocanada de aire fresco" para las iglesias orientales. En el documento, que envió a AsiaNews a título informativo, el cardenal también subraya la importancia de mantener una "posición unida" y elaborar un proyecto bien meditado y compartido.
Este año el tema de la semana es “aprendan a hacer el bien, busquen la justicia” (Isaías 1:17). Es una exhortación muy actual, especialmente ahora que Rusia ha hecho estallar la guerra contra Ucrania en el corazón de Europa y ese conflicto afecta asimismo a las Iglesias ortodoxas. Por eso la oración por la unidad pasa a ser también una oración por la paz, tantas veces invocada por el mismo papa Francisco, quien la tarde del 25 de enero -solemnidad de la conversión de san Pablo – presidirá la celebración de las Segundas Vísperas en la Basílica de San Pablo Extramuros de Roma.
Para alentar a los cristianos a quedarse, escribe el patriarca Sako, es necesario educar en el compromiso de la fe a nivel personal y social, pero también en la participación política “para construir la verdadera ciudadanía, la justicia social y la igualdad”. "Reconciliémonos y unámonos -pide el cardenal- para que la tierra de nuestros antepasados no se vacíe de sus habitantes originales", una tierra rica en historia, en mártires, y construida por Iglesias que llevan grabado "el dolor de Cristo" en sus cuerpos.
El cardenal iraquí repasa "todas las cuerdas" que atan al cristiano oriental: la dificultad para encontrar el sentido de los textos y las tradiciones religiosas, el miedo a la modernidad, la multiplicidad de Iglesias y la competencia entre ellas, la superposición entre Iglesia y Estado, la lengua. Y no escatima duras críticas a los sacerdotes después de escuchar algunos sermones o leer algunas entrevistas con motivo de Navidad y Año Nuevo, que expresan ideas que le parecieron "anticuadas" e incapaces de "establecer contacto con la realidad actual". Discursos que "alejan" a los jóvenes de las iglesias y que harán que las generaciones futuras pierdan la fe.
También hubo un lugar en la reflexión para recordar al "difunto Papa Benedicto XVI", con respecto a "la importancia de la relación entre fe y razón" y el "coraje" de afirmar la verdad, para devolverle a la Iglesia "su rol profético en este atormentado Oriente”. Porque, recuerda, "las Iglesias deben responder a los cambios culturales y sociales y a las presiones políticas y económicas" siguiendo el ejemplo de Cristo. Por eso el sacerdote debe "hablar con honestidad y valentía" de las preocupaciones y aspiraciones para garantizar a todos "la igualdad de derechos civiles", protegiendo las libertades y una vida digna, y haciendo brillar "la luz del Evangelio". Al mismo tiempo, el cardenal advierte que es necesario no "encerrarse en el pasado", oscureciendo así el papel actual de la Iglesia: "No hay verdadera reforma -advierte- sin la formación del clero, sin una formación sacerdotal integral, con una sólida cultura religiosa [...] que permita llevar a cabo la misión pastoral de la mejor manera posible, especialmente en estos tiempos difíciles y críticos".
Contrarrestar el fanatismo y dar prioridad a la unidad son otros dos elementos esenciales que recuerda el patriarca caldeo para garantizar esta "bocanada de aire fresco" a los cristianos de Oriente. Unidad que no significa borrar las diferencias intrínsecas del patrimonio espiritual, cultural, teológico, litúrgico y musical. Por último, recordó cuando los ejércitos islámicos asediaban Constantinopla mientras los teólogos bizantinos discutían sobre el sexo de los ángeles y la transformación de Santa Sofía en mezquita para hacer una advertencia a las distintas realidades: "No hay futuro para nosotros en la división, sólo la unidad y un camino en común pueden garantizar la supervivencia. Iglesias diferentes pueden adoptar un estilo sinodal para la cooperación y el trabajo, porque lo que nos une es nuestra fe, nuestra tierra y nuestro futuro”.
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