24/08/2018, 14.46
IRAK
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Card Sako: Los cristianos iraquíes vacilan entre la supervivencia y la migración

de Louis Raphael Sako*

En una carta, el primado caldeo recuerda los sufrimientos y las persecuciones padecidas por la comunidad en los últimos diez años. Para el futuro se necesitan “garantías” y una “base en común”, que debe estar fundada en la ciudadanía. El desafío de la emigración ha de ser vencido reparando el tejido social y político, para poder reconstruir los fundamentos de la propia vida. 

Bagdad (AsiaNews) – Los cristianos y las otras minorías iraquíes necesitan de “garantías” para sobrevivir y de una “base común”, que esté cimentada en el principio de la “ciudadanía, y no en la religión o en la doctrina”. Es lo que escribe el primado caldeo, el Card. Louis Raphael Sako, en un mensaje que fue publicado hoy en el sitio del patriarcado caldeo, y el cual fue enviado a AsiaNews para su difusión.  El purpurado advierte que el “deterioro” de la seguridad en los últimos 13 años - como los raptos, los rescates, homicidios, la destrucción de viviendas y propiedades- ha causado en los cristianos una progresiva “pérdida de confianza”, por lo cual se han visto forzados a emigrar.   

Sin embargo, hoy, más que nunca, es importante reconstruir el tejido social y político, y garantizar un futuro en su país de origen, al cual han brindado “contribuciones muy importante” en el pasado, tanto desde el punto de vista “económico”, como “social y cultural”. Es menester restituirles la “dignidad” perdida, advierte el Card. Sako.

A continuación, transcribimos el texto completo del mensaje del patriarca Sako. Traducción del árabe por Don Rebwar Audish Basa:

 

En este artículo, quisiera tratar sobre los principales motivos que hacen que los cristianos, por un lado, deban permanecer en su tierra de origen, es decir, en Irak; o que por el otro, deban dejarla y emigrar. En cualquier caso, quisiera expresar mi preocupación por la situación, tanto actual como futura, de nuestro país.

Ante todo, debemos resaltar que los cristianos de Irak son un pueblo originario, y no una comunidad inmigrante venida de otro planeta. En efecto, las raíces de los cristianos iraquíes se remontan al siglo I d.C., mientras que sus orígenes étnicos datan de miles de años atrás, siendo éstos descendientes de los caldeos, asirios, siríacos y árabes.   

A lo largo de su extensa historia, los cristianos han servido a su país de un modo muy decisivo e  influyente, en todos los niveles, tanto en el campo económico, cultural y social. Ellos creen firmemente que Irak es su tierra de origen y parte integrante de su identidad, que representan una parte fundamental entre los variados componentes de la sociedad. Por lo tanto, se niegan a ser marginados cuando se trata de la pertenencia a su tierra y al pueblo iraquí. Y a pesar de todo lo ocurrido en Irak, los cristianos desean -desde lo más profundo del corazón, y para todos- la paz, la estabilidad, una verdadera igualdad, un reconocimiento de la ciudadanía que sea real, la libertad y la dignidad.  

 

Los motivos que conducen a emigrar

Los cristianos iraquíes han sido sometidos a presiones sociales y políticas, y son tratados como una minoría insignificante y como ciudadanos de segunda clase. Y, obviamente, este modo de tratarlos les hace daño. Recordemos, por ejemplo, todo lo que sufrieron los cristianos durante la guerra entre Irán e Irak, la ocupación de Kuwait, los 13 años de embargo, la caída del régimen en el año 2003, y el fracaso de los gobiernos sucesivos en el intento por sentar los fundamentos para un Estado nacional y la consolidación de una cultura de la ciudadanía y de la igualdad.   

Muy por el contrario, triunfaron el sectarismo y el tribalismo, que se fundan en la protección exclusiva de sus miembros, en la difusión de una predicación religiosa basada en un fundamentalismo, que hace referencia a conceptos antiguos para justificar la violencia, aún cuando la religión debiera basarse en la misericordia, en la aceptación del otro y en el buen comportamiento en la relación con todos.   

Y como si esto fuera poco, el deterioro de la situación en materia de seguridad que se ha visto en los últimos 13 años, y sus consecuencias -como la serie de raptos, rescates, homicidios, bombardeos y secuestros de viviendas y propiedades- ha hecho que los cristianos pierdan la confianza y la esperanza en un futuro mejor, y todo ello los ha forzado a dejar todo y emigrar.

Pero el shock fue la invasión del Estado Islámico, “Daesh”, y su conquista de la ciudad de Mosul y de todo el territorio de la Llanura de Nínive en el 2014, y el vaciamiento de sus cristianos (ن). El símbolo: (ن : Nazarenos) que el ISIS fue colocando sobre los muros de las casas y propiedades de los cristianos, ya se ha convertido en el símbolo de la persecución anti-cristiana actual.

En realidad, el Estado islámico dio tres opciones a los cristianos: la conversión al islam, el pago de un impuesto en concepto de protección (jizya-dhimma), o el abandono -inmediato y por la fuerza- de su tierra, de lo contrario serían asesinados. Y, por desgracia, Daesh eliminó los monumentos y símbolos cristianos que había en Mosul, tanto aquellos antiguos como modernos.

Inmediatamente después de la caída del régimen (de Saddam Hussein), algunas fuerzas políticas locales iniciaron un conflicto inter-partidario para dominar las ciudades y pueblos cristianos de la Llanura de Nínive, con el objetivo de rediseñar el mapa demográfico de esa zona según los intereses de cada parte en lucha.

 

La barrera militar que separa la pequeña localidad cristiana de Batnaya (bajo el control del ejército iraquí y las milicias chiitas) de las localidades –también cristianas- de Telesqof y Alqosh (bajo el control de las fuerzas armadas ‘Peshmerga’, oriundas de la región autónoma del Kurdistán iraquí) es la prueba concreta de este conflicto. Esta barrera no ha sido removida ni siquiera hoy, a pesar de las promesas de quitarla, tanto por parte de las autoridades de la región del Kurdistán iraquí como por parte del gobierno central de Irak.

Las organizaciones internacionales también han alentado a los cristianos a emigrar, y en este sentido, les han ofrecido todo su apoyo y facilidades. Asimismo, los medios masivos de comunicación de Occidente han trabajado  en esta dirección, reafirmando una y otra vez que –en cinco o diez años- ya no quedarían más cristianos en Irak.  

Todos estos factores han contribuido a un punto de llegada: que los cristianos sientan que su dignidad es atacada, que su confianza se haya perdido, y que su existencia milenaria se vea amenazada. Lo mismo puede decirse con respecto a su pertenencia,  a su historia, a su identidad, a su fe y a su lengua.  Doy un ejemplo concreto, que se refiere a la Universidad de Hamdaniya (en Qaraqosh, que es una ciudad cristiana de la llanura de Nínive). En esta universidad, han nombrado como presidente a una persona que no pertenece a dicha ciudad. Al mismo tiempo, sabemos que la iglesia ha ayudado a la universidad para que ésta pudiera seguir adelante luego de la invasión de Daesh en la zona, y todavía hoy, los estudiantes que asisten a ella utilizan los salones y edificios de la iglesia como aulas universitarias. Hay otros ejemplos tan desagradables y tristes como este.  

Los cristianos representaban aproximadamente un 4 o 5% de la población iraquí. Antes de la caída del régimen de Saddam Hussein, sumaban cerca de un millón y medio de personas, y constituían una élite nacional, cultural, social y económica.

Pero desde principios del 2003, cerca de 1220 cristianos fueron muertos en distintos episodios de violencia en todo Irak, y de ellos, 700 personas –incluso religiosos- fueron asesinados por el sólo hecho de ser cristianos. Se secuestraron cerca de 23.000 propiedades inmobiliarias de los cristianos, e hicieron saltar por los aires unas 58 iglesias. En todas estas estadísticas no se incluye lo realizado por el Estado Islámico. Daesh, en realidad, quemó, profanó -y demás- todas las iglesias en Mosul y en las ciudades y pueblos de la Llanura de Nínive. Y como consecuencia, un millón de cristianos, -sobre un total de un millón y medio- dejaron el suelo iraquí y emprendieron el camino de la emigración.

 

Los factores que motivan a quedarse

Los cristianos iraquíes y las demás minorías necesitan que se les brinden garantías para poder permanecer en su tierra, continuar siendo una presencia milenaria, y seguir conviviendo con los demás elementos que componen la sociedad. Ellos quieren que el gobierno los mire con iguales ojos que a otros grupos, haciéndoles sentir que son ciudadanos con una misma dignidad, tanto en lo que se refiere a derechos como a deberes. Porque la ciudadanía, como bien sabemos, no se cimenta en la religión ni en la doctrina, sino en una base en común.

Los cristianos quieren soluciones rápidas y claras para algunas cuestiones, como pueden ser: el respeto de su identidad, diversidad, las zonas que históricamente les pertenecen (contra cualquier tentativa de propiciar un cambio demográfico y étnico), su protección ante las amenazas, ataques o ante cualquier ley que pudiera oprimirlos.  Por otro lado, hay una gran necesidad de reconstruir la confianza entre los cristianos y sus vecinos en las zonas que han sido liberadas de Daesh, a través de procedimientos concretos como, por ejemplo: la aplicación de penas para los criminales, otorgar resarcimientos a las víctimas por los daños sufridos, la restitución de las propiedades inmuebles a su propietarios originales, la limpieza del territorio para eliminar todas las minas que allí quedan, la reconstrucción de las viviendas, la mejora de los servicios esenciales, para que ellos puedan regresar a sus casas, a sus hogares.   

La situación actual requiere de una estrategia precisa, para establecer una justicia social e iguales oportunidades para todos. Y es muy importante trabajar sobre el discernimiento, la enseñanza, la educación en la cultura de la aceptación del otro, y el respeto recíproco entre las personas que pertenecen a distintas religiones. Todo esto debe hacerse en el hogar, en los lugares de culto, en las escuelas, y hay que dejarlo asentado en los libros, en los programas escolares y académicos, y también en la formación de los docentes. Por último, se debe condenar cualquier insulto o agresión contra cualquier ciudadano, sobre todo si éste es causado por su pertenencia religiosa, doctrinal, étnica o de sexo.

* Patriarca caldeo de Bagdad y presidente de la Conferencia episcopal iraquí

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