Camboya: dos religiosas y una Iglesia que renace
El testimonio de la hna. María y la hna. Teresa, que devolvieron la vida en Kompong Cham a la congregación de las Amantes de la Cruz tras el sangriento régimen de los Jemeres Rojos. Un camino que comenzó en la década de 1990 y acompañó la reconstrucción del país.
Milán (AsiaNews) - Una Iglesia que renace predicando el Evangelio en el mercado. La historia de la hna. Marie y la hna. Teresa, las dos primeras camboyanas que hicieron renacer la vida religiosa después del régimen de Pol Pot, que cuenta el número de este mes de Mondo e Missione, la revista de los misioneros del PIME.
Tras los horrores de los Jemeres Rojos, a principios de los 90 se comenzó por fin en Camboya a respirar un aire nuevo. Marie, cuyo nombre en ese momento era Ang Songvat, trabajaba como secretaria por la mañana, iba al mercado de Kompong Cham para hacer costuras por la tarde y al final del día asistía a la escuela nocturna para completar la escuela secundaria, que no había podido terminar porque en algunas zonas del país todavía seguían los ataques de la guerrilla armada.
En el mercado se hizo amiga de una mujer que -todavía no lo sabía- cambiaría su vida. Era Bun Nath, que vendía pescado junto con otra compañera, Bun Tharin. Ella había conocido el cristianismo, gracias a un sacerdote francés, antes de que los misioneros fueran expulsados en 1975. Bun Nath solo era una niña cuando asistía a la capilla del padre André Lesouef, de las Misiones Extranjeras de París, quien en 1968 había sido nombrado primer prefecto apostólico de Kompong Cham, una localidad que se encuentra a 120 kilómetros al este de la capital, Phnom Penh.
En aquella época, el sacerdote recibía a niños no cristianos en su capilla y hablaba con ellos. Cuando regresó a Camboya en 1992, todas las obras de la Iglesia católica se habían perdido. O eso parecía. Bun Nath, que ya era adulta, escribió una carta al misionero de setenta años, que vivía en Phnom Penh. El padre André no solo consiguió encontrarla sino que la bautizó, y ella fue la primera cristiana de la renacida Iglesia católica camboyana.
Bun Nath había comenzado a contar su experiencia con el cristianismo en el mercado, pero las preguntas de la que después sería la hermana Marie eran cada vez más complejas. Así que Bun Nath le pidió a Bun Tharin que acompañara a Songvat a ver al padre André, que ahora contaba con la ayuda de dos religiosas tailandesas, Pelagie y Xavier, de la congregación de las Hermanas Amantes de la Cruz, una orden fundada en Tailandia por el p. Lambert De la Motte en el siglo XVII. Bun Tharin conocía de vista al p. André y a través de Bun Nath, pero era budista y nunca había pensado en convertirse al cristianismo. Ella había terminado la escuela secundaria y después, debido a las dificultades económicas de su familia, había comenzado a trabajar en la pescadería del mercado.
Cuando estuvo con el misionero francés, Songvat no encontró en realidad las respuestas que buscaba, pero el padre André le preguntó: "¿Quieres estudiar la Palabra de Dios?". Después de este encuentro, las dos mujeres comenzaron, por separado, el camino de catequesis con el misionero. Entre 1994 y 1996, cuando todavía tenían menos de 30 años, recibieron el bautismo. Marie y Teresa están felices con su decisión, pero no fue sencilla: "Éramos budistas por tradición, pero yo me sentí tocada por la iluminación del Señor. La cultura es algo que se absorbe del exterior, pero la Palabra de Dios nos salió al encuentro en el camino”, explica la hna. Marie.
Debido a las condiciones de salud cada vez más precarias del P. André, Marie y Teresa continuaron la catequesis con las religiosas tailandesas. “Su jemer era rudimentario”, cuentan. “Pero nuestra fe era firme y estaba motivada, y por eso iba más allá de la formalidad de las lecciones”. En un determinado momento la hna. Pelagie le propuso a Marie que por las tardes enseñara en su casa costura y escritura a un grupo de jóvenes que todavía no habían recibido el bautismo. Cuando Teresa fue a vivir con ellas, las dos mujeres empezaron a pensar en la consagración.
El P. André se quedó perplejo ante el pedido, pero comprendió que su vocación era sincera: Marie y Teresa ya habían decidido unirse a las Hermanas Amantes de la Cruz, porque el carisma de la congregación es sencillo y basado en un cristianismo del primer anuncio, cuya base es compartir la vida. Pelagie y Xavier llevaron a Camboya las Constituciones de la Orden en thai, idioma que Marie y Teresa aprendieron para poder traducirlas al jemer. Para asegurarse de que no habían tergiversado el contenido, hicieron una comparación final con la versión francesa. La congregación volvió así a echar raíces en Camboya, porque antes del régimen había otras Hermanas Amantes de la Cruz, pero todas habían sido asesinadas o habían huido del país. Un renacimiento que fue de la mano de la reconstrucción del país.
En 2002 comenzaron su noviciado y en 2004 hicieron la primera profesión religiosa y fueron destinadas a la misión de Prey Veng, donde tenían a su cargo algunas casas de estudiantes para mujeres y grupos de iniciación a la fe cristiana. Más o menos las mismas cosas que siguen haciendo hoy. Songvat se quedó a vivir en Prey Veng, mientras que Tharin vive en Stung Treng, en el noreste de Camboya, con otras 9 hermanas profesas.
Mirando hacia atrás en su vida, la hna. Marie y la hna. Teresa, que ahora tienen más de 60 años, recuerdan que, después de recibir el bautismo, dejaron de participar con su familia en las celebraciones budistas en la pagoda. Y ellas mismas tampoco entendían por qué habían cambiado tanto. “En aquel momento no sabíamos cómo responder a nuestras propias preguntas -cuentan-, pero hoy comprendemos que la Palabra pedía ser anunciada precisamente en ese contexto”.
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