En el país hay más de 38.000 reclusos pero las cárceles disponen de menos de 9.000 plazas. Las prisiones funcionan al 343% de su capacidad. Durante la pandemia de Covid, Amnistía Internacional había denunciado que la situación era comparable a una "bomba de tiempo" sanitaria. El gobierno anuncia medidas, pero llegan tarde y son limitadas.

Phnom Penh (AsiaNews) - Desde 2015, se ha duplicado con creces el número de reclusos en las cárceles camboyanas. La población carcelaria vive en una situación de hacinamiento que viola sus derechos: muchas veces no tienen acceso a agua potable y tampoco reciben atención médica. Esta es la conclusión de un informe publicado en los últimos días por el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, según el cual hay oficialmente 38.977 personas en prisión frente a las 8.804 plazas disponibles. Según los activistas de Amnistía Internacional, la situación es comparable a una "bomba de tiempo" sanitaria que podría estallar en cualquier momento.

El estudio de la ONU abarca el periodo comprendido entre el primero de junio de 2020 y el 31 de mayo de 2021. Denuncia la falta de un número adecuado de camas, la situación crítica del suministro de agua potable y aire fresco en las prisiones, factores que supuestamente debían priorizarse durante la pandemia de Covid-19. Según las últimas cifras del informe presentado en Ginebra, durante un seminario sobre la Convención contra la Tortura y las Penas Inhumanas, las prisiones de todo el país funcionan al 343% de su capacidad máxima.

"La situación en las prisiones es tan peligrosa que las condiciones pueden equipararse a un trato inhumano o cruel, dado el nivel de sufrimiento psicológico y físico que soportan los presos" dice una nota que comenta el informe. Los expertos de la ONU también destacaron una serie de muertes sospechosas en prisión, que no se denunciaron ni se investigaron adecuadamente. 

En declaraciones a Radio Free Asia (RFA), el ministro camboyano de Justicia dijo que el gobierno había trabajado para reducir la población carcelaria y que este año habría 2.000 presos menos que en el pasado. Las condenas en suspenso y las medidas de libertad anticipada habrían favorecido una caída en las cifras, aliviando la presión sobre los tribunales y las prisiones. En realidad, se dice que estas medidas son tardías y limitadas, pues en el pasado, varias ONG internacionales habían acusado al gobierno de Phnom Penh de ignorar la emergencia carcelaria. 

Una de las razones que habrían llevado al hacinamiento en las cárceles es el aumento exponencial del arresto de drogadictos, dice Ny Sokha, presidente de la Asociación Camboyana para los Derechos Humanos y el Desarrollo. El riesgo, añade, es poner en peligro la salud física y mental de los presos que, una vez liberados, "ni siquiera estarán en condiciones de trabajar".

En los últimos dos años, Amnistía Internacional publicó imágenes que muestran las "condiciones inhumanas y el hacinamiento extremo" en las cárceles, una realidad que puede compararse con una "bomba de tiempo", en vista de los riesgos asociados a la pandemia. Se trata de instituciones que "ignoran por completo" las normas de distanciamiento y sobrepoblación, añade la ONG internacional. En otro tiempo “eran inaceptables”, pero hoy ya son “completamente impensables”, advierte el director general de la organización, David Griffiths. Las autoridades deben resolver esta crisis urgentemente y dar a todos los presos un acceso adecuado a la asistencia sanitaria sin discriminación."

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