Camboya, pobreza y desigualdad "frenan el desarrollo del pueblo, es necesario un cambio
Phnom Penh (AsiaNews)- "La pobreza, la extrema pobreza en la cual vive actualmente una parte demasiado consistente de la población camboyana" es uno de los frenos principales para el desarrollo del país; esa comporta "aspectos concretos sobre las esperanzas de vida de la gente, sobre su salud y su acceso a la instrucción". Es cuanto afirma mons. Enrique Figaredo, Prefecto apostólico de Battambang (una de las 3 circunscripciones de la Iglesia católica de Camboya). El prelado es también vice-presidente Celac, la Conferencia episcopal de laos y Camboya y presidente de la Caritas Camboya. En este cargo él participa en la Campaña anual de Caritas Francia- Socorro católico, en programa desde el 12 al 18 de mayo, durante la cual intervino en calidad de relator. En una entrevista a Eglise D´Asie (EdA), mons. Figaredo explica que la persistente pobreza es causa de un "consistente flujo migratorio" que involucra "en particular a los jóvenes, que dejan nuestra región de Battambng", que dejan las zonas rurales para vivir en las grandes ciudades. Las metas privilegiadas son Siem Sihanoukville o Phnom Penh, pero "también son muchos los que emigra al extranjero, por ejemplo a Tailandia".
En estos 14 años en la dirección de la Prefectura apostólica, mons. Figaredo vio "mejoras, crecimiento económico del País es un dato de hecho, pero la riqueza no está distribuida en modo ecuo" y "la pobreza es endémica". Entre las franjas más jóvenes de la población, cuenta el prelado, el "deseo de una vida mejor es un dato de hecho". Recientemente Camboya fue sacudida por una serie de manifestaciones, que han visto salir a la plaza a la oposición y a la clase obrera, en algunos casos la respuesta del gobierno fue dura, también si parece prevalecer un tímido tentativo de diálogo. "Lo que el País necesita- continúa- no es una escalada de violencia, sino que las cosas cambien realmente y en modo pacífico. En estos últimos meses hemos multiplicado los seminarios de formación alrededor de estos temas. Esta fue también la ocasión de contactos profundizados con los budistas, en particular con los monjes".
En un contexto fragmentado, que lleva aún los signos del drama de los Kmer rojos y del régimen sanguinario que entre 1975 y 1979 causó la muerte de un cuarto de la población, uno de los principales aspectos de la pastoral de la Iglesia es "construir comunidades que sean como familias". "Los ligámenes sociales han sufrido mucho. Agrega el prelado- y el desarrollo económico actual no ayuda ciertamente a reconstruir". Por esto los católicos tanto en las escuelas, como en los centros para inhábiles, ancianos y personas con problemas mentales como primer objetivo "miran siempre a reconstruir la comunidad".
Del 200 a hoy la realidad católica de Battambang duplicó, pasando de 3 mil a más de 6 mil inscriptos en los registros parroquiales. Las misas están siempre llenas, participan también personas que no han recibido el bautismo, nos cuenta el prelado, pero que son atraídos por "la liturgia, por la atmósfera espiritual, por la fiesta, por los cantos y los bailes". Es evidente-concluye- que los camboyanos advierten también al cristianismo "como una religión que llega del extranjero" y que las iglesias están guiadas por "personal misionero". Es importante para nosotros formar un clero local sólido, en grado de asumirse la responsabilidad de la dirección de la diócesis y de las parroquias. Sin embargo en Battambang "el ambiente es más asiático que europeo, visto que son sólo dos los sacerdotes no asiáticos, mientras que los otros 9 provienen de Indonesia, Filipinas, Corea, Tailandia e India".
Nacido en España el 21 de septiembre de 1959, mons. Figaredo hizo su ingreso en la Compañís de Jesús en 1979 y fue ordenado sacerdote en 1992. En 1985, durante los años de universidad, fue voluntario en el Jesuit Refugees Service (Jrs) y trabajó junto a los refugiados camboyanos en un campo fronterizo con Tailandia. Licenciado en economía, luego en teología y filosofía, él se transfirió a Camboya para ayudar a los mutilados y veteranos de guerra; en 1991 colabora con la construcción de la "Casa de la paloma", centro de acogida para niños víctimas del conflicto. Como gran parte de los cristianos camboyanos, una exigua minoría (2%) en un país de mayoría budista (93%) él está comprometido en actividades caritativas en el contexto de una realidad caracterizada por fuertes conflictos políticos y sociales.