Cambio radical de Beijing respecto al pescado japonés: "recuperación gradual" de las importaciones

Se levanta el bloqueo decretado hace un año, cuando comenzó la liberación de las aguas de Fukushima. Tras meses de negociaciones, se llegó a un acuerdo sobre un control adicional al que ya realiza la OIEA (aunque nadie puede controlar los vertidos de las centrales nucleares chinas). El punto de inflexión fue anunciado tras el ataque mortal a un niño japonés de 10 años en Shenzhen, trágica confirmación de los peligros de la propaganda nacionalista contra Tokio.

Beijing (AsiaNews/Agencias) - Poco más de un año después del drástico bloqueo decretado en agosto de 2023, la República Popular China declaró hoy que "reanudará gradualmente" la importación de productos pesqueros procedentes de Japón, archivando la prohibición generalizada que se impuso cuando comenzó la liberación en el océano del agua utilizada para enfriar la central nuclear de Fukushima, tras el accidente de 2011.

Tokio había declarado desde el principio, con datos certificados por la Agencia Atómica Internacional (OIEA), que estas aguas - adecuadamente tratadas - ya no contienen niveles de radiactividad nocivos para la salud. Beijing cuestionó duramente esa tesis en los medios controlados por el gobierno, alimentando en las redes sociales chinas lo que se ha convertido en una fuerte campaña nacionalista antijaponesa. Japón respondió recordando que - a diferencia de lo que ocurre con Fukushima - no existen datos públicos sobre los niveles de radiactividad en el agua vertida al mar por las centrales nucleares chinas.

Ahora ha llegado el cambio de rumbo, tras meses de negociaciones sobre una cuestión fundamental para las relaciones económicas bilaterales entre ambos países. Según datos aduaneros, en efecto, en 2022 - el último año completo antes del bloqueo - China importó de Japón productos pesqueros por más de 500 millones de dólares.

“China comenzará a adecuar las medidas pertinentes en base a pruebas científicas, y reanudará gradualmente las importaciones de productos pesqueros japoneses que cumplan con los requisitos y estándares regulatorios”, dice un comunicado del Ministerio de Relaciones Exteriores. Por su parte - prosigue la nota - Japón se ha comprometido a "cumplir sus obligaciones en virtud del derecho internacional, a hacer todo lo posible para evitar un impacto negativo en la salud humana y el medio ambiente, y a realizar evaluaciones continuas del impacto en el ambiente y los ecosistemas marinos".

La conocida portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de Beijing, Mao Ning, afirmó sin embargo que China sigue "oponiéndose resueltamente" al vertido de las aguas de Fukushima por parte de Japón, añadiendo que "esta posición no ha cambiado".

Contemporáneamente al anuncio de Beijing, el primer ministro japonés Fumio Kishida afirmó que Tokio "ha informado a la parte china su voluntad de llevar a cabo un mayor control de las aguas tratadas, mientras que la parte china ha decidido restablecer gradualmente las importaciones de productos pesqueros japoneses que cumplan determinados estándares".

Por una trágica coincidencia, este anuncio se hizo al día siguiente de conocerse la noticia de la muerte del niño japonés de 10 años que fue apuñalado en Shenzhen, en un nuevo ataque contra ciudadanos japoneses residentes en China, que se produjo precisamente en el aniversario del incidente de 1931 que dio comienzo a la invasión de Manchuria. Hoy en Shenzhen se instalaron cámaras de seguridad en los alrededores de la escuela japonesa a la que asistía el niño, después de que Tokio pidiera mayor seguridad.

Las autoridades locales todavía no han revelado el móvil del hombre de 44 años arrestado por el asesinato, pero ayer el viceministro chino de Relaciones Exteriores, Sun Weidong, afirmó que el ataque era un "incidente aislado", cometido por un individuo con antecedentes penales.

Mientras tanto, más de 50 residentes chinos se reunieron anoche en el distrito de Shinjuku, en Tokio, para recordar al niño japonés víctima de la violencia en Shenzhen, depositaron flores y guardaron un minuto de silencio. "Sentimos una profunda tristeza por la vida inocente que nos arrebataron, frustración y rabia por no haber podido hacer nada", dijo el organizador, un hombre de 38 años que difundió la idea de la manifestación en las redes sociales.