Budismo tailandés: entre la crisis de la práctica y los nuevos estilos de vida
La transformación del país, pero también el cuestionable comportamiento de varios líderes religiosos, redujo considerablemente el número de jóvenes que ingresan al monasterio a los 20 años. Además, en los medios de comunicación se discute abiertamente sobre la relevancia del budismo en la vida cotidiana actual.
Bangkok (AsiaNews) - En Tailandia, el budismo -una religión que es también un elemento identitario- está bajo presión desde hace tiempo. No sólo el cambio en el estilo de vida en el "país de las sonrisas", sino también el cuestionable comportamiento de varios líderes religiosos está alejando a muchos de la práctica de la fe y de su vínculo con los templos y monasterios.
Una situación que también se pone de manifiesto en el menor número de jóvenes tailandeses que ingresan en los monasterios a los 20 años, o en la reducción de la duración de la experiencia monástica temporal. Además, disminuyen las ordenaciones permanentes y aumentan los casos de monjes que abandonan sus hábitos. Aunque las autoridades siguen informando de una comunidad de unos 300.000 monjes entre 70 millones de tailandeses, la realidad parecería indicar que las cifras son ahora significativamente inferiores.
El debate sobre la relevancia actual del budismo en la vida cotidiana, que también está muy vivo en los medios de comunicación, se alimenta también de una casuística de acciones contrarias a los votos asumidos, que llegan hasta los auténticos delitos contra la persona o la propiedad. El desinterés por la religión se ha acelerado en los últimos veinte años por diversas razones. Entre ellas, la extrema facilidad de los monjes y los monasterios para acumular recursos financieros. Uno de los casos que surgieron recientemente es el de Phra (monje) Kato, de 23 años, muy conocido por el enfoque desencantado de sus sermones. Después de que lo expulsaran de la comunidad monástica por una relación inapropiada, encontró la manera de aprovechar su fama mediática con apariciones breves pero bien pagadas en eventos públicos.
Otra razón es la incapacidad de la institución budista para actualizarse. Muchos acusan a la Sangha -la comunidad monástica oficial, en cuya cúspide se encuentra un Consejo Supremo- de estar demasiado apegada al formalismo, a los cargos y a las funciones, negando el principio esencial del desapego. Al mismo tiempo, está claro que existe un problema en los métodos y el lenguaje para difundir adecuadamente el mensaje budista en la era de Internet y las redes sociales. "Si se ignoran estos estímulos para el cambio, se corre el riesgo de convertir el budismo en una forma sin sustancia", señala Woraphat Phucharoen, de la Fundación Bojjhanga, una organización que propone métodos actualizados en el campo de la enseñanza, la meditación y la práctica religiosa.
Una motivación más, que la religión se involucre en asuntos mundanos. Como destacó Soraj Hongladarom, profesor de filosofía de la prestigiosa Universidad de Chulalongkorn, "en Tailandia se multiplican las noticias sobre la caótica situación política de las organizaciones religiosas, y esto alimenta el escepticismo sobre el papel de los monjes en la sociedad". Por otra parte, aún se mantiene activa en todos los grupos de edad la práctica del retiro espiritual, que permite que la experiencia religiosa se arraigue más en la propia existencia.
