Biskek, la sorpresa de Ayas Kyz para los niños discapacitados
Se trata de una iniciativa solidaria que reúne a las versiones kirguisas de Cenicienta y Papá Noel. A través de ella, personas desconocidas de todo el país envían regalos a los niños con discapacidades. Cada uno dona lo que puede; la única condición es crear un vínculo que perdure en el tiempo.
Biskek (AsiaNews) - En estos últimos días del año, en Kirguistán está en marcha la iniciativa "Ayas Kyz surprise", que envía regalos a los niños discapacitados de parte de personas desconocidas de todo el país. Ayas Kyz es la versión kirguisa de la Cenicienta, que suele ir acompañada de Ayas Ata, el Papá Noel ("Abuelo Escarcha") de la tradición eslavo-asiática.
Aruuke Abdraimova tiene 9 años y cada año prepara un álbum lleno de dibujos de árboles de Navidad y de los dos héroes de la época navideña. Ella los adora y siempre los espera con ilusión: "Quiero que me traigan un bolígrafo 3D, que dibuja solo y luego se seca", dice la niña, que nunca ha podido caminar debido a una enfermedad genética. Desde hace cuatro años, la madre de Aruuke recurre a la "sorpresa de Ayas Kyz", gracias a la cual unos magos desconocidos visitan a los niños en su casa, trayendo paquetes de dulces.
Este año la iniciativa ha llegado a más de 200 niños discapacitados, cuyas peticiones se publican en varias redes sociales, y cualquiera puede hacer realidad uno de los deseos de los niños. El pequeño Roman, también de nueve años, es especialmente aficionado a los juguetes musicales, aunque no desdeña ningún otro regalo. "Canta y baila todo el tiempo, y tenemos que sostenerlo para que no se caiga al suelo todo el tiempo", dice su madre, Alla Brandt, "Con solo ver caras nuevas, está feliz, ya que siempre está en casa con sus padres y abuelos".
Hace dos años que Elena Baryševa participa en la carrera solidaria de la Cenicienta kirguisa. Si bien es posible enviar regalos por correo, a ella le gusta visitar a los niños en sus casas, en la medida de lo posible: "Una madre me escribió, contando que a su hijo le gustaban las señales de tráfico, así que le compré varias señales de juguete para que las usara con los coches, y el niño estaba encantado... En cuanto se las llevé, se olvidó de nosotros y se puso a jugar, como debe ser. Los juguetes no valen casi nada, pero para él eran verdaderos tesoros”
A la casa de Aruuke llegó un estudiante de medicina, Bakyt Džunušev, que quiere ser pediatra y participa de un grupo juvenil que se reúne para enviar a los magos de Navidad a los hogares. Al llegar, se unió a un centenar de niños. "Era la primera vez para mí, y estoy muy contento de que el regalo haya hecho feliz a la niña: he visto su sonrisa, y debo decir que realmente valió la pena", cuenta Bakyt.
La iniciativa de Ayas Kyz no pretende ayudar económicamente a las familias de los niños, sino sólo crear un puente de solidaridad humana para llevar un poco de alegría. Todos compran los regalos que se van a llevar según sus posibilidades económicas. La única condición es no olvidarse del niño al que le han hecho el regalo, porque esperará al mago de la Navidad no sólo año tras año, sino día tras día.
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