Beirut: bombas israelíes contra las frágiles negociaciones para detener la guerra
Las negociaciones para una suspensión de los combates durante 60 días, seguida de la aplicación de la resolución 1701, continúan por vías difíciles. Entre los obstáculos está el empecinamiento militar del Estado judío contra la Tierra de los Cedros. Otro de los dirigentes históricos de Hezbolá, Mohammed Afif, fue víctima de un atentado selectivo. Según estimaciones del Banco Mundial, más de 100.000 viviendas han sido destruidas en los últimos dos meses.
Beirut (AsiaNews) - Apartándose de una norma que observa desde el asalto contra el jefe de enlace y coordinación de Hezbollah, Wafic Safa, el 9 de octubre, y que prohíbe bombardear objetivos situados en el corazón administrativo de Beirut, Israel golpeó ayer de nuevo el corazón de la capital libanesa. En un ataque selectivo, los misiles del Estado judío mataron a dos cuadros de Hezbolá: Mohammed Afif, jefe de los medios de comunicación del movimiento chií proiraní, camarada de la primera hora de Hassan Nasrallah, secretario general de Hezbolá asesinado el pasado 27 de septiembre; Mohammed Madi, jefe de operaciones en el sur de Líbano, también fue alcanzado.
En las últimas horas, Israel confirmó que había matado al «jefe de propaganda» de Hezbolá, un hombre aparentemente afable que había hecho varias apariciones públicas en los últimos tiempos, consciente de que corría el riesgo de ser eliminado. El mismo día, el ejército del Estado judío abrió fuego contra un puesto del ejército libanés en Meri, un pueblo druso de la región de Hasbaya, matando a dos soldados.
Un ataque lanzado a pesar de que, según las normas acordadas previamente, el ejército se considera militarmente neutral, al igual que la Fuerza Interina de Mantenimiento de la Paz en el Sur del Líbano (Unifil). Según los observadores, estos graves acontecimientos forman parte de una nueva fase de la guerra iniciada el 23 de septiembre entre Israel y Hezbolá, que debería preceder a un acuerdo de alto el fuego, cuyos términos se están discutiendo actualmente.
Esta escalada se ha caracterizado por un ataque implacable contra edificios en Haret Hreik, Bourj Brajneh y Chyah, en los suburbios del sur de Beirut. Los libaneses han asistido atónitos, a veces en directo, a veces por televisión, a la destrucción diaria de sus bienes inmuebles. Las incursiones ni siquiera han perdonado a los lugares de culto: las ventanas de una iglesia en las afueras de Hadeth también fueron destrozadas por los bombardeos.
Según estimaciones no oficiales del Banco Mundial, más de 100.000 viviendas han sido destruidas en los dos últimos meses, incluidos pueblos enteros del sur como Kfar Kila y Adeissé, en las inmediaciones de la frontera. La institución internacional ha estimado en 8.500 millones de dólares el coste inicial de las pérdidas sufridas y, por tanto, el importe de las eventuales obras de reconstrucción.
Sin embargo, a diferencia de las operaciones selectivas mencionadas anteriormente, los bombardeos en los suburbios del sur se anuncian con una hora de antelación para permitir que la población civil se ponga a cubierto. Esto ha evitado en general la pérdida de vidas humanas. Desiertas por sus ocupantes desde el primer bombardeo, las casas sólo se inspeccionan durante el día. En este sentido, se ha establecido vigilancia en las calles para evitar el saqueo de los escombros y los robos en los pisos abandonados.
El Frente Sur
En el frente sur, el ejército israelí consiguió finalmente abrirse paso hasta la costa libanesa, eludiendo el cuartel general de las fuerzas de la Unifil en Naqoura, que quería trasladar. Las baterías de artillería pudieron así cruzar la frontera para apoyar las operaciones de los soldados dentro del territorio libanés, que también estuvieron marcadas por la inesperada resistencia de las unidades de Hezbolá.
Además de la resistencia terrestre, el movimiento chií dispara una media de 100 misiles de medio alcance y drones, normalmente contra las regiones de Haifa, Acca y Ashdod. Sin embargo, los milicianos rara vez utilizan sus misiles de largo alcance. Según los especialistas, éstos son controlados por personal iraní y están sujetos a estrictas normas de uso. Los medios de comunicación israelíes afirmaron que «no había indicios de que el objetivo hubiera sido alcanzado», en una estrategia de ocultamiento sistemático de las pérdidas sufridas por el Estado judío.
No obstante, cabe señalar que, incluso en este caso, la guerra entre Hezbolá e Israel tiene algunas limitaciones en cuanto a los objetivos: las infraestructuras de Líbano, en particular el aeropuerto internacional de Beirut, no han sido blanco de los bombardeos; en cambio, objetivos estratégicos como el reactor de Dimona, el aeropuerto israelí David Ben Gurion de Tel Aviv y los campos petrolíferos del Mediterráneo se han mantenido al margen de los bombardeos.
Tensas negociaciones
La escalada militar israelí se produce al mismo tiempo que unas negociaciones muy tensas entre Israel y Líbano, a través de Estados Unidos y el adjunto del presidente saliente Joe Biden, Amos Hochstein, para lograr un alto el fuego. A Hochstein se le espera mañana en Líbano y después viajará a Israel. En realidad, este alto el fuego sería inicialmente una congelación de 60 días de los combates que precedería a la retirada de Hezbolá al norte de la línea del río Litani y al despliegue del ejército libanés en las zonas evacuadas al mismo tiempo que Unifil.
«Las negociaciones tienen lugar bajo el fuego», señala Kassem Kassir, analista próximo a Hezbolá. En su opinión, la intensificación de los combates se debe a que Líbano ha rechazado las condiciones que Israel y Estados Unidos han intentado imponer. Entre las condiciones que el país del cedro se ha negado a aceptar, explica Kassir, se encuentran «la formación de un comité internacional que supervise la aplicación de la resolución 1701 de la ONU y la autorización al ejército israelí para realizar incursiones en el interior de Líbano». Los próximos días serán decisivos para el resultado de las negociaciones. La visita a Beirut de Ari Larijani, principal asesor del Guía Supremo de la Revolución Islámica de Irán, Alí Jamenei, hace pensar que no será fácil llegar a un acuerdo.
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