Beirut: Hezbolá, energía y crisis regional por la elección del presidente

de Fady Noun

El movimiento pro iraní agita el fantasma de la guerra con Israel por el control de los yacimientos y puede paralizar el Parlamento frenando el proceso de nombramiento del próximo jefe de Estado. Los enfrentamientos entre Aoun y Mikati y el abanico de posibles sucesores. El temor del patriarca maronita de que se "manipulen" los tiempos electorales.

Beirut (AsiaNews) - En vísperas de la llegada a Israel del presidente estadounidense Joe Biden, mientras debido al conflicto en Ucrania se consolida la rivalidad ruso-estadounidense, Hezbolá ha subido el tono: "Si se impide que el Líbano haga uso de sus recursos de gas - declaró su secretario general Hassan Nasrallah con motivo del 16º aniversario de la guerra de julio de 2006 - no permitiremos que nadie extraiga y venda el gas, sin importar las consecuencias".

Después de enviar tres drones, hace una doce días, a la zona del yacimiento de gas israelí de Karish, en el norte de Israel, Hassan Nasrallah amenazó con la posibilidad de que su formación comenzara una guerra. El objetivo es hacer valer los derechos del Líbano sobre la totalidad de las reservas de hidrocarburos del cercano campo de Caná (sur del Líbano), del que Israel reclama el 20% de la superficie pero Beirut defiende férreamente, y del que espera ingresos estimados en 600 mil millones de euros.

La opción de la guerra se esgrime abiertamente, aunque Washington y Bruselas siguen buscando una estabilidad regional que les permita abastecer a Europa con gas procedente de Oriente Medio, en sustitución del gas ruso manchado con sangre ucraniana.

¿La cuestión de la frontera marítima con Israel podría ser una nueva carta en la baraja de Irán? La respuesta parece ser "sí", y solo en esta perspectiva se pueden leer algunos hechos de la actualidad libanesa, como el próximo fin del mandato presidencial de Michel Aoun (31 de octubre de 2022), el principal aliado cristiano de Hezbollah, y mientras el primer ministro Nagib Mikati ha recibido el encargo de formar un nuevo gobierno.

La Constitución establece que el sucesor del presidente Aoun debe ser elegido por el Parlamento durante el mes de septiembre. Los candidatos que tienen posibilidades para sucederlo son, por el momento, el líder del CPL Gebran Bassil, el líder de Zgharta, Sleiman Frangié (pro sirio), y el comandante del ejército, Joseph Aoun (que no tiene vínculos familiares con el presidente), que se considera un candidato de compromiso. El líder de las Fuerzas Libanesas Cristianas, Samir Geagea, a pesar de ser un gran elector, no es candidato porque su pasado de miliciano se lo impide.

Obviamente, los respectivos enfoques del jefe de Estado y del primer ministro a cargo sobre la fecha límite presidencial son diametralmente opuestos. Anticipándose a una elección presidencial que percibe como difícil, incluso dominada por el azar, y para asegurar el ascenso al poder de su yerno Gebran Bassil, el presidente Aoun quiere formar un gobierno que sea representativo de todas las comunidades. A sabiendas de que dicho ejecutivo también deberá asumir las prerrogativas del jefe de Estado en caso de que se produzca una vacante temporal de la función presidencial.

Por su parte, al tener en mano tanto la carta de formación del gobierno como el control de los asuntos corrientes, Mikati desconfía de este enfoque del jefe de Estado y la perspectiva de un nuevo mandato de seis años de hegemonía de Hezbolá. En consecuencia, propone una revisión limitada de la formación actual y, en particular, la sustitución del ministro de Energía, Walid Fayad (cercano a la Corriente Patriótica Libre del presidente Aoun), por el empresario sunita Walid Sinno, considerando que el Fondo Monetario Internacional (FMI) pide reformas estructurales, incluso en el sector de la electricidad, para ayudar al Líbano a superar su colapso económico.

En el entorno de Mikati, temen, aun sin admitirlo abiertamente, que se repita el escenario que precedió a la elección del presidente Michel Aoun en 2016. El nombramiento fue precedido por dos años y medio de vacante presidencial debido a la reiterada falta de quórum que provocaban el tándem chiíta y el CPL. Con el Parlamento actual, donde ningún partido tiene mayoría, se puede repetir este escenario, sabiendo que, si no hay consenso sobre el nombre del jefe de Estado, el bando pro-Hezbolá podría paralizar indefinidamente todas las sesiones para la elección del presidente por tiempo indefinido, impidiendo que haya una mayoría presente en la Cámara (65 diputados) y, en consecuencia, que se pueda alcanzar el quórum. En este sentido es necesario saber que, para elegir al jefe de Estado en primera vuelta, se requiere una mayoría de dos tercios de los diputados.

La vacante del cargo presidencial también es motivo de extrema preocupación en la sede patriarcal maronita. “Nos negamos, como pueblo libanés - dijo el primado, card. Beshara Raï, el pasado 10 de julio -, a permitir que se manipulen los tiempos del mandato presidencial. Nos hemos comprometido a respetar los plazos constitucionales previstos para estas elecciones, que se deben celebrar en tiempo y forma”. El cardenal fue incluso más allá, poniendo en guardia contra cualquier tentación que pueda tener el presidente Aoun de ser confirmado en el cargo en caso de falta de consenso sobre el nombre de su sucesor, hipótesis que ya fue rechazada por los colaboradores del jefe de Estado.