Beijing recluta incluso sacerdotes católicos chinos contra las quejas sobre Xinjiang
Los sacerdotes de Fujian hicieron un viaje a la provincia de la represión contra los uigures para "educar el espíritu patriótico" y "crecer en el camino de la sinización". La visita fue encabezada por Mons. Vincenzo Zhan Silu, uno de los dos obispos chinos que participarán en el Sínodo. La promoción del turismo es el camino elegido por el Partido para encubrir la condena de figuras como Ilham Tothi y otras violaciones de derechos humanos.
Milán (AsiaNews)- El Partido Comunista Chino involucra también a los sacerdotes católicos en su campaña para contrarrestar las denuncias sobre Xinjiang, la provincia más occidental de China, que desde hace tiempo es objeto de las preocupaciones de las organizaciones de derechos humanos por la asimilación forzada de los uigures, la población musulmana local. A finales de agosto los organismos eclesiales locales controlados por el Partido en la provincia de Fujian - una de las provincias donde la presencia católica es históricamente más fuerte en China - organizaron un viaje especial a Xinjiang para un grupo de sacerdotes y religiosos católicos. El objetivo declarado era "educar el espíritu patriótico" y crecer "en el camino de la sinización de las religiones" trazado por Xi Jinping.
La noticia fue publicada ayer por el sitio web estadounidense China Aid, que siempre ha estado a la vanguardia en el tema de la libertad religiosa en China. Retoma el contenido de una declaración que se difundió en chinacatholic.cn, el sitio católico oficial de la Asociación Patriótica. La nota - acompañada por algunas fotografías del viaje - informa que el grupo estaba encabezado por mons. Vincenzo Zhan Silu, obispo de la diócesis que el Vaticano llama Funing y el gobierno de Beijing identifica con la denominación administrativa de Mindong. Mons. Zhan Silu es uno de los dos obispos que el Papa Francisco ha nombrado para la inminente segunda sesión de la Asamblea Ordinaria del Sínodo y, por tanto, se le espera en el Vaticano dentro de pocos días. Ordenado sin mandato pontificio por intervención del gobierno chino el 6 de enero de 2000, es uno de los ocho obispos que volvieron a la comunión con Roma en 2018 con motivo de la firma del Acuerdo provisional entre Beijing y la Santa Sede sobre la nombramiento de obispos, cuya renovación se espera en estas semanas. Mons. Zhan Silu es también vicepresidente del Consejo de Obispos Católicos Chinos, órgano colegiado no reconocido oficialmente por la Santa Sede.
"Por medio de estas actividades prácticas de educación patriótica - dice el comunicado difundido por los órganos eclesiales de Fujian - los participantes reconocieron que Xinjiang es una parte inseparable del territorio chino y que todos los grupos étnicos de Xinjiang están estrechamente vinculados a la nación china". Informa también que el obispo Zhan Silu, comentando el viaje, dijo que esperaba que fuera útil para formar un clero "políticamente confiable, religiosamente sólido, moralmente convincente y capaz de cumplir con su deber en los momentos críticos".
Desde mayo de 2014 el gobierno de la República Popular China lleva adelante una "campaña antiterrorista" en Xinjiang, que apunta a los uigures y otros musulmanes turcos que viven en esta provincia con políticas que incluyen detenciones masivas y arbitrarias, trabajos forzados, separaciones familiares y tortura. Precisamente en estos días Human Rights Watch ha lanzado un nuevo llamamiento en favor de Ilham Tohti, economista y activista uigur, condenado a cadena perpetua por "separatismo" por haber fundado el sitio web Uighurs Online. Figura simbólica de la lucha de los uigures por el respeto a su identidad, galardonado con el Premio Sájarov, su familia ni siquiera puede visitarlo desde 2017 y se cree que se encuentra recluido en régimen de aislamiento. En 2022 la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos – tras reiterados intentos de Beijing para impedirlo – publicó un informe en el que se concluye que los abusos contra los uigures “pueden constituir crímenes contra la humanidad”.
En respuesta a estas denuncias - que también plantean el problema del uso del trabajo forzado uigur en las cadenas de suministro de grandes grupos multinacionales -, en los últimos años Beijing se ha centrado en promover Xinjiang como destino turístico, utilizando el mismo folclore local para difundir la imagen de una convivencia pacífica en un contexto plenamente integrado con el resto de China. Un esfuerzo en el que ahora incluso el clero católico ha sido llamado a colaborar.
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