Beijing boicotea la Navidad: signo de desconfiaza en la cultura china
Está en acto una “guerra contra la Navidad”, que llega al punto de prohibir y castigar a los niños de las escuelas que piensar ir a misa. Nacionalismo y orgullo arriesgan mostrar a las otras culturas como enemigas. En la historia de China existió el imperialismo occidental, pero también ha habido experiencias de diálogo entre la cultura occidental y la china, precisamente gracias a la Iglesia católica y a los misioneros.
Roma (AsiaNews) – Este año, China también libra una guerra contra la Navidad, considerada un elemento de “contaminación espiritual” de parte de Occidente. Una mezcla de nacionalismo, resistencia a los derechos humanos, y orgullo que ha llegado a prohibir los adornos navideños (que China produce y vende en todo el mundo), pesebres, saludos y encuentro de oración. En las escuelas, hay rectores que castigan a los niños que se atreven a decir que irán a la misa; según los directivos, ellos “traicionan la cultura china”. El Padre Pedro, un sacerdote del norte de China y autor de esta reflexión, muestra que China necesita distinguir de un modo más científico entre “occidente” y “cristianismo”, pero también debe reconocer que muchos cosas grandes de la civilización occidental, de las cuales China hoy se jacta, llegaron a ella precisamente a través de los misioneros y cristianos. La Navidad es la fiesta de la encarnación, de Dios que se mezcla con el hombre. Por lo tanto, esta fiesta es también un modelo de integración y diálogo entre las culturas.
Tanto la cultura china como la cristiana son dos civilizaciones. El mundo civilizado tiene distintos colores porque está compuesto por muchas civilizaciones. Las distintas civilizaciones deben tolerarse y completarse, así pueden brillar juntas. Lamentablemente, el miope nacionalismo y el nazismo, la mentalidad ignorante e incivilizada del conflicto chino anti-occidental solo pueden conllevar la destrucción de las culturas y civilizaciones a nivel mundial y regional. A la llamada Revolución Cultural China del siglo pasado, hoy se la define como “la década del caos”. Con ella, no solo se quería destruir y eliminar la civilización cristiana, sino también atacar y dañar la civilización china, provocando daños tan graves que no pueden compararse con otros casos similares en la historia humana. Sin duda, el imperialismo occidental que invadió China durante la dinastía Qing era algo digno de condenar, que ameritaba la resistencia de parte de los chinos. Sin embargo, no fue justo que la furia de la gente contra el imperialismo desembocara en la violencia contra los misioneros y creyentes cristianos.
Hace algunos años, 10 graduados universitarios chinos propusieron un boicot contra los festejos de la Santa Navidad. Luego de ello, siempre surgieron jóvenes furiosos, dispuestos a boicotear esta fiesta. Ahora, son los dirigentes de gobierno, las empresas y los directivos de las escuelas los que ordenan que no se debe festejar más la Santa Navidad, enarbolando la bandera de la cultura y la civilización chinas. ¿Pero acaso la cultura y la civilización chinas deben rechazar otras culturas y civilizaciones? Si todas las naciones se atienen solamente a sus propias culturas y civilizaciones, ¿cómo puede darse la integración cultural, a través de los intercambios entre distintas culturas?
El cristianismo no solo ha llevado la fe al pueblo chino, sino también la ciencia, la filosofía, la medicina y la matemática. La mayor parte de los misioneros católicos de la última etapa de la dinastía Ming y de principios de la dinastía Qing poseían cualidades científicas y eran expertos en Matemáticas. Basta con pensar en Matteo Ricci, Nan Huairen (el belga Ferdinand Verbiest, 1623-1688), Tang Ruowang (el alemán Adam Schall von Bell, 1592-1666) y en otros. Ellos no solo trajeron la ciencia europea a nuestro país, sino ue además tradujeron la cultura china en libros, y la llevaron a Europa. Si no hubiéramos aprendido de la cultura europea, temo que los chinos todavía estaríamos usando una coleta y no tendríamos aviones ni cañones. Durante la dinastía Qing, el misionero Tang Ruowang fue premiado por la Corte imperial por su invalorable contribución al reforzamiento de la capacidad defensiva.
Sin la medicina moderna, introducida por los misioneros, no tendríamos estos hospitales esparcidos por todo el país. Y la medicina moderna forma parte de la cultura o civilización occidental. Las culturas de todas las naciones pertenecen al mundo entero, sin fronteras; como sucede con la verdad, que no es de ninguna nación. La resistencia a las culturas extranjeras y a la civilización cristiana demuestra una falta de confianza en la propia cultura y también muestra un corazón mezquino y cerrado.
Jesucristo nació siendo judío, en Israel, un pequeño territorio asiático. El perdón y la fraternidad de Cristo han influenciado a Europa y al mundo. Donde uno vaya, la Iglesia católica siempre presenta a los pueblos la naturaleza noble de la fe, demuestra un respeto hacia las civilizaciones locales y la voluntad de asimilar de ellas los elementos positivos.
La Iglesia nestoriana, que llegó a China durante la dinastía Tang, interpretaba la redención de Cristo con un lenguaje arraigado en la cultura china, que resultaba comprensible para la gente local. Esta sabiduría ayudó mucho a la evangelización. Hubo misioneros, como Matteo Ricci y Michele Ruggeri (Luo Mingjian), que cuando vinieron a predicar en China por primera vez, se afeitaron la cabeza y se vistieron como “Monjes extranjeros”. Luego, e vistieron como intelectuales confucianos. Sin duda, hay diferencias entre la cultura europea y la china. Ahora, los cristianos se visten como los europeos o los americanos. Quizás hay quien tiene intenciones de difundir los trajes chinos, pero eso no tendrá éxito, porque la vestimenta china puede ser agradable, e incluso pueden ser llevada en ocasiones ceremoniales, pero no es práctica.
La Santa Navidad es una fiesta cristiana, de naturaleza religiosa, en memoria del nacimiento de Jesucristo. Pero muchas personas de negocios aprovechan esta festividad como una ocasión comercial, sin conocer nada sobre la salvación y la misericordia de Jesucristo, ni sobre el significado del cristianismo.
De modo que cuando sepan de la preocupación de que el cristianismo destruya la cultura china, pueden quedarse tranquilos. Decenas de millones de cristianos que viven en China no constituyen ninguna amenaza para la cultura china. Es más, los cristianos chinos se sienten orgullosos de la cultura china y está en sus deseos combinar el cristianismo y la civilización china de modo que las dos realidades se integren perfectamente. Incluso los sacerdotes católicos chinos se esfuerzan en hallar el modo de inculturar el cristianismo.
Jesucristo se encarnó, volviéndose uno de nosotros, precisamente para que los hombres y mujeres podamos entender que somos todos hermanos y hermanas, para querernos unos a otros, como miembros de una misma familia. Solo con esta sabiduría, el mundo puede volverse realmente bello, verdaderamente humano, como un Paraíso en la tierra.
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