Bartolomé I: Detengan los incendios en el Amazonas y en el mundo
El patriarca ecuménico de Constantinopla hace un llamamiento, pidiendo que se preste mayor atención para combatir los incendios y hacer frente al calentamiento global. Los árboles son importantes para el cambio climático. Estar más atentos a cómo vivimos, qué consumimos y cuáles son nuestras prioridades.
Estambul (AsiaNews) – Un llamado a cuidar la creación y sobre todo, prestar mayor atención a lo que sucede en el Amazonas y en el mundo -África, Alaska, España, Siberia…- donde se despliega una serie de incendios, dolosos o debido al calentamiento global, que comprometen el futuro de la humanidad: es el Mensaje del patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, que presentamos a continuación. Él se cuenta entre los primeros líderes de la Iglesia en adquirir conciencia y despertar a una responsabilidad de los creyentes frente al cambio climático. En el Ángelus del domingo pasado, 25 de agosto, el Papa Francisco también expresó su “preocupación” por los incendios en la selva del Amazonas. “Ese pulmón verde -dijo- es vital para nuestro planeta”.
En las últimas semanas, nuestro planeta ha asistido a olas de calor extremo y a vastos incendios en todo el mundo -desde la selvas tropicales del Amazonas a las regiones desérticas de África, y en regiones que normalmente están cubiertas de nieve, como el Ártico y Alaska, hasta regiones muy alejadas de ellas, como España y Siberia. Mes tras mes, hemos sentido temperaturas récord y olas de calor sin precedentes, que han dado lugar a la destrucción de millones de acres y han puesto en dificultades a millones de personas. La intensidad de estos incendios y tormentas ha ido creciendo de tal manera, que exige de nuestra parte cambios críticos y adecuados.
Los científicos nos advierten acerca de la amenaza que semejantes incendios conllevan para los ecosistemas del mundo, que poco a poco, quedan más comprometidos y vulnerables. El impacto de estos incendios puede prolongarse por generaciones, alterando el suelo, las infraestructuras y afectando a los seres humanos. Los árboles son vitales para el suelo, para nuestra supervivencia y para nuestro espíritu. Los árboles no tienen valor solamente por su belleza estética o por los beneficios comerciales que brindan, sino esencialmente, por ser nuestra defensa para afrontar el cambio climático. Plantar más árboles es algo que se recomienda, pero cortar menos es quizás la respuesta más urgente ante el calentamiento global.
Si bien la crisis de estos incendios globales no puede atribuirse parcial o totalmente al cambio climático, sin lugar a dudas, los acontecimientos calamitosos que el mundo está viviendo son una señal de alarma sobre las urgentes y horribles repercusiones, cuyo nivel no hace sino crecer, de las emisiones de carbono.
Por tanto, estos fenómenos extremos deben, cuando menos, empujarnos a considerar la fragilidad de la naturaleza en su esencia, los limitados recursos de nuestro planeta y la sacralidad única de la creación.
En la Carta Encíclica que será publicada el primero de septiembre, delineamos varias iniciativas y actividades que, de manera pionera, el patriarcado ecuménico ha llevado adelante en los últimos 30 años, observando asimismo los principios y preceptos propuestos por la Iglesia ortodoxa en los últimos 20 siglos, en lo que se refiere a preservar la creación de Dios.
Rogamos por todos aquellos que se ven amenazados o afligidos por estos incendios en todos los rincones de la Tierra. Pidamos a todos los fieles y a todos los hombres de buena voluntad, evaluar cómo vivimos, qué consumimos, cuáles son nuestras prioridades, usando las palabras de la Divina Liturgia: “¡Recemos con atención! ¡Levantémonos con asombro!”.
El Fanar, sábado 24 de agosto de 2019
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