Bartolomé y Kirill buscan llegar a un acuerdo sobre la auto-cefalia ucraniana
Auto-cefalia significa que los ortodoxos dejarán de depender de la jurisdicción de Moscú. Rumores sobre la posibilidad de un cisma. Pero es improbable: se trata de cuestiones administrativas, y no de cuestiones dogmáticas. La reivindicación del primado por parte de Constantinopla. Etnofiletismo, el mal de la ortodoxia. Un análisis del encuentro entre los dos patriarcas.
Estambul (AsiaNews) – Duró poco más de tres horas el encuentro entre el patriarca ecuménico Bartolomé y el patriarca de todas las Rusias, Kirill, llevado a cabo el 31 de agosto en Fanar. El tema central a tratar fue el intercambio de pareceres “sobre cuestiones bilaterales”, pero el punto más candente -del cual todo el mundo ortodoxo habla- es la de la auto-cefalia en la Iglesia ortodoxa de Ucrania. Un pedido que fue presentado por los ucranianos ante el patriarcado ecuménico en abril de este año.
Auto-cefalia significa conceder al patriarcato de Kiev la gestión de los asuntos eclesiásticos por cuenta propia, sin depender de la jurisdicción de Moscú.
Como ya fuera afirmado en AsiaNews, el encuentro entre Bartolomé y Kirill fue “fructífero”, “cordial” y “sincero”.
Pero más allá de la crónica, deben tenerse en cuenta ciertas consideraciones.
Ante todo, el por qué de la visita a Fanar, solicitada por el mismísimo Kirill. La respuesta a ello es simple: Moscú ha percibido que la separación de la Iglesia ucraniana ya es un dato de hecho, que resulta inevitable. Como consecuencia, casi 30 millones –tantos serían los fieles ortodoxos de etnia ucraniana- además de la diáspora, pasarán a referirse al patriarcado de Kiev, y ya no dependerán de Moscú. Kirill tuvo que dejar a un lado la magnífica soberbia en la relación con Constantinopla, y se apresuró a visitar a Bartolomé. Pero pocas semanas antes, él había intentado convencer por teléfono a Putin –que estaba en Ankara- para que frenase a Bartolomé, y así no seguir adelante con los procedimientos para la concesión de la auto-cefalia a Kiev.
El rol del patriarcado de Constantinopla
Resulta elocuente cuanto fue dicho por el metropolita de Francia, Emanouel, al término del encuentro entre los dos patriarcas: “El patriarcado ecuménico no amenaza a nadie, pero tampoco acepta amenazas de nadie”. También hizo una observación sobre la larga experiencia de Constantinopla como Iglesia madre del mundo ortodoxo.
Hace dos días, al concluirse una suerte de sinapsis de 100 metropolitas del patriarcado ecuménico que están diseminados por el mundo (v. Foto 2), el mismo Bartolomé, declaró: “Si durante el primer milenio, la Iglesia debió hacer frente a la cuestión de las herejías, en el segundo milenio y hasta el día de hoy, ha surgido el fenómeno del etno-filetismo, que ha querido eliminar la larga tradición oriental, hasta llegar a parecer una Iglesia sin pastor. Nuestra fuerza –concluyó Bartolomé- se limita únicamente al ejercicio de la diaconía al servicio del Misterio de la Iglesia y no a la búsqueda del ejercicio de un poder secular, empapado de soberbia”.
Moscú parece haber entendido que fue un gran error no haber participado en la labor del Sínodo pan-ortodoxo celebrado en Creta en junio de 2016, retirándose una semana antes del inicio del encuentro. Allí se discutió acerca del futuro del planeta ortodoxo, de sus relaciones con las demás confesiones cristianas, del diálogo inter-religioso, del devenir del mundo, pero también, de las relaciones entre las Iglesias ortodoxas, de la diáspora, de la concesión de la autonomía y de la auto-cefalia.
Cabe recordar que según los cánones de la Iglesia oriental, la concesión de la auto-cefalia siempre ha sido prerrogativa del patriarcado ecuménico de Constantinopla. Moscú misma la recibió de Constantinopla, en el año 1589. Y la recibió – en realidad, alejada del Patriarca Jeremías II- como resultado de las presiones ejercidas por el poder político de Moscú, que en esa época se había proclamado Tercera Roma.
Siempre por motivos políticos, y siempre de parte del patriarcado ecuménico, se procedió a conceder la auto-cefalia a las Iglesias de Grecia, Bulgaria, Serbia, Rumania, Polonia, Georgia, etc. …
Precisamente en la vigilia de la visita de Kirill a Fanar, con una carta escrita en un tono bastante severo, el patriarca serbio Irineo invitó a Bartolomé a reflexionar sobre el hecho de que una eventual concesión de la autocefalia a la Iglesia ucraniana, solicitada por el poder político de Kiev, sería un motivo de cisma en el mundo ortodoxo.
Tuvo que aguantar las respuestas provenientes de varios ambientes ortodoxos, que le recordaron que la Iglesia serbia también supo recibir la auto-cefalia como resultado de presiones políticas, e incluso le recordaron que cuando en 1878 el patriarcado de Constantinopla condenó el etno-filetismo, todos prefirieron seguir su propio camino.
Conclusión: ¿qué irá a suceder?
Por cierto que habrá varias presiones y amenazas. Hay quienes hablan de un cisma en el contexto ortodoxo, similar al de Lutero y Roma. Pero esto es improbable: todo aquello sería extraño a la tradición ortodoxa, porque aquí no se trata de una cuestión dogmática, sino de una cuestión administrativa. Quizás pueda darse una ruptura provisoria de la comunión.
Según fuentes bien informadas, igualmente se procederá a la concesión de la auto-cefalia a Kiev y, al mismo tiempo, se permitirá a Moscú mantener bajo su jurisdicción a cerca de 10 millones de rusoparlantes, para salvar el honor de las armas.
Un gran pensador griego de la década del ’70, Gabriel Arnellos, profundo conocedor del mundo cristiano y ecumenista convencido, afirma que la Iglesia de Cristo se detuvo en Jerusalén: más tarde se convirtió en una institución autorreferencial secularizada. Por este motivo, no ha podido desarrollar el mensaje evangélico, y se ha convertido en cómplice de los poderes fuertes de este mundo, y sumisa a ellos.
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