Bangkok, presiones contra la oposición birmana y los refugiados
Gobierno tailandés: cárcel para los que se oponen "irregularmente" a la junta militar de Naypyidaw. Y los prófugos de Myanmar seguirán siendo bienvenidos "sólo si la comunidad internacional proporciona los medios económicos". Bangkok ha sido un punto de referencia para los movimientos y los medios de comunicación en el exilio, pero ahora las relaciones entre Prayut y el general Min Aung Hlain son cada vez más estrechas.
Bangkok (AsiaNews) - En Tailandia, que siempre ha estado involucrado en las tensiones y conflictos birmanos, el gobierno ha ordenado no dejar espacio para los que se oponen al nuevo régimen birmano. Bangkok siempre ha sido una tierra de acogida para los prófugos y un refugio para los opositores, desde los días de la dictadura. Pero ahora las autoridades tailandesas han decidido que serán identificadas y arrestadas todas las personas que se encuentran ilegalmente en el país y se oponen a la junta militar que gobierna Myanmar desde el 1 de febrero. Además, se informó al cuerpo diplomático de Bangkok que el país aceptará un número limitado de personas que busquen refugio, y por un período transitorio, pero solo si la comunidad internacional proporciona los medios financieros para acogerlos y asistirlos.
La solicitud de ayuda internacional confirma la línea habitual de las autoridades tailandesas, que durante las décadas de dictadura militar acogieron a un gran número de prófugos birmanos, la mayoría de la etnia karen, en nueve campamentos ubicados las zonas fronterizas. En este momento hay cerca de 130 mil, muchos de ellos nacidos en Tailandia y generalmente integrados en las comunidades locales, aunque la mayoría no tiene derecho a documentos de identidad reconocidos que les permitan, por ejemplo, la libre circulación y el acceso a servicios educativos, de salud y asistenciales. En los últimos años Bangkok había alentado un movimiento de retorno, aprovechando la presencia en Myanmar de un gobierno democrático.
Las autoridades tailandesas se habían mostrado hasta ahora relativamente tolerantes con los disidentes, otorgando hospitalidad e incluso cierta libertad de acción a los grupos contrarios a la dictadura, siempre que no estuvieran armados. Lo mismo ocurría con los medios de comunicación independientes, que durante mucho tiempo fueron la principal fuente de información sobre el Myanmar controlado por el ejército y también durante el gobierno civil cuyo rostro internacional era Aung San Suu Kyi.
La situación se ha deteriorado gradualmente en los últimos tiempos y ahora, con el llamado a las armas del gobierno en el exilio contra el régimen militar de Myanmar, amenaza con precipitar. Tailandia mira con temor la perspectiva de una nueva afluencia masiva de refugiados desde la frontera occidental, sobre todo en la actual situación de pandemia. Pero la presión también se debe considerar desde el punto de vista de las relaciones entre los militares tailandeses (que también detentan el poder bajo apariencia civil) y los birmanos, y sobre todo de las relaciones personales entre el primer ministro tailandés, Prayut Chan- ocha, un ex general golpista, y el líder de la junta birmana, el general Min Aung Hlain.
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