Asjabad: el gobierno recorta sueldos de docentes para ayudar a los niños de la calle

de Vladimir Rozanskij

Retiene 57 dólares del salario mensual. Los docentes que se opongan podrían ser objeto de inspecciones y despidos. Cada escuela tendrá que hacerse cargo de un grupo de entre 5 y 10 niños. El Estado arremete contra los empresarios que recaudan fondos para niños necesitados: los acusa de "excesos de caridad". Las autoridades se niegan a reconocer los problemas sociales derivados de la crisis económica.

Moscú (AsiaNews) - El gobierno de Turkmenistán decidió retener una parte del salario docente para ayudar al mantenimiento de los niños de la calle, que pasan el día mendigando. Se trata de una iniciativa propuesta por el concejo municipal de Turkmenbashi, una de las ciudades donde el fenómeno adquiere dimensiones que saltan a la vista.

Un asesor del departamento de educación pública local declaró a Radio Azatlyk que "en la reunión del Concejo pensamos que si los padres no son capaces de ocuparse de sus hijos, entonces los directores y profesores de las escuelas tendrán que hacerse cargo de esta tarea y educarlos en sus aulas". Por ello, los concejales resolvieron que cada mes se descontarán 200 manats (57 dólares estadounidenses) del sueldo docente, que serán destinados a los niños que mendigan -y figuran en las listas de la policía- a los que se proporcionará comida y ropa.

Los docentes que se opongan a este recorte salarial "social" podrán ser sometidos a inspecciones e incluso ser despedidos, amenaza la administración. Según la resolución, cada escuela deberá hacerse cargo de entre 5 y 10 niños. Los profesores no están contentos con esta decisión, pero tampoco tienen valor para protestar en voz alta; al fin y al cabo, sus sueldos ya se han reducido para sufragar otros gastos que nada tienen que ver con su labor educativa, como la compra de plantones para nuevos cultivos, la escarda de los campos de algodón y la recolección del algodón, los costes de los bordados en seda, las ceremonias públicas y la remodelación de las escuelas.

En el último tiempo ha crecido el número de niños que deambulan por las calles, sobre todo en las ciudades más pobladas y cerca de los mercados, como el "Kenar" de Turkmenbashi. Con frecuencia, los menores vigilan los cubos de la basura y se dedican a hurgar entre los residuos. Muchos son sorprendidos mientras intentan robar algo en tiendas o puestos de mercado. En los internados regionales suelen faltar plazas para alojarlos, y en los orfanatos los niños también pasan hambre. Las autoridades locales ya no saben qué hacer, y por eso descargan la responsabilidad sobre el cuerpo docente.

En la localidad de Bayramali, en el velayat (región) de Mari, sorprendieron a un grupo de niños que esperaban a que cerrara una tienda. Los pequeños, vestidos con harapos sujetos de forma inverosímil, se lanzaron a coger paquetes de galletas de la estantería cercana a la salida y luego huyeron a toda prisa. Un hombre que pasaba por allí consiguió atrapar a uno de ellos, y el dueño de la tienda se abalanzó sobre él y exigió que el hombre lo denunciara inmediatamente a la policía, pues de lo contrario los demás niños volverían a asaltar su negocio.

El niño dijo que estaba cursando tercer grado, pero que, en vez de ir a la escuela, tenía que buscar algo para alimentar a sus dos hermanitos. El hombre, un empresario local, le pagó al dueño de la tienda los 7 manats de las galletas y dejó que el niño se marchara. Algunos empresarios intentan recaudar fondos para ayudar a los niños, pero el Estado bloquea las iniciativas acusándolos de "excesos de caridad” con dinero que ocultan al fisco.

En muchos casos, los padres de estos niños trabajan como empleados temporales en el extranjero y luchan por enviar dinero para mantener a sus familias. Mientras tanto, las madres van de un lado para otro en busca de ingresos extra: no tienen tiempo para cuidar de sus hijos y vuelven a casa por la noche, muchas veces con los bolsillos casi vacíos. La policía intenta dispersar a los grupos de mendigos -cada vez más numerosos- y trata de obligar a los niños a permanecer en la escuela. Junto con los docentes, insisten en que los niños cumplan con sus deberes.

El gobierno se niega a reconocer los problemas sociales relacionados con la crisis económica: no comenta los datos sobre el crecimiento del desempleo y el hundimiento del nivel de vida a niveles cada vez más bajos, y tampoco proporciona ayuda suplementaria a los sectores más pobres de la población. Por el contrario, proclama que en el país "abunda la producción de alimentos" e incluso realiza envíos simbólicos de ayuda humanitaria a otros países, como Afganistán y Pakistán.