Asia-Pacífico: dos de cada tres trabajadores están en el sector informal
Un informe de ESCAP denuncia que el crecimiento del PIB en los últimos 15 años no ha ido acompañado de un aumento adecuado del empleo. Los llamados working poor también aumentan: en Asia, los trabajadores vulnerables corren el riesgo de caer en la pobreza debido a los elevados costes de la atención médica. El envejecimiento de la población es la principal preocupación: en 2050 habrá mil millones de personas mayores de 65 años en Asia y Oceanía.
Milán (AsiaNews) - La fuerza de trabajo del continente asiático no es suficientemente "productiva, protegida y sana". Así lo afirma un informe publicado ayer por la Comisión Económica y Social de Asia-Pacífico (ESCAP) titulado "La fuerza laboral que necesitamos. Perspectivas sociales para Asia y el Pacífico".
Las razones de esta escasez cualitativa de la fuerza productiva hay que buscarlas en el crecimiento del trabajo informal. Un fenómeno que afecta al 68% de los trabajadores, -aproximadamente dos de cada tres- , es decir, a 1.400 millones de personas, 600 millones de las cuales están empleadas en el sector agrícola.
En otras palabras, el crecimiento del PIB en Asia durante los últimos 15 años no ha ido acompañado de un aumento adecuado del empleo. En algunos países incluso ha disminuido: la mayor parte de este "crecimiento sin empleo" se ha producido en el sur de Asia, donde millones de trabajadores se ven obligados a aceptar trabajos informales caracterizados por la ausencia de contratos, salarios insuficientes, horarios irregulares y condiciones laborales peligrosas.
El empleo informal aumentó en 14 de los 19 países de la región de los que se dispone de datos. Asimismo, entre 2010 y 2021 se crearon 20 millones de empleos precarios y en algunos países (Afganistán, Laos, Corea del Norte, Nepal, Papúa Nueva Guinea) estos crecieron incluso más rápido que el empleo total. En la actualidad, la mitad de los trabajadores asiáticos carece de cualquier tipo de protección social y, por tanto, son "muy vulnerables a las crisis sistémicas", según el informe. Sólo en Mongolia, Kazajistán, Australia, Nueva Zelanda y Singapur el 100% de la población disfruta de al menos un plan de protección social, seguidos de Japón, con el 98%, y Georgia, con el 97% (véase el gráfico 1).
La vulnerabilidad de la fuerza laboral socava su productividad: la imposibilidad de acceder a un sistema de salud aumenta el ausentismo por enfermedad. Con ello crece la pobreza y disminuye la fuerza productiva, que en Asia ha caído por debajo de la media mundial. El estado de salud de los trabajadores está directamente relacionado con la productividad laboral y con el desarrollo de una nación, pero los trabajadores de los países de renta baja y media pueden esperar morir 13 años antes que los de los países de renta alta. Por otro lado, las tasas de mortalidad infantil de Asia son 10 veces más altas (véase la figura 2). Los gastos médicos son tan elevados que millones de familias se ven forzadas a vivir en la pobreza; en 2017 esta cifra fue del 16%, la más alta a nivel mundial.
Otra consecuencia del aumento del trabajo informal y precario es que la mitad de los trabajadores asiáticos (3.200 millones de individuos, más de la mitad de la mano de obra global) son working poors, trabajadores pobres o casi pobres, que ganan menos de 5,50 dólares al día. Al menos 158 millones de personas perciben una remuneración de 3,2 dólares al día (pobreza moderada), mientras que 85 millones viven en la pobreza extrema, es decir, con menos de 1,9 dólares al día. Los aumentos más significativos se registran en Papúa Nueva Guinea, Islas Salomón, Timor Oriental, Camboya, Laos e India. (véase el gráfico 3).
Incluso antes de la pandemia y de la guerra de Ucrania, más de la mitad de los trabajadores del continente carecían de ingresos regulares durante los 12 meses del año. Más de una cuarta parte no tenía alimentos suficientes y un tercio carecía de protección sanitaria para seguir trabajando. Todo ello se traduce en una pérdida de capital físico y humano y de mano de obra adicional.
Según ESCAP, hay tres tendencias futuras que podrían socavar aún más las condiciones de los trabajadores pobres y precarios, aumentando aún más las desigualdades: el cambio climático, la digitalización y el envejecimiento de la población.
Como no existen políticas de adaptación, las catástrofes naturales afectan principalmente a las pequeñas empresas. Si se mantienen las tendencias actuales, las proyecciones de ESCAP sitúan a un tercio de los trabajadores asiáticos en situación de alto riesgo. De los 10 países más vulnerables del mundo al cambio climático, ocho se encuentran en Asia.
Algo similar sucede con la digitalización, que corre el riesgo de dejar atrás a un amplio segmento de la población: en Asia-Pacífico, menos de dos tercios de la población tiene acceso a Internet, frente al 90% de la media de los países desarrollados.
Los mayores de 65 años, por su parte, han pasado de 171 millones en 1990 a 445 millones en 2021 y se espera que vuelvan a aumentar en 2050, superando los mil millones. Como resultado, la edad media del conjunto de la población y la mano de obra aumentará de 32,5 años en 2020 a 40,3 en 2050. En un futuro próximo, una mano de obra reducida tendrá que mantener a un número creciente de jubilados y pensionados. Por lo tanto, subraya ESCAP, “será cada vez más importante ampliar el abanico de oportunidades de trabajo decente para los trabajadores de más edad y apoyarles para que sigan siendo productivos y saludables mediante un sistema de asistencia sanitaria que satisfaga las necesidades de las personas mayores".
17/12/2016 13:14