Asesinato de la joven que denunciaba las violaciones en las madrasas: 16 condenas a muerte

El veredicto fue emitido por un tribunal de Feni, en el sur de Bangladés. Nusrat Jahan Rafi, de 19 años, que rompió el silencio sobre el fenómeno de los abusos sexuales dentro de las escuelas religiosas. Entre los condenados está también el director de la madrasa, su asesino.

Daca (Asianews/Agencias)- Un tribunal de Bangladés estableció la condena a muerte de los 16 imputados por el homicidio de una estudiante que denunciaba las violaciones dentro de las madrasas islámicas. El veredicto fue emitido esta mañana por el Tribunal para la prevención de la represión de mujeres y niñas (Women and Children Repression Prevention Tribunal) de Feni, en la división de Chittagong (sudeste del país). Los jueces impusieron a los imputados de una multa de 100 mil taka cada uno (poco más de 1.000 euros).

Entre los condenados a la pena capital está también el director de la madrasa, Siraj Ud Doula, ejecutor material del homicidio de la alumna, Nusrat Jahan Rafi. La estudiante de 19 años fue violada por el director de la escuela en Feni, que luego pretendía retirase la denuncia. Frente al rechazo de la joven, el hombre la atrajo con un engaño al techo de la escuela y le dio fuego. Murió después de 4 días de agonía, el 10 de abril pasado.

Además del director, los condenados son Ruhul Amin, vice director de la madrasa y presidente del Awami League en el sub-distrito de Sonagazi; AL Maksudul Alam, secretario del sub-distrito; los docentes Abdul Kader y Afsar Uddin: los estudiantes Saifur Rahman Mohammad Zubayer, Javed Hossain alias Shakhawat Hossain, Kamrunnahar Moni, Umme Sultana Poppy, Abdur Rahim Sharif, Iftekhar Uddin Rana, Imran Hossain Mamun, Mohiuddin Shakil, Mohammad Shamim, Nuruddin y Shahadat Hossain Shamim. Todos, escribe el fiscal general Hafez Ahmed, “son culpables en manera directa o indirecta de estar involucrados en la extorsión de dinero o molestias sexuales”.

El caso de Nusrat sacó a la luz el fenómeno de los abusos sexuales sufridos dentro de las escuelas coránicas por parte de directores y docentes. Las violencias son transversales y afectan ya sea a los jóvenes como a las muchachas, sobre todos a aquellos que provienen de familias pobres que de otro modo no tendrían los medios para hacer estudiar a sus propios hijos. De hecho, las madrasas, si bien no a nivel de otras escuelas, dan una grado mínimo de instrucción y son totalmente gratuitas. Después de la estudiante, otros jóvenes-sobre todo ex estudiantes- encontraron el coraje para denunciar a sus propios ejecutores, a menudo convirtiéndose en víctimas de venganzas e intimidaciones.