Asalto al Congreso: daño grave a la imagen de Washington

China y otros países hostiles lo ven como la declinación de la democracia estadounidense. Los activistas democráticos de Hong Kong no son como los atacantes fanáticos de Trump. Las dictaduras salen fortalecidas. El 70% de la población estadounidense condena la irrupción en el Capitolio.

Hong Kong (AsiaNews) - El asalto al Congreso por parte de un grupo de partidarios del presidente Donald Trump, el 6 de enero pasado, ha supuesto un grave daño a la imagen internacional de Estados Unidos. La idea recurrente en varios países asiáticos es que Washington ya no puede orientar las decisiones de otros estados, porque es incapaz de resolver sus propios problemas internos y las dificultades para contener la pandemia de coronavirus refuerzan esa convicción.

China aprovechó la oportunidad para criticar la política y la sociedad estadounidenses. Según la televisión estatal CCTV, el ataque de los partidarios de Trump "destruyó los últimos restos de la democracia estadounidense". Tras los ataques lanzados por el oficialista Global Times, el Ministerio de Relaciones Exteriores chino reiteró la acusación de que los medios e instituciones estadounidenses utilizan "dobles raseros" cuando se trata de protestas populares. Las autoridades de Beijing señalan que mientras los manifestantes partidarios de Trump son considerados "atacantes terroristas", los manifestantes pro democráticos de Hong Kong son vistos como "combatientes por la libertad".

Los activistas antisistema de la ex colonia británica respondieron que las dos protestas no tienen punto de comparación. En efecto, los manifestantes que irrumpieron en el Legco (el Parlamento de la ciudad) hace dos años exigían más democracia, no la anulación de una votación que consideraban legítima las autoridades competentes y la mayoría de la sociedad civil.

La línea adoptada por Beijing prevalece entre los adversarios de Washington. Konstantin Kosachev, presidente de la Comisión para Asuntos Exteriores del Senado de Rusia, afirmó que los acontecimientos en Capitol Hill se explican por el "descarrilamiento" de la democracia estadounidense. Agregó que detrás de los disturbios están las "plataformas políticas impersonales" de demócratas y republicanos. En un discurso por televisión, el presidente iraní Hassan Rouhani habló de Estados Unidos como una democracia "frágil" y vulnerable al populismo. Raoof Hasan, asesor especial del Primer Ministro paquistaní Imran Khan, dijo a Voice of America que el asalto al Capitolio demuestra que Estados Unidos no tiene legitimidad moral para juzgar el grado de democracia en otros países.

Los socios asiáticos de Estados Unidos dijeron que estaban desconcertados por los eventos de Washington. En un post en Facebook, un parlamentario surcoreano de la mayoría destaca el principal efecto de lo sucedido: fortalece las dictaduras, que ahora tienen un elemento más -la supuesta decadencia de los sistemas democráticos- para justificar su poder.

Tailandia, aliada de Washington, es un ejemplo. Desde hace meses el país se encuentra atravesado por protestas juveniles que piden la superación del actual régimen autoritario. En tono burlón, los representantes de las fuerzas gubernamentales ahora se preguntan si lo que han visto estos días es el "modelo de democracia que [Estados Unidos] quiere imponer al resto del mundo".

Gideon Saar, líder del Partido Nueva Esperanza, una formación que desafiará al Likud en las próximas elecciones israelíes, subraya los peligros de la polarización política extrema incluso en una democracia consolidada como la estadounidense.

Pero Estados Unidos parece tener los recursos necesarios para reaccionar. En efecto, según una encuesta de Ipsos, el 70% de los ciudadanos estadounidenses condena el ataque al Congreso y, el 74% pidió que los atacantes fueran arrestados.