Arzobispo de Singapur: festejemos la independencia, pero es la misericordia la que nos hace grandes

En el 51mo aniversario del nacimiento de la ciudad-Estado, mons. William Goh reclama a la nación a la caridad hacia el prójimo: “Los progresos tecnológicos y económicos no son suficientes, no tendremos suceso hasta que no seamos compasivos”. Partiendo del pobre vecino de casa hasta llegar a los jóvenes de las naciones más pobres de Asia, “debemos llevar a todos la misericordia de Jesús sin compromisos”.

Singapur (AsiaNews)- No obstante los grandes progresos económicos, políticos, tecnológicos y sociales obtenidos por Singapur en sus primeros 51 años de vida, la ciudad-Estado no podrá decir “de tener suceso hasta que no será conocida por estar llena de misericordia y de compasión”. Es el fulcro del mensaje dirigido a la nación de parte de Mons. William Goh, arzobispo de Singapur, en ocasión de la fiesta nacional de hoy en el cual la independencia obtenida de Malasia el 9 de agosto de 1965.

En los últimos 50 años, escribe el arzobispo, “junto a nuestros líderes nos comprometimos en construir una sociedad progresista con un gobierno transparente y infraestructuras adecuadas. Como consecuencia Singapur creció a nivel económico, tecnológico y político. En el país hay igualdad, justicia y armonía. Podemos estar orgullosos de nuestras conquistas”.

Después de haber agradecido a Dios por haber donado a la nación líderes “responsables, con la cabeza sobre las espaldas y con fuertes valores morales”, Mons. Goh subraya que “en nuestro suceso no debemos olvidar jamás a los más pobres y desventajados de nuestro país y del mundo, en modo especial de Asia. En este Año Santo de la Misericordia, estamos como nación a salir de nosotros mismos y concentrarnos sobre la necesidad del prójimo”.

En primer lugar, escribe el prelado: “hay pobres que tenemos detrás de casa. No debemos jamás pensar que pobreza y sufrimiento han sido eliminadas en nuestra sociedad. Muchos sufren por la falta de bienes primarios y de asistencia médica”. Miles de ancianos “son abandonados por los hijos y viven en la soledad, olvidados”. Otros “no pueden permitirse comidas adecuadas todos los días”.

Además de los necesitados desde el punto de vista material, el arzobispo invita también a poner la atención “en relación con los minusválidos y de aquellos que sufren enfermedades mentales o de pérdida de memoria. Nuestro corazón está con ellos cuando pensamos en sus sufrimientos, que no son sólo de hambre o de dolor físico, sino psicológicos y emotivos”.

Según Mons. Goh el desafío de la misericordia no se detiene en las fronteras, sino la caridad hay que llevarla “a las naciones más pobres que están alrededor nuestro. Hay muchas que sobreviven con lo esencial, sin educación ni higiene”. Los jóvenes de estas naciones “parecen no tener futuro a menos que alguna nación rica esté dispuesto a ayudarlos a salir de la pobreza a través de la instrucción”.

El arzobispo se apela para que también sean ayudadas, sobre todo en las situaciones de dificultad “de quien está divorciado o enfrenta momentos complicados. En relación con ellos debemos mostrar compasión en cambio de juzgar demasiado”.

Pero, ni siquiera la misericordia por sí misma es suficiente. Mons. Goh escribe: “La caridad sin la verdad no puede salvar del todo a una persona. La verdad de la Buena Noticia de Jesucristo debe ser anunciada sin compromisos”. Si no proclamásemos “la misericordia de Dios a través de su palabra, los sacramentos-en especial modo la confesión y la unción de los enfermos-sería como engañar a nuestra gente”. Si los habitantes de Singapur llevarán a Cristo a los otros con sus vidas, concluye el arzobispo: “entonces nuestra nación podrá realmente podrá ser realmente llamada grande y sabia”.