24/12/2021, 10.20
MYANMAR
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Arzobispo de Mandalay: ‘Navidad en el bosque, con los birmanos que huyeron para sobrevivir'’

de Alessandra De Poli

En diálogo con AsiaNews, Monseñor Marco Tin Win relata el drama de un país sin paz, tras el golpe de Estado del primero de febrero: "El año pasado fue el Covid-19, ahora estamos sufriendo un desastre provocado por el hombre. Los militares buscan por todas partes a los que luchan contra ellos, incluso a los sacerdotes y religiosas, que se ven obligados a huir. A los birmanos que están lejos de casa, como María y José, quiero decirles: Dios está con ustedes".

Mandalay (AsiaNews) - Por segundo año consecutivo, será una Navidad diferente en Myanmar. Sin luces, sin villancicos ni celebraciones. "Hasta el 2019 invitábamos a otros líderes religiosos a celebrar con nosotros. Luego, en 2020, llegó el desastre de la pandemia de Covid-19. Este año es aún peor, porque estamos sufriendo una catástrofe provocada por el hombre para la que no hay cura". Así es como el arzobispo de Mandalay, Marco Tin Win, describe la situación en Myanmar. "Tengo 62 años y jamás en mi vida había vivido algo tan trágico".

Los combates prosiguen en todo Myanmar desde que la Junta militar tomó el control del país el primero de febrero de este año, destituyendo al gobierno dirigido por Aung San Suu Kyi. "Esperábamos celebrar la Navidad como antes, con la gente. Pero pasamos estos días con tristeza mientras nos preparamos para recibir a Jesús rezando por nuestro pueblo", cuenta el prelado a AsiaNews. A pesar de que la arquidiócesis de Mandalay está en el centro del país, también ha presenciado un éxodo de habitantes.

"La condición del pueblo birmano es similar a la de María y José durante la primera Navidad: lejos de casa, en la selva, los bosques y las cuevas del país, corriendo por su vida", explica emocionado el arzobispo Tin Win. "Pero en las ciudades, la gente también sufre porque hay combates todos los días. La gente de aquí está luchando por sus vidas. Sólo celebraremos la Eucaristía para estar cerca de la gente, pero nada de grandes celebraciones, son demasiados los que sufren". La mayoría de los birmanos han huido a Tailandia y Myanmar. En Mandalay, de los 300.000 desplazados internos, unos 50.000 han abandonado sus hogares para buscar refugio en otra parte. 

"La Navidad es una oportunidad para compartir el amor de Dios a través de nosotros. Este año no vamos a decorar las iglesias con luces. He pedido a los fieles que ahorren el dinero de las decoraciones y lo usen para hacer donaciones, si pueden". La Iglesia no participa en los combates, pero envía ayuda, incluso a otras comunidades religiosas. Los cristianos de la arquidiócesis, que antes de la guerra eran poco más de 21.000, solían asistir regularmente a reuniones interreligiosas. "Ya no celebramos estas reuniones, pero nos ayudamos. Si tenemos algo que compartir -comida, ropa o medicinas- se lo damos a los líderes musulmanes, hindúes o budistas para que lo redistribuyan entre sus fieles".

La situación es desesperada. Además, en Myanmar es invierno y la gente necesita ropa y provisiones: "La cosecha se perdió porque la gente no pudo volver a sus pueblos. Las personas que vienen a misa tienen miedo porque todos los días vienen los militares a buscar a los que luchan contra ellos. Incluso los sacerdotes y las monjas a veces se ven obligados a huir". Y el Covid-19 sigue devastando el país. "En abril, mayo y junio, ni siquiera podíamos enterrar los cuerpos porque eran muchos. La situación sanitaria parece haber mejorado, pero todavía hay mucho miedo. "Y no hay esperanza para el futuro, a menos que los corazones de la gente cambien y comprendan el valor de la paz y la vida humana. No hay otro remedio para este desastre provocado por el hombre", repite el purpurado.

"Pienso en el Salmo 136: ¿cómo podemos cantar de alegría ante la venida del Señor? Podemos, si hacemos algunas actividades caritativas y seguimos estando cerca de la gente a través de la oración. A los birmanos quiero decirles que no están solos en los bosques y cuevas, estamos con ustedes y Dios está con ustedes", continúa Tin Win. "Este año me gustaría enviar este mensaje de una manera sencilla, en lugar de anunciarlo con las habituales grandes celebraciones: Dios nos ha enviado un Salvador, tengan esperanza". Por supuesto, la situación es trágica, pero "espero que podamos celebrar juntos el próximo año", concluye el arzobispo.

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