Arzobispo de Ende: no a las plantas geotérmicas en la isla de Flores

de Mathias Hariyadi

Enérgica postura del arzobispo Paulus Budi Kleven en defensa de unas tierras vírgenes que el gobierno de Yakarta quiere convertir en un centro de nuevos «proyectos de desarrollo» de importancia nacional en la isla de mayoría católica. Preocupación de los agricultores locales.

Yakarta (AsiaNews) - Mons. Paulus Budi Kleven, arzobispo de Ende, en Flores, la isla predominantemente católica de la provincia indonesia oriental de Nusa Tenggara, ha expresado públicamente su oposición a los proyectos de construcción de centrales geotérmicas en Mataloko y en otras localidades de su diócesis. Una declaración que está atrayendo mucho la atención de los grupos que luchan por la protección del medio ambiente. La del arzobispo Kleven es, de hecho, la primera voz explícita de los dirigentes de la Iglesia indonesia contra proyectos potencialmente dañinos para el ecosistema y la vida social de las comunidades locales.

«Después de haber escuchado las voces preocupadas de la gente y otras partes interesadas, me siento moralmente obligado a expresar mi enérgico rechazo contra cualquier proyecto de yacimiento geotérmico en algunos lugares de nuestro territorio pastoral de Ende», dijo El prelado (nombrado por el Papa Francisco hace unos meses, después de servir como superior general de los Verbitas) en un mensaje de vídeo publicado la semana pasada. «Después de haber escuchado a decenas de personas sobre el terreno, desde Sokoria a Mataloko, y al clero local, no tengo ninguna duda en declarar como líder de esta Iglesia mi opinión», añadió el arzobispo en un gesto que se enmarca en esa atención a la cuestión del medio ambiente a la que insta el Papa Francisco con la encíclica Laudato Sì.

Desde 2017, la isla de Flores ha sido declarada oficialmente por Yakarta como lugar potencial para la exploración de yacimientos aptos para plantas geotérmicas. Se habla de 17 proyectos entre los que ya se han atribuido algunos a las localidades de Daratei y Mataloko, en la zona de Ngada. En los últimos años, los inversores y otras partes han emprendido una oleada de acciones para presionar a los jefes locales y a los propios líderes eclesiásticos para que apoyen los llamados proyectos estratégicos nacionales.

Los afectados son territorios montañosos que constituyen verdaderos paraísos naturales, pero donde ya están aumentando las formas de degradación en nombre del «desarrollo» económico. Los habitantes denuncian amenazas para la salud pública, pero también fenómenos como el deterioro del estado de las casas debido a materiales indeseables y la disminución de la fertilidad de las tierras agrícolas. Los agricultores de Mataloko han presentado sus quejas por la grave disminución de las cosechas de café, cacao, maíz, vainilla, hortalizas, aguacates y clavo», se lee en un informe de algunas asociaciones ecologistas.

En este contexto, el obispo Kleden exhorta a los sacerdotes y líderes locales a mitigar todos los graves efectos causados por estos proyectos, llamando a una fuerte resistencia contra cualquier iniciativa minera que pueda dañar el medio ambiente y la vida comunitaria de las personas.