Arqueología: las armas de los nómadas de las estepas

de Vladimir Rozanskij

Desde hace 15 años un arqueólogo de Almaty reúne herramientas, armas y municiones de todos los pueblos que han pasado por las estepas de Asia Central, desde los saki hasta los kazajos. Y ahora se acaba de inaugurar el centro etnográfico “Nomad”, que recibe visitas de muchos kazajos, fascinados por la posibilidad de reencontrarse con el estilo de vida de sus antepasados.

Almaty (AsiaNews) - Un arqueólogo de Almaty, la gran ciudad del sur de Kazajistán, Stanislav Potapov, ha publicado los resultados de sus investigaciones y de las numerosas excavaciones que se han realizado en la región. Su trabajo le ha permitido distinguir los distintos tipos de armas y objetos pertenecientes a los antiguos nómadas que desde las estepas asiáticas se desplazaban hacia las más atractivas llanuras europeas.

Potapov, un simple profesor de Historia, se dejó llevar gradualmente por la pasión por los testimonios del pasado más remoto y comenzó a estudiar las tradiciones del combate a caballo y a pie, que con el tiempo dieron origen al extraordinario arte militar de los tártaros y cosacos. Durante los últimos 15 años el arqueólogo fue reuniendo herramientas, armas y municiones de todos los pueblos que han pasado por las estepas centroasiáticas, desde los saki hasta los kazajos.

En su juventud Stanislav era aficionado a todas las variantes de la esgrima, pero nunca pensó que esto se convertiría en el principal objeto de su actividad profesional. Hasta que pudo participar con algunos compañeros en una expedición arqueológica muy afortunada, durante la cual se encontró una gran placa de bronce muy bien conservada con la imagen de un guerrero kangju, una antigua población que había logrado unir a varias tribus nómadas de Asia Central y se convirtió, durante cerca de dos siglos, en la segunda potencia de Transoxiana después de los yuezhi.

A raíz de este hallazgo las investigaciones tomaron un giro muy intenso, y también salieron a la luz las armaduras de cuero de los saki y los petos de hierro de los sármatas. Como explica Potapov, “la gran diferencia de estos equipos radicaba en su costo, que distinguía a los guerreros kongju y kazajos de los de otras etnias, y sobre todo ponía de relieve la figura de los jefes, cuyas armaduras estaban decoradas incluso con detalles en oro y plata”. Sobre todo se adornaban los cinturones y los turcos preferían el oro y los kazajos la plata; la mayoría de las decoraciones han sido borradas por el tiempo, pero los materiales todavía se conservan en perfectas condiciones.

La restauración de las armaduras recuperadas resultó ser un trabajo particularmente delicado y costoso, que se organizó en colaboración con el Museo Nacional de Kazajistán y en el que participaron muchos expertos y consultores en diferentes campos históricos y arqueológicos, así como artesanos especialistas en el arte de la forja. Los proyectos de Potapov contaron con el apoyo entusiasta de un empresario, Zhandos Nurbekov, quien desde su juventud también se sentía muy atraído por la historia antigua local. Cuando consiguieron armar el primer equipamiento completo, se decidió abrir un verdadero centro etnográfico nómada -recientemente inaugurado- que permitiera a los visitantes realizar un viaje en el tiempo desplazándose por las ilimitadas estepas como los nómadas de la antigüedad.

“Al principio pensamos que el centro atraería sobre todo a turistas extranjeros, a lo sumo visitas educativas para estudiantes - dice Nurbekov -, y efectivamente así ocurrió hasta que empezaron a involucrarse operadores, artesanos y ciudadanos kazajos comunes, cada vez más fascinados por la posibilidad de volver a conectarse con el estilo de vida y el espíritu de nuestros antepasados".

Gracias a esta iniciativa, en tiempos de tanques supertecnológicos y misiles supersónicos, en Kazajistán se ha puesto de moda la fabricación casera de flechas de 40 gramos cada una, como las que se encuentran en las excavaciones. Algunas veces solo en plástico, para que jueguen los niños o para decorar las paredes. Potapov también ha abierto, junto al Centro Nomad, una escuela de esgrima "a la antigua", para enseñar historia no solo en forma teórica sino también con la práctica de las artes y las culturas del pasado, y con la esperanza de que enseñen algo para el presente.