Armenia y Moldavia, dos cuestiones espinosas para Putin
En Ereván, el ex presidente filo-ruso, Robert Kocharian, es acusado de “derrocamiento del orden constitucional y usurpación del poder”, junto al General Jurij Khachaturov, protegido de Moscú. En el 2008, ambos reprimieron con violencia las manifestaciones que estallaron en las calles. Moldavia trata de distanciarse y romper con la sumisión a Rusia, para volcarse a la Unión Europea.
Moscú (AsiaNews) – En los últimos días, algunas decisiones de dos países limítrofes de la Federación Rusa han suscitado reacciones muy negativas en Moscú, dando la impresión de que nuevamente se ha perdido el control sobre ese “mundo ruso” ex soviético, que ésta querría se mantuviera separado de Occidente. El 28 de julio fue arrestado en Armenia el ex presidente Robert Kocharian (en la foto, a la derecha) –quien por mucho tiempo fuera garante de la fidelidad a Rusia- junto a su estrecho colaborador, el general Jurij Khachaturov. Los dos están acusados de haber reprimido con violencia las manifestaciones callejeras del 2008, estalladas después de aquellas elecciones que condujeron al candidato favorito de Moscú a la presidencia.
El 2 de agosto fue el Parlamento de Moldavia quien dio un disgusto a los ex jefes soviéticos, al proponer una enmienda de la Constitución por la cual se incorpore el llamado “vector europeo”, es decir, el vuelco fundamental del país a la relación con la Unión Europea, la misma motivación que llevó a los desórdenes y al conflicto interno en Ucrania. Moldavia, que siempre ha estado dividida entre la atracción a la gran patria rumana, y la sumisión a la poderosa Rusia, corre el riesgo de plantear, una vez más, aquél dilema geopolítico que en los últimos años condujo a un aislamiento de la Rusia de Putin con respecto a Europa y a América.
En Armenia, luego de la “revolución de terciopelo” ocurrida hace unos meses, el gobierno tiene como primer ministro a Pashinián, quien vivió en su propia piel la represión del 2008. En aquél entonces él era miembro del equipo electoral del candidato a la presidencia Levon Ter-Petrosyan, que no reconoció la derrota frente al sucesor designado por Kocharian, Serž Sargsyan, el mismo que luego fue derrocado justamente, por Pashinián. El primer ministro actual fue arrestado y condenado a 7 años de prisión, para luego ser liberado en 2011.
El arresto del histórico ex presidente filo-ruso fue el punto de llegada de una vasta campaña de lucha contra la corrupción y la delincuencia generalizada en Armenia, durante la cual incluso se llegó a pedir la renuncia del Catholicos de la Iglesia Apostólica Armenia, Karekin II, en funciones desde 1999 y acusado por muchos sectores de connivencia con el poder corrupto de los últimos 20 años. Tras el arresto de algunos diputados, Kocharian ahora será procesado por “derrocamiento del orden constitucional y usurpación del poder”. Sería el primer jefe de Estado al mando del gobierno luego de la caída de la URSS, en ser condenado.
El ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov, ha hecho críticas fuertísimas contra la dirigencia armenia por el arresto de Kocharian y Khachaturov. El protegido de Moscú no ha logrado refugiarse en los brazos de sus aliados, a diferencia del ex presidente ucraniano Viktor Janukovich en 2014 y de lo que pretende hacer el mismo general Kachaturov, cuyo abogado ha solicitado –y obtenido- la posibilidad de dirigirse a Moscú aunque “permaneciendo a disposición de las investigaciones de Ereván”.
Estaría en juego la política de alianza entre Armenia y Rusia que, sobre todo gracias a la gestión de Kocharian, controla fácticamente la economía del país vecino. El mismo desafío causa agitación en la política de Moldavia, otra ex república soviética a merced de las influencias occidentales y orientales. En un país profundamente dividido entre filo-rusos y filo-europeos, la reforma aprobada por el parlamento de Chisinau es toda una señal dirigida a Bruselas, y un cachetazo para Moscú.
En Moldavia, como en Armenia, se están preparando las elecciones parlamentarias, y la hora de la verdad llegará en febrero de 2019. Los favoritos serían los socialistas, que tratan de aunar las dos almas del país, pero aún es pronto para vaticinar quiénes serán los vencedores. En este momento están ocupando el poder los democráticos, que necesitan constituir una alianza con las dos formaciones, de liberales y liberal-demócratas, para confirmar, con la llegada del otoño, la aprobación de la reforma sobre el “vector europeo”, además de otra medida muy discutida: al sustitución de la lengua oficial del país, pasando del moldavo (con fuertes influencias eslavas) al rumano, una lengua latina y decididamente más “europea”.
Los que guían la resistencia contra la política “occidentalista” son fundamentalmente los comunistas moldavos, que mantienen fuertes lazos con Moscú. En los últimos años, la economía moldava -que siempre ha sido muy dependiente de Rusia- ha tenido un creciente vuelco hacia el mercado europeo, pero también hacia Turquía y China.
08/04/2022 10:54