05/09/2022, 12.52
TURQUÍA-PAKISTÁN
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Ankara ayuda a Islamabad en las inundaciones (pero con armas de complemento)

de Marta Ottaviani

La emergencia humanitaria se ha convertido en una oportunidad para reactivar la alianza. Ankara está dispuesta a construir miles de viviendas para las familias paquistaníes afectadas. Armamento, construcción y agricultura son los sectores que despiertan mayor interés. Como telón de fondo la ideología en común, caracterizada por el nacionalismo, la visión del islam y las (posibles) tensiones con Irán y Arabia Saudita

 

Milán (AsiaNews)- Turquía vuelve a utilizar la solidaridad como arma de influencia geopolítica. Esta vez el país destinatario de sus atenciones es Pakistán. Las intensas lluvias de los últimos días han causado más de 1200 muertes y dejaron bajo el agua a un tercio de su territorio.

Además del luto, hay miles de millones de dólares en daños y un país para reconstruir. El presidente turco no ha dejado pasar la oportunidad y la semana pasada, en plena emergencia todavía, envió una nutrida delegación a Islamabad encabezada por el ministro del Interior, Suleyman Soylu, y el ministro de Medio Ambiente y Cambio Climático, Murat Kurum. En el avión los acompañaba un grupo de trabajo de la Afad, la protección civil turca, pero sobre todo de la Toki, la poderosa autoridad de planificación urbana y construcción. Esta última construirá 4.620 viviendas de emergencia para familias afectadas por la catástrofe.

El esfuerzo humanitario sin duda no es casual. Las relaciones entre Turquía y Pakistán se han hecho cada vez más estrechas en los últimos años, alentadas por el constante énfasis de Recep Tayyip Erdogan en las raíces musulmanas comunes. Una sinergia muy valorada por Ankara, que considera a Pakistán un valioso recurso para introducirse en una región compleja y estratégica, pero también por Islamabad, para la que Turquía representa un importante medio que le permitiría abrirse a nuevos mercados y adquirir valiosos conocimientos técnicos en sectores como la agricultura y la construcción para impulsar el desarrollo interno. Y, sobre todo, armas. Según el Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI), entre 2016 y 2019 Turquía suministró a Pakistán 112 millones de dólares en armamento, a los que hay que sumar los 3 mil millones de dólares para la compra de 4 corbetas y 30 helicópteros 129 Atak.

Un "entendimiento estratégico mutuo", como lo llamó el presidente paquistaní Arif Alvi, quien solo en 2020 firmó 13 acuerdos estratégicos y muy pronto recibirá a Erdogan en visita oficial. Estos dos países tienen características comunes que también despiertan la atención, y en algunos casos la preocupación, de la comunidad internacional. En efecto, son dos potencias de medianas dimensiones pero que aspiran a la autonomía en la industria de la defensa y a influir en los equilibrios macrorregionales. Las ambiciones de Turquía son mayores y están más motivadas que las de Pakistán, pero el hecho es que esta alianza puede ser particulamente útil para influir en situaciones especialmente complejas. La gran prueba para esta sinergia es Afganistán.

Pero también hay otros frentes abiertos que se deben tener en cuenta, en relación con "vecinos" que podrían ayudar a reforzar este entendimiento. Por eso en enero, poco antes de que comenzara la guerra en Ucrania, Ankara e Islamabad firmaron una declaración conjunta en la que, fundamentalmente, decían haber encontrado una plataforma común sobre algunos temas internacionales que, en formas y medidas diferentes, son de interés para ambos países. En concreto, la isla de Chipre, Cachemira y Nagorno-Karabaj.

Este "entendimiento estratégico mutuo" también tiene contornos ideológicos y culturales muy específicos. Turquía y Pakistán son expresión del intento de dar vida a un nacionalismo islámico recurriendo a todos los medios que tienen a su alcance, incluso la televisión. En un mundo donde las conciencias están forjadas por la ficción, Ankara ha doblado la serie de televisión Dirilis Ertugul, sobre el padre de uno de los fundadores del Imperio Otomano, que fue seguida por millones de espectadores en Pakistán. El éxito resultó tan grande que los dos países decidieron producir una segunda serie, titulada Turk Lala, cuyo protagonista, un paquistaní, es catapultado al pasado, concretamente a la Turquía de 1920, y se incorpora a las filas del imperio otomano, que casualmente lucha contra Occidente. Nacionalismo islámico, pero extremadamente pragmático y orientado a construir una visión común y compartida. En este proceso, sin embargo, Ankara debe tener cuidado de no incomodar a otras grandes potencias del mundo islámico, sobre todo Irán y Arabia Saudita, que por diferentes razones prestan a Islamabad una atención tan especial como Turquía.

 

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