Alepo, 860 niños en el centro de verano de la parroquia: por la primera vez sin bombardeos
Presentes jóvenes “de cualquier confesión religiosa”. La historia de una familia cristiana escapada de Raqqa, que vivió en primera persona el terror de Isis. Entre las actividades el canto, la pintura, el deporte, la recitación. Una “experiencia inolvidable”.
Alepo (AsiaNews)- En el campo de verano de la parroquia latina de san Francisco de Alepo, guiada por el p. Ibrahim Alsabagh, fraile de 44 años, que se realiza en los meses de junio y julio al cual han participado este año 860 niños y niñas entre los 4 y los 15 años, más del doble respecto a los 3350 del año pasado, que provienen de “familias de cualquier confesión religiosa”. Los pedidos, explican en la parroquia, “aumentaban” y por esto “tuvimos que cerrar las inscripciones”. La novedad de este año fue la ausencia de bombas y violencia. Entre los muchos testimonios que explican el valor de este centro estival es aquella de un familia cristiana que escapó de Raqqa- bastión del Estado islámico (EI-Isis) en Siria- hace una año y medio y que comenzó a reconstruirse una vida, si bien con mucha fatiga. Padres y dos hijos, un niño de 9 años y una niña de 8, que su ciudad de origen vieron “todo tipo de atrocidad”, comprendidas “cabezas decapitadas, colocadas en un palo y expuestas en la plaza pública”. Su testimonio fue uno de los momentos más significativos de la ceremonia de clausura del campo, llamado también “Oratorio de día laborable”.
La familia-de la cual la parroquia mantiene el anonimato “por motivos de seguridad y por su seguridad futura, como lo explica en una nota a AsiaNews- vivió en un contexto de “violencia y angustias continuas”, con el padre varias veces encarcelado por parte del Isis. Los niños no conocían ni siquiera el significado de la palabra escuela y llegaron a Alepo en 2015, en pleno conflicto, cuando los misiles y las bombas martirizaban a la ciudad, que un tiempo fue la capital económica y comercial de Siria.
Los dos meses pasados en el oratorio representan una “experiencia inolvidable” y “completamente nuevas” para sus vidas. Nueva era la posibilidad para los dos niños el poder dibujar, cantar, escuchar música, poder bañarse en la piscina o juagar a básquet. “Los rostros de los niños-cuenta la madre. Están radiantes”. La mujer quiere además agradecer a los animadores por la “comprensión” usada hacia sus hijos, cuyo comportamiento “a veces no adecuado”, herencia de las violencias sufridas en el pasado. Pero la actitud de ellos, intervino el padre, “cambió en el curso de estos dos meses”.
Los niños estaban divididos en grupos y participaban en las actividades programadas de lunes a viernes, de las 9 a las 13. El sábado piscina para recibirlos a todos. El domingo a la mañana misa para toda la comunidad. Tema de “Oratorio de día laborable” y y perno de las diversas actividades, el lema: “Con Jesús daré color a mi vida” y cada semana se centralizaba sobre un aspecto diverso-y necesario- para alcanzar la finalidad y “fortificar la relación” con Cristo.
Eran más de 60 los voluntarios y educadores profesionales que se ocupaban de los niños y jóvenes en todas las actividades: dibujo, teatro, música, canto, fútbol, básquet, natación, baile, pequeñas obras de artesanías, cine. La parroquia, sabiendo que no podía pedir a las familias la provisión de comida en estos tiempos de crisis, a los niños se les daba pasteles caseros y jugos de fruta.
Por la primera vez después de 6 años, desde el inicio del conflicto sirio, el campo de verano se desarrolló por toda su duración sin sentir, ni tener miedo de los misiles. Casi en la conclusión del campo, a fines de julio prepararon una muestra, en la cual sobresalía el retrato realizado por una niña de 10 años que quiso dibujar a su vecino de casa, un joven soldado muerto como “mártir” mientras defendía la “patria”. Y, el 28 de julio, en el colegio de Tierra Santa se hizo una muestra con las obras de las actividades de los niños, contando con la presencia de unas 3.200 personas entre padres, hijos y el vicario apostólico de los Latinos, Mons. Georges Abou Khazen.
Ilustrando durante la fiesta conclusiva del centro de verano, el párroco y guardián, p. Ibrahim subrayó que cada actividad realizada este año estaba relacionada con la historia de la Iglesia, en modo particular la “celebración de los 800 años de presencia de los franciscanos en Oriente Medio”. Entre las tantas actividades, el sacerdote recordó la iniciativa lanzada por la Iglesia por una “Alepo más bella”, que involucró a centenares de jóvenes cristianos y musulmanes en la limpieza de la ciudad.
El campo de verano, explican en una nota los responsables de la parroquia latina, “gracias a la variedad de las actividades” fue una ocasión para los niños “para conocerse mejor”. “La mayor parte de ellos, sobre todo los más pequeños, cuya infancia fue cancelada por los 6 años de guerra, por primera vez en la vida pudieron ir a una piscina, poder jugar a básquet y haber podido aprender a cantar. Pero, la primer cosa que todos estos niños han apreciado-concluye- es que han podido jugar sin el miedo a los misiles. El Oratorio les dio la oportunidad de descargar el estrés acumulado en los últimos 6 años de guerra”. (DS)
17/12/2016 13:14