Afganistán, en 2017 record de producción de opio: el 63% más
Cultivados 328 mil hectáreas. Cosecha suficiente para la producción de heroína entre las 550 y las 900 toneladas. El valor sube a 6,6 millardos de dólares. En el sur del país el 80% de los pueblos rurales están involucrados en la producción. Sólo para la cosecha han trabajado 354 mil personas, escapados de la pobreza de las campañas afganas. El opio financia a las fuerzas rebeldes y desestabiliza la región.
Kabul (AsiaNews)- En 2017 el cultivo de las amapolas de opio en Afganistán alcanzó un nuevo record: 328 mil hectáreas cultivadas, el 635 más respecto a los 201 mil de 2016. Quien lanza la alarma es un informe de la Onu , la Oficina para el control de las drogas y la prevención del crimen (UNOCD) junto al ministerio afgano anti-droga, fuente de financiación de los grupos rebeldes y motivo de inestabilidad en el país.
De la cosecha del año pasado se pudieron producir una cantidad de heroína de “calidad” (entre el 50 y el 70% de pureza) que varía entre las 550 y las 900 toneladas.
El documento revela que el record de producción opiácea llevó a una rápida expansión de la economía ilegal, con un valor subido de 4,1 millardos de dólares americanos a 6,6 millardos-equivalente al 32% de producto interno bruto. El cultivo del opio hace que sea la patrona en la economía del país, asegurando el sustento a todas las personas involucradas en su producción y distribución. En las regiones occidentales y septentrionales los agricultores de un tercio de los pueblos cultivan opio. Al este y al sudeste los datos son más alarmantes: respectivamente, el 50% y el 80% de los pueblos están involucrados. En 2017, 35 mil personas han trabajado a tiempo completo en la cosecha.
L opio es una fuga de los problemas económicos y sociales que afligen a las comunidades pobres de la campiña afgana, pero a caro precio: las inversiones públicas y privadas desalientan a la economía lícita y alientan a la ilícita, cosa que agrava la inseguridad, la violencia y las rebeliones-y que va a afectar no solamente a Afganistán, sino también a los países vecinos y destinatarios del comercio. Según los investigadores, la ausencia del gobierno y de seguridad son los principales factores que alientan la producción opiácea, que en un círculo viciosos, desestabiliza aún más al país, financiando a los grupos rebeldes y anti-gobierno. En 2017, los talibanes y otros grupos habrían cosechado un mínimo de 116-184 millones de dólares en “impuestos”.
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