Adolescente cristiana secuestrada y convertida regresa con su familia, pero el marido la reclama
El raptor pertenece a la poderosa familia Nizamani, presuntamente vinculada al narcotráfico y que gozaría de la protección de la policía. Todas las autoridades que la madre ha contactado se han negado a registrar la denuncia. La víctima junta coraje y denuncia: “Fui tratada como una mercadería, para satisfacer deseos sexuales y servir en la casa”.
Islamabad (AsiaNews) – Una adolescente paquistaní cristiana, de 17 años de edad, fue secuestrada, forzada a convertirse al islam y a contraer matrimonio con su raptor. El verdugo la violó todas las noches durante cuatro meses, la usó como esclava para realizar las tareas domésticas, dándole de comer una vez al día. La joven juntó fuerzas y denunció las situaciones de violencia frente al juez, que decidió restituirla a la familia. Sin embargo, ella vive bajo la constante amenaza del marido, que quiere secuestrarla nuevamente. En diálogo con AsiaNews, la muchacha cuenta: “Él me arruinó la vida, me hizo abandonar la escuela. Pido a Dios que me de justicia, y que inflija una buena lección a estos canallas”.
La joven se llama Algeena (un nombre de fantasía, por motivos de seguridad) y vive en la provincia de Sindh. Su madre, María, enviudó hace tres años, y con su humilde trabajo mantiene a las tres hijas y a un hijo. Algeena cuenta que sus hermanas también viven encerradas, por miedo a las amenazas. Su raptor, Shahbaz Nizamani, de 25 años, es miembro de la una familia poderosa, en connivencia con la policía: es de público conocimiento que se dedican al tráfico de estupefacientes y que gozan de la protección de las autoridades locales.
El drama de la joven de 17 años llegó a su culmen al ser secuestrada el 21 de agosto, pero el acoso se había iniciado varios meses antes: era vigilada cuando iba camino a la escuela, sin contar los insultos y bromas que recibía. Shahbaz le enviaba “cartas de amor” a su casa, y aprovechaba su trabajo como electricista para merodear en el vecindario y visitarla. La muchacha, fastidiada por las continuas atenciones que no deseaba recibir, le contó todo a su madre, que le prohibió al musulmán la entrada a la casa.
El 21 de agosto, Algeena fue raptada a plena luz del día: cerca de las 12:30, tres hombres la arrastraron por la fuerza a bordo de un automóvil, y fue llevada a casa de Nabi Bakhsh, el tío de Shahbaz, un conocido traficante de estupefacientes que hizo llamar al líder religioso Molvi Badar. La madre, tras ser alertada por los vecinos, corrió hasta la casa junto con un grupo de cristianos. Pero el tío del secuestrador le respondió que regresara al otro día. Al día siguiente, Nabi Bakhsh le informó que su hija se había convertido al islam y que había contraído matrimonio.
Ese mismo día, María acudió a la comisaría con el certificado de nacimiento que prueba la minoría de edad de su hija. La acompañaron el párroco y 50 fieles de su comunidad, pero el inspector Ameen no quiso registrar la denuncia contra la familia Nizamani. La mujer incluso fue insultada por lo agentes, pero no se rindió. Fue a ver al inspector general de la policía de Sindh, quien también se negó a tomar la denuncia. Cabe remarcar que el raptor sigue caminando libremente por las calles.
El 25 de diciembre, día de Navidad, la muchacha logró robar el celular del marido y pudo llamar a su madre. En un mar de lágrimas, le contó la violencia a la que era sometida y le suplicó que la salvara. El 31 de diciembre, María apeló ante la Corte Penal de Sindh. El juez ordenó que Algeena se presentara en sede judicial el 2 de enero. Fue allí que la joven, enflaquecida y vestida con harapos, reveló que se había negado a convertirse al islam y a casarse, pero que fue obligada a ello por las palizas del imán, que incluso la amenazó son matar a su familia si ella se negaba a adherir al islam.
Algeena cuenta “Permanecí en la casa de los Nizamani por más de cuatro meses. Todo lo que sucedió fue contra mi voluntad. Jamás me dieron el desayuno, solo recibía un plato de comida al día. Separaban los platos y la vajilla que usaba, porque soy de familia cristiana. Me obligaban a leer el Corán todos los días. Cada noche, Shahbaz venía y satisfacía sus deseos sexuales conmigo. Me trataban como un objeto y debía trabajar todo el día como una esclava. Ni siquiera me dieron ropa abrigada en invierno. Me han arruinado la vida”.
La madre agrega: “Mi hija tiene miedo, vive encerrada en casa. Ya no va más a la escuela. Ha perdido su dignidad. Todos los días recibimos amenazas de la familia Nizamani. Shahbaz pasa frente a nuestra casa todos los días, porque quiere raptarla otra vez. Su familia ha expropiado un terreno ubicado frente a nuestra casa, y quieren instalar un negocio allí. Quisiera vender mi casa e irme a otra parte, pero nadie quiere comprarla. Quiero salvar a mis hijas de estas personas malvadas y poderosas”.
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