A 80 años del bombardeo de Roma: Dios nos libre del flagelo de la guerra

Recordando el gesto de Pío XII el 19 de julio de 1943, cuando acudió al barrio de San Lorenzo para visitar a las familias afectadas, Francisco renovó en el Angelus su invitación a orar por la paz en Ucrania. Comentó la parábola del sembrador y exhortó a todos a no cansarse de sembrar la Palabra de Dios con generosidad.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- “Que el Señor libere a la familia humana del flagelo de la guerra”, volvió a repetir hoy el Papa Francisco al terminar el Angelus, dirigiéndose a los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro. Francisco recordó que esta semana se cumple el aniversario del 19 de julio de 1943, cuando algunos barrios de Roma, especialmente San Lorenzo, fueron bombardeados y el venerable Papa Pío XII quiso hacerse presente para acompañar al pueblo atemorizado. Desgraciadamente -prosiguió el pontífice- estas tragedias todavía se repiten. ¿Cómo es posible? ¿Hemos perdido la memoria? El Señor tenga misericordia de nosotros. Y pidamos sobre todo por el querido pueblo ucraniano, que tanto está sufriendo”.

En su reflexión previa a la oración mariana Francisco comentó la parábola del sembrador (Mt 13,1-23) que hoy propone la liturgia, subrayado la importancia de que el cristiano no se canse nunca de sembrar la Palabra de Dios con generosidad. Puso en primer lugar el ejemplo de los padres que "siembran el bien y la fe en los hijos, y están llamados a hacerlo sin desanimarse aunque a veces estos parecen no entenderlos y no apreciar sus enseñanzas, o si la mentalidad del mundo “rema en contra". Recordó también a los jóvenes que dedican tiempo a los necesitados: “puede parecer perdido -comentó-, sin embargo es tiempo santo, mientras las satisfacciones aparentes del consumismo y del hedonismo dejan las manos vacías”. Exhortó a los sacerdotes, religiosos y laicos que trabajan en el anuncio del Evangelio a no olvidar que "aún donde parece que no sucede nada, en realidad el Espíritu Santo está trabajando y el reino de Dios ya está creciendo, a través y más allá de nuestros esfuerzos".

E invitó a cada uno a preguntarse: "¿yo siembro bien? ¿Me preocupo sólo de cosechar para mí o también de sembrar para los demás? ¿Siembro algunas semillas del Evangelio en la vida cotidiana: estudio, trabajo, tiempo libre? ¿Me desanimo o, como Jesús, sigo sembrando, aunque no vea resultados inmediatos?”.

Por último saludó a los grupos de peregrinos que se encontraban en la Plaza de San Pedro y dirigió un pensamiento particular a las parroquias que en esta época del año realizan actividades de verano con niños y jóvenes: “en el Vaticano también hay una que es muy popular”, recordó. Por este testimonio concreto del Evangelio, el pontífice agradeció a los sacerdotes, religiosas, animadores y familias.