El nuevo rostro de la plaza Tahrir: viaje por las calles del Cairo
El Cairo (Asianews)- "El Cairo no duerme nunca. No se deja sorprender por la sorpresa". Fouad, de 57 años, chofer, indica con un movimiento de cabeza el tráfico que llena las calles de la capital egipcia. Son las 6 de la tarde, la obscuridad ya llegó, y el río congestionado de automóviles que se extiende más allá y alrededor de un coche parece que no siga ninguna regla. Cada tanto, algún transeúnte se anima a atravesar. No existen las marcas peatonales y no existe la precedencia de los peatones, por lo tanto uno está obligado a correr. Ningún coche se detendrá para dejarlo pasar. Una moto se anima entre los vehículos estacionados y alineados en filas irregulares: un muchacho sin casco, vestido a la occidental, lleva a una joven "como una "amazona" envuelta en un niqab (vestido típico).
Sin embargo, Fouad no parece que se refiera sólo al tráfico congestionado-siempre igual a sí mismo a cualquier hora del día y de la noche- pero a una condición general que se respira en el Cairo. Pasaron poco más de 3 años de la revolución que trastornó Egipto. Desde la caída de Mubarak, el 11 de febrero de 2011, al gobierno guiado por el presidente Morsi, hasta su destitución y a la constitución de un nuevo ejecutivo, el país de las pirámides vivió tantas vidas distintas.
La plaza Tahrir, fulcro de las revueltas de estos 3 años y lugar-símbolo de la democracia en Egipto, hoy es un lugar en construcción al aire libre, en el cual los obreros de toda edad trabajan para terminar un gran estacionamiento subterráneo. La obra fue iniciada antes del inicio de la "primavera árabe", pero a causa de los tumultos fue interrumpida. Con la formación del gobierno de al-Sisi, los trabajos reiniciaron.
A espaldas de la plaza, detrás del museo egipcio, aparece el "esqueleto" del edificio del National Democratic Party (Ndp), el partido de Hosni Mubarak. Las paredes ennegrecidas por las llamas que lo incendiaron en los días de la revolución del 2011; las ventanas obscuras como enormes ojos vacíos; las puertas semi destruidas o que no existen. Está siempre allí y no se mueve- nos dice Fouad riéndose-, pero nos recuerda lo que fue y lo que hemos pasado".
Sin embargo, si miramos bien, buena parte de la capital parece proponga el mismo esquema del de la plaza Tahrir: lujosos hoteles cinco estrellas, rodeados de edificios decadentes, trabajos en curso que parecen parados desde hace años; carteles publicitarios de Mc Donald´s, junto a los carteles de las cafeterías abiertas las 24 horas. La única excepción parece ser Heliópolis, uno de los barrios más caros de la ciudad, que hospeda el palacio presidencial, el cuartel general de las fuerzas armadas y algunas de las más importantes iglesias católicas de la ciudad.
La zona de la plaza Tahrir ya está lejos, cuando Fouad agrega, casi hablando entre sí y sí: "Nosotros apoyamos a este nuevo gobierno porque queremos construir u país mejor, que sea un ejemplo de paz para sus tantas realidades, pero también para el resto del mundo".
27/01/2017 12:24