04/07/2021, 14.05
VATICANO
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Papa: superar los prejuicios para estar abiertos a las sorpresas de Dios

En eso consiste el escándalo: la encarnación de Dios, su concreción, su "cotidianidad". Dios se hizo hombre, un compañero de viaje, uno de nosotros. Y nos comprende, nos acompaña y nos perdona”. Del 12 al 15 de septiembre viajará a Eslovaquia y el día 11 por la tarde presidirá en budapest la misa de clausura del Congreso Eucarístico Internacional.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - Superar los prejuicios, incluso el de no creer posible que la inmensidad de Dios se encarne en el "pequeño" hijo de un carpintero, el de preferir un dios lejano, que no se involucra o "de efectos especiales", en vez del cercano, el “cotidiano". "Estar abiertos a las sorpresas de Dios". El Papa Francisco comentó en estos términos, antes del Ángelus, el pasaje del Evangelio (Mc 6, 1-6) que narra la incredulidad de los habitantes de Nazaret cuando Jesús predica en la sinagoga.

Y después de rezar la oración mariana, anunció ante miles de personas reunidas en la plaza de San Pedro que viajará a Eslovaquia del 12 al 15 de septiembre y que el 11 por la tarde presidirá en Budapest la misa de clausura del Congreso Eucarístico Internacional. Según lo que ha dicho Francisco, entonces, no será un viaje a Hungría sino sólo para la clausura del Congreso Eucarístico.

Previamente, hablando de la actitud de los vecinos de Jesús, observó que se podría decir "que conocen a Jesús, pero no lo reconocen". Efectivamente, no es lo mismo conocer que reconocer. Podemos saber algunas cosas sobre una persona, hacernos una idea, aceptar lo que otros dicen de ella, tal vez encontrarnos de vez en cuando en el barrio, pero todo eso no es suficiente. Es un conocimiento superficial, que no reconoce la singularidad de esa persona. Es un riesgo que todos corremos: creemos saber mucho de una persona y lo peor es que la etiquetamos y la encerramos en nuestros prejuicios”.

Es lo mismo que ocurre con la gente de Nazaret respecto de Jesús: "lo conocen desde hace treinta años y creen que ya saben todo", pero "en realidad, nunca se dieron cuenta de quién es realmente. Se detienen en lo exterior y rechazan la novedad de Jesús”.

“Aquí llegamos al meollo del problema: cuando dejamos que prevalezca la comodidad de la costumbre y la dictadura de los prejuicios es difícil abrirse a la novedad y dejarse sorprender. Al final solo tratamos de confirmar nuestras ideas y nuestros esquemas sobre la vida, sobre las experiencias e incluso sobre las personas, para no tener que hacer nunca el esfuerzo de cambiar. Y eso también puede pasar con Dios. Precisamente a nosotros los creyentes, a los que pensamos que conocemos a Jesús, que ya sabemos mucho sobre Él y que nos basta con repetir las mismas cosas de siempre. Con Dios eso no es suficiente. Si no hay una apertura a la novedad y a las sorpresas de Dios, si no hay asombro, la fe se convierte en una letanía cansada que se apaga lentamente y se convierte en una costumbre”.

En el encuentro con Dios "debemos descubrir el asombro".

En definitiva, ¿por qué los vecinos de Jesús no lo reconocen y no creen en Él? ¿Cual es la razón? “Podemos decir, en pocas palabras, que no aceptan el escándalo de la Encarnación. Es escandaloso que la inmensidad de Dios se revele en la pequeñez de nuestra carne, que el Hijo de Dios sea el hijo del carpintero, que la divinidad se oculte en la humanidad, que Dios habite en el rostro, en las palabras, en los gestos de un simple hombre. Ése es el escándalo: la encarnación de Dios, su concreción, su "cotidianidad". Dios se hizo hombre, compañero de camino, uno de nosotros. Y nos comprende, nos acompaña y nos perdona”.

“En realidad, es más cómodo un dios abstracto y distante, que no se entromete en las situaciones concretas y que acepta una fe alejada de la vida, de los problemas, de la sociedad. O nos gusta creer en un dios de 'efectos especiales', que solo hace cosas excepcionales y siempre ofrece emociones fuertes. En cambio, Dios se ha encarnado: humilde, tierno, escondido, se hace cercano a nosotros habitando la normalidad de nuestra vida cotidiana. Y entonces, como los vecinos de Jesús, corremos el riesgo de que, cuando pasa, no lo reconozcamos. Es más, que nos escandalicemos de Él. Vuelvo a esa hermosa frase de san Agustín: tengo miedo del Señor cuando pasa. Miedo de no reconocerlo”.

Ahora, en la oración, concluyó, "pidamos a la Virgen, que acogió el misterio de Dios en la vida cotidiana de Nazaret, tener ojos y corazón libres de prejuicios y abiertos al asombro, a las sorpresas de Dios, a su presencia humilde y escondida en la vida de todos los días".

Con respecto al viaje a Eslovaquia, el director de la Oficina de Prensa del Vaticano, Matteo Bruni, precisó que “el Papa Francisco estará en Budapest para la Santa Misa de clausura del 52º Congreso Eucarístico Internacional. Posteriormente, del 12 al 15 de septiembre de 2021, viajará a Eslovaquia, visitando las ciudades de Bratislava, Prešov, Košice y Šaštin. El programa de viajes se publicará a su debido tiempo".

 

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