28/02/2021, 14.15
VATICANO
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Papa: rezar nunca es escapar de las dificultades de la vida, de la realidad

La misión del cristiano, dijo Francisco en el Ángelus, es "encender pequeñas luces en el corazón de la gente; ser pequeñas lámparas del Evangelio que lleven un poco de amor y esperanza." En Cuaresma, hacer "ayuno" de chismes. Una oración por los niños que padecen  enfermedades raras.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - “Rezar nunca es escapar de las dificultades de la vida; la luz de la fe no es para tener una hermosa emoción espiritual”, ni para escapar de la realidad, porque la misión del cristiano es ser “pequeñas lámparas del Evangelio”. El Papa Francisco hizo hoy esta advertencia en la meditación del Angelus, cuando habló sobre el episodio de la transfiguración de Jesús,  en el Evangelio de este domingo, que nos exhorta a ir más allá de nuestros esquemas y "mirar la belleza del Resucitado" incluso en momentos de dificultad, pero al mismo tiempo nos advierte que "nos cuidemos de la pereza espiritual".

Ante unas mil personas que se encontraban en la Plaza de San Pedro para la oración mariana, Francisco también invitó a “ayunar” de los chismes, de las charlas superficiales. “Les aconsejo - fueron sus palabras - un ayuno, un ayuno que no les dará hambre: ayunar de chismes y murmuraciones. Es una forma especial de ayuno. Durante esta Cuaresma no voy a cotillear sobre los demás, no voy a charlar de manera superficial ... Y eso lo podemos hacer todos, todos. Este es un hermoso ayuno”.

“El segundo domingo de Cuaresma - dijo - nos invita a contemplar la transfiguración de Jesús en el monte, frente a tres de sus discípulos (cf. Mc 9, 2-10). Poco antes, Jesús había anunciado que en Jerusalén sufriría mucho, que sería repudiado y condenado a muerte. Podemos imaginar lo que debe haber ocurrido entonces en el corazón de sus amigos más cercanos: la imagen de un Mesías fuerte y triunfante entra en crisis, sus sueños se hacen añicos y la angustia los asalta al pensar que el Maestro en el que habían creído sería ejecutado como los peores delincuentes. Precisamente en ese momento, con esa angustia en el alma, Jesús llama a Pedro, Santiago y Juan y los lleva con Él a la montaña”.

“Aquí transfigura ante ellos. Su rostro radiante y sus vestiduras resplandecientes, que anticipan su imagen de Resucitado, ofrecen a esos hombres asustados la luz de la esperanza para atravesar las tinieblas: la muerte no será el final de todo, porque se abrirá a la gloria de la Resurrección”.

“Como exclamó el apóstol Pedro (cf. v. 5) en ese momento, es hermoso quedarse con el Señor en la montaña, experimentar ese 'anticipo' de la luz en el corazón de la Cuaresma. Es una invitación para que recordemos, sobre todo cuando estamos atravesando una prueba difícil, que el Señor ha resucitado y no permite que la oscuridad tenga la última palabra. A veces tenemos que pasar por momentos de oscuridad en la vida personal, familiar o social, y tenemos miedo de que no haya una salida. Nos sentimos atemorizados ante los grandes enigmas como la enfermedad, el dolor inocente o el misterio de la muerte. En el mismo camino de la fe, a menudo tropezamos con el escándalo de la cruz y las exigencias del Evangelio, que nos pide que dediquemos la vida al servicio y la perdamos por amor, en vez de reservarla para nosotros y protegerla. Por eso necesitamos otra mirada, una luz que ilumine en profundidad el misterio de la vida y nos ayude a ir más allá de nuestros esquemas y de los criterios de este mundo. Nosotros también estamos llamados a subir a la montaña, a contemplar la belleza del Resucitado que enciende destellos de luz en cada fragmento de nuestra vida y nos ayuda a interpretar la historia a partir de su victoria pascual”.

"Pero tengamos cuidado: ese sentimiento de ‘¡qué bien se está aquí!' no debe convertirse en pereza espiritual. No podemos quedarnos en la montaña y disfrutar solos de la felicidad de este encuentro. Jesús mismo nos lleva de regreso al valle, con nuestros hermanos y a la vida cotidiana. Debemos cuidarnos de la pereza espiritual: nosotros nos sentimos bien con nuestras oraciones y liturgias, y eso nos parece suficiente. ¡No! Subir la montaña no es olvidar la realidad; orar nunca es escapar de las dificultades de la vida; la luz de la fe no es para tener una hermosa emoción espiritual. Ese no es el mensaje de Jesús. Estamos llamados a hacer experiencia del encuentro con Cristo para que, iluminados por su luz, podamos llevarla y hacer que brille por todas partes. Encender pequeñas luces en el corazón de las personas; ser pequeñas lámparas del Evangelio que transmiten un poco de amor y esperanza: ésa es la misión del cristiano”.

Después de rezar el Ángelus, Francisco recordó que hoy se celebra el Día Mundial de las Enfermedades Raras. “En el caso de las enfermedades raras - dijo - es más importante que nunca la red de solidaridad entre los familiares que fomentan estas asociaciones. Ayuda no sentirse solos y a  intercambiar experiencias y consejos. Aliento a las iniciativas que apoyan la investigación y la atención, y expreso mi cercanía a los enfermos, a las familias, pero especialmente a los niños. Estar cerca de los niños enfermos, niños que sufren, orar por ellos, hacerles sentir la caricia del amor de Dios, la ternura ... Curar a los niños con la oración, también ... Con estas enfermedades que nunca se sabe qué son, o cuando hay un pronóstico bastante malo. Rezamos por todas las personas que padecen estas enfermedades raras, especialmente rezamos por los niños que sufren”.

 

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