21/11/2013, 00.00
VATICANO
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Papa: En medio oriente "sea respetado el derecho a una vida digna y a profesar libremente la propia fe"

Francisco encuentra a los participantes de la Asamblea de las Congregaciones de la Iglesias católicas orientales. "No nos resignemos a pensar al Medio Oriente sin cristianos". Toda la Iglesia está invitada a la oración que "desarma la ignorancia y genera diálogo alá donde el conflicto está abierto. Si será sincera y perseverante, rendirá vuestra voz humilde y firme, capaz de hacerse escuchar también por los responsables de las Naciones.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) -  Preocupado por la situación de los cristianos en Medio Oriente, "el Obispo de Roma no habrá paz hasta que hayan hombres y mujeres, de cualquier religión, golpeados en su dignidad, privados de los necesario para sobrevivir, saqueados de su futuro, obligados  a la condición de prófugos y refugiados".

De aquí el pedido del Papa Francisco "junto a los Pastores de las Iglesias de Oriente", "para que sea respetado el derecho de todos a una vida digna y poder profesar la propia fe. No nos resignemos  a un Medio Oriente sin cristianos, que desde hace dos mil años confiesan el nombre de Jesús, injertados como ciudadanos a pleno título en la vida social, cultural y religiosa de la nación a la cual pertenecen"

Ocasión de llamada de francisco en un doble encuentro, antes con los patriarcas y los arzobispos mayores católicos orientales, recibidos esta mañana en la Sala del Consistorio en el Vaticano y luego con todos los participantes en la plenaria de la Congregación para las Iglesias orientales, en curso del desarrollo sobre el tema "Las Iglesia Orientales Católicas a 50 años del Concilio Ecuménico Vaticano II".

"El dolor de los más pequeños y los más débiles- añadió el Papa a los presentes en la asamblea- con el silencio de las víctimas, que ponen una insistente pregunta: "¿Cuánto queda de la noche" (Is 21,11). Continúan vigilantes, como los centinelas bíblicos, seguros de que el Señor no nos hará faltar su santa ayuda. Me dirijo, por lo tanto, a toda la Iglesia para exhortarla  a la oración, que sabe obtener del corazón misericordioso de Dios la reconciliación y la paz. La oración desarma la ignorancia y genera un nuevo diálogo allí donde el conflicto está abierto. Si será sincera y perseverante, hará que nuestra voz humilde y firme sea capaz de hacerse escuchar aún por los Responsables de las Naciones".

En el precedente encuentro con los 11 patriarcas- el Papa había indicado lo que caracteriza  a los responsables de las Iglesias orientales: "custodiar al interior de cada singular Iglesia la unidad y con el Papa ofrecer un "testimonio creíble", buscando siempre "la justicia, la fe, la caridad, la esperanza y la humildad" y con un "estilo de vida sobrio a imagen de Cristo, que se despojó para enriquecerse con su pobreza"

La unidad que - dijo el Papa- son llamados a realizar en vuestras Iglesia particulares, respondiendo al don del Espíritu, encuentra natural y plena expresión en la "unión indefectible con el Obispo de Roma" (Ibid)". Una unión y una fidelidad, agregó en el sucesivo encuentro y discurso a los participantes en la asamblea, alimentada 2también a caro precio" y no raramente con el martirio. ¡La Iglesia toda, está realmente agradecida por esto!".

El Papa también dijo que "escuchó de la viva voz de los Patriarcas y de los Arzobispos Mayores la situación de las diversas Iglesia orientales: el reflorecimiento vital de aquellas que por mucho tiempo fueron oprimidas por los regímenes comunistas; el dinamismo misionero de aquellas que se alimentan de la predicación del Apóstol Tomás, la perseverancia de aquellas que viven en Medio oriente, no raramente en condiciones de "pequeña grey", en ambientes marcados por hostilidades y conflictos".

"Para que nuestro testimonio sea creíble, estamos llamados a buscar siempre "la justicia, la piedad, la fe, la caridad, la paciencia y la humildad" (Ibidem, cfr. 2 Cor 8,9), al celo constante e incansable y a nuestra caridad, fraterna y paterna juntas, que los obispos, los presbíteros y fieles, especialmente si viven solos y emarginados, esperan de nosotros. Pienso sobre todo en nuestros sacerdotes necesitados de comprensión y sostén, también a nivel personal. Ellos tienen derecho de recibir nuestro buen ejemplo en las cosas que se refieren a Dios, como en otras actividades eclesiales. Nos piden transparencia en la gestión de los bienes y solicitud hacia cualquier debilidad y necesidad. El todo, en la más convencida aplicación de aquella auténtica praxis sinodal, que es distintivo de la Iglesia de Oriente".

Al final, un pensamiento para "Jerusalén, allá donde todos estamos espiritualmente (Salmo 87,4). Les deseo toda consolación para que pueda ser verdadera profecía de aquella convocación definitiva, de oriente a occidente, dispuesta por Dios".

 

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