04/02/2019, 19.26
VATICANO-EMIRATOS
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Papa en los Emiratos: promover la paz y reconocer par dignidad de todos los creyentes

En su intervención en el encuentro interreligioso de Abu Dhabi, Francisco afirma que las religiones deben negar de toda forma de apoyo a la violencia y a la guerra. Educación y justicia son “las alas” de la paz. La hermandad hermana, el derecho de ciudadanía, o sea igualdad entre los ciudadanos, libertad religiosa.

 

Abu Dhabi (AsiaNews) – Promover la paz, fundada sobre la fraternidad humana, es tarea de las religiones que deben negar de toda forma de apoyo a la violencia y a la guerra. Y que en base al mismo principio de hermandad deben estar en favor del derecho de ciudadanía igual para todos. Son los puntos centrales afirmados por el Papa Francisco en su largo discurso pronunciado hoy en el encuentro interreligioso que ve unidos en Abu Dhabi, en los Emiratos Árabes a cerca de 700 exponentes religiosos.  

Afirmaciones delicadas, como sobre la ciudadanía y sobre la paridad de derechos en un mundo islámico que las niega- también con referencias al Corán- y en el cual, por ejemplo, los no musulmanes tratados mejor son “dhimmi”, o sea “protegidos, el que da a ellos algunos derechos, pero no todos, y los obliga a pagar la “jizya”, un tributo debido a los musulmanes. Análogas consideraciones se pueden hacer sobre la libertad de religión, reducida, donde es posible- como en los Emiratos-, a libertad de culto, o sea una práctica privada.

Pero fue sobre todo la paz, en un país comprometido en el conflicto yemenita, el tema afrontado por el Papa en los encuentros de hoy por la tarde en Abu Dhabi. El primero, privado, a las 16.45 locales (12.45 GMT) con el Muslim Council of Elders, en la Gran mezquita del jeque Zayed. Según cuanto referido por el director interino de la Sala de prensa de la Santa Sede, Alessandro Gisotti, “el encuentro con el Santo Padre con el Muslim Council of Elders duró casi 30 minutos” y se “desarrolló en un clima particularmente cordial y fraterno, en el cual fue subrayada la importancia de la cultura del encuentro para reforzar el compromiso para el diálogo y la paz”.

Francisco siempre acompañado por el Gran imán de Al-Azhar, Ahmad Muhammad Al-Tayyib (en la Foto), máxima autoridad espiritual del mundo sunita y también por los ministros de Exteriores, de la Tolerancia y de la Cultura, luego se dirigió al Founder’s Memorial para el encuentro interreligioso.

El Papa partió de la afirmación que, como Dios para preservar a la humanidad de la destrucción pidió a Noé que entrase en el arca con su familia, hoy “para salvaguardar la paz, necesitamos entrar juntos, como una única familia, en un arca que pueda atravesar los mares en la tempestad del mundo: el arca de la fraternidad. El punto de partida es reconocer que Dios está en el origen de la familia humana. Él, que esel Creador de todo y de todos, quiere que vivamos como hermanos y hermanas, habitando en la casa común de la creación que él nos ha dado. Aquí, en las raíces de nuestra humanidad común, se fundamenta la fraternidad como una «vocación contenida en el plan creador de Dios». Nos dice que todos tenemos la misma dignidad y que nadie puede ser amo o esclavo de los demás”.

"No se puede honrar al Creador sin preservar el carácter sagrado de toda persona y de cadavida humana: todos son igualmente valiosos a los ojos de Dios de hecho “no mira a la familia humana con una mirada de preferencia que excluye, sino con una mirada benevolente que incluye. Por lo tanto, reconocer los mismos derechos a todo ser humano es glorificar el nombre de Dios en la tierra”.

“Por lo tanto, en el nombre de Dios Creador, hay que condenar sin vacilación toda forma de violencia, porque usar el nombre de Dios para justificar el odio y la violencia contra el hermano es una grave profanación. No hay violencia que encuentre justificación en la religión"

“La fraternidad ciertamente «expresa también la multiplicidad y diferencia que hay entre los hermanos, si bien unidos por el nacimiento y por la misma naturaleza y dignidad». Su expresión es la pluralidad religiosa. En este contexto, la actitud correcta no es la uniformidad forzada ni el sincretismo conciliatorio: lo que estamos llamados a hacer, como creyentes, es comprometernos con la misma dignidad de todos, en nombre del Misericordioso que nos creó y en cuyo nombre se debe buscar la recomposición de los contrastes y la fraternidad en la diversidad”.

“Si creemos en la existencia de la familia humana, se deduce que ésta, en sí misma, debe ser protegida. Como en todas las familias, esto ocurre principalmente a través de un diálogo cotidiano y efectivo. Presupone la propia identidad, de la que no se debe abdicar para complacer al otro. Pero, al mismo tiempo, pide la valentía de la alteridad, que implica el pleno reconocimiento del otro y de su libertad, y el consiguiente compromiso de empeñarme para que sus derechos fundamentales sean siempre respetados por todos y en todas partes. Porque sin libertad ya no somos hijos de la familia humana, sino esclavos. De entre las libertades me gustaría destacar la religiosa. Esta no se limita solo a la libertad de culto, sino que ve en el otro a un verdadero hermano, un hijo de mi propia humanidad que Dios deja libre y que, por tanto, ninguna institución humana puede forzar, ni siquiera en su nombre”.

Volviendo a la paz, ella necesita de las “alas” de la educación y de la justicia. “También la educación sucede en la relación, en la reciprocidad. “También la educación acontece en la relación, en la reciprocidad. Junto a la famosa máxima antigua “conócete a ti mismo”, debemos colocar “conoce a tu hermano”: su historia, su cultura y su fe, porque no hay un verdadero conocimiento de sí mismo sin el otro. Como hombres, y más aún como hermanos, recordémonos que nada de lo que es humano nos puede ser extraño. Es importante para el futuro formar identidades abiertas, capaces de superar la tentación de replegarse sobre sí mismos y volverse rígidos.Invertir en cultura ayuda a que disminuya el odio y aumente la civilización y la prosperidad.La educación y la violencia son inversamente proporcionales”.
“La justicia es la segunda ala de la paz, que a menudo no se ve amenazada por episodios individuales, sino que es devorada lentamente por el cáncer de la injusticia”.

La paz y la justicia son inseparables! El profeta Isaías dice: «La obra de la justicia será la paz» (32,17). La paz muere cuando se divorcia de la justicia, pero la justicia es falsa si no es universal. Una justicia dirigida solo a miembros de la propia familia, compatriotas, creyentes de la misma fe es una justicia que cojea, ¡es una injusticia disfrazada!.

“Aquí, en el desierto, -agregó Francisco se ha abierto un camino de desarrollo fecundo que, a partir del trabajo, ofrece esperanzas a muchas personas de diferentes pueblos, culturas y credos. Entre ellos, también muchos cristianos, cuya presencia en la región se remonta a siglos atrás, han encontrado oportunidades y han contribuido de manera significativa al crecimiento y bienestar del país. Además de las habilidades profesionales, os brindan la autenticidad de su fe. El respeto y la tolerancia que encuentran, así como los lugares de culto necesarios donde rezan, les permiten esa maduración  espiritual que luego beneficia a toda la sociedad. Los animo a que continúen en este camino, para que aquellos que viven o están de paso preserven no solo la imagen de las grandes obras construidas en el desierto, sino también de una nación que incluye y abarca a todos”.

“En este mismo espíritu deseo que, no solo aquí, sino en toda la amada y neurálgica región de Oriente Medio, haya oportunidades concretas de encuentro: una sociedad donde personas de diferentes religiones tengan el mismo derecho  de ciudadanía y donde solo se le quite ese derecho”.

“Una convivencia fraterna basada en la educación y la justicia; un desarrollo humano, construido sobre la inclusión acogedora y sobre los derechos de todos: estas son semillas de paz, que las religiones están llamadas a hacer brotar. A ellos les corresponde, quizás como nunca antes, en esta delicada situación histórica, una tarea que ya no puede posponerse: contribuir activamente a la desmilitarización del corazón del hombre. La carrera armamentística, la extensión de sus zonas de influencia, las políticas agresivas en detrimento de lo demás nunca traerán estabilidad. ¡La guerra no sabe crear nada más que miseria, las armas nada más que muerte!”.

“La fraternidad humana nos exige, como representantes de las religiones, el deber de desterrar todos los matices de aprobación de la palabra guerra. Devolvámosla a su miserable crudeza. Ante nuestros ojos están sus nefastas consecuencias. Estoy pensando de modo particular en Yemen, Siria, Irak y Libia. Juntos, hermanos de la única familia humana querida por Dios, comprometámonos contra la lógica del poder armado, contra la mercantilización de las relaciones, los armamentos de las fronteras, el levantamiento de muros, el amordazamiento de los pobres; a todo esto nos oponemos con el dulce poder de la oración y con el empeño diario del diálogo. Que nuestro estar juntos hoy sea un mensaje de confianza, un estímulo para todos los hombres de buena voluntad, para que no se rindan a los diluvios de la violencia y la desertificación del altruismo. Dios está con el hombre que busca la paz. Y desde el cielo bendice cada paso que, en este camino, se realiza en la tierra”.

 

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