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JAPON-VATICANO
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Papa en Japón: El homenaje a los mártires de Nagasaki y a aquellos de hoy

El Papa Francisco visita y reza delante del Memorial de los mártires en la colina de Nishizaki. Un lugar que narra “la oscuridad de la muerte y del martirio”, pero “anuncia también la luz de la resurrección”. Los mártires japoneses inspiradores de la vocación misionera del Papa. “Hacer arder continuamente el celo evangelizador”. Pedido por la libertad religiosa en Asia y en el mundo. 

 

Nagasaki (AsiaNews) – La visita al Monumento de los mártires de Nagasaki – que recuerda la crucifixión de Pablo Miki y otros 25 compañeros, entre los cuales 3 niños – inaugura la primera  jornada llena del viaje del Papa Francisco en Japón. Esta es la ocasión para hablar de los mártires del pasado, pero también de los mártires de hoy y hacer un pedido por la libertad religiosa, un derecho que en Asia es conculcado en la mayoría de los países.

A la llegada a la colina de Nishizaki durante el final de la mañana, el pontífice fue recibido por el director, el p. Domenico Vitali, que en los días pasados explicó a AsiaNews el valor del Monumento y del museo a este conectado. Una familia le ofreció flores que el Papa depuso delante del Memorial. Un descendiente de los mártires le hace entrega de una vela que Francisco enciende como signo de “luz”. “Así, aquí -dijo después- está la oscuridad d la muerte y del martirio, pero se anuncia también la luz de la resurrección, donde la sangre de los mártires se vuelve semilla d la vida nueva que Cristo nos quiere donar a todos nosotros”.

Desde un punto de vista personal, este es quizás el punto culminante del viaje del Papa que de joven jesuita quería ser misionero justamente en el país del Sol Naciente. Él lo recuerda en su saludo: “vengo a este monumento dedicado a los mártires para encontrarme con estos hombres y mujeres santos y quiero hacerlo con la pequeñez de aquel joven jesuita que venía ‘de los confines de la tierra’ y encontró una profunda fuente de inspiración y de renovación en la historia de los primeros misioneros y mártires japoneses. ¡No olvidemos el amor de su sacrificio! Que no quede una gloriosa reliquia de hazañas pasadas, bien conservada y honrada en un museo, sino sea memoria y fuego vivo del alma de cada apostolado en esta tierra, capaz de renovar y hacer arder continuamente el celo evangelizador”.

Francisco recuerda también la visita realizada por su predecesor: “Juan Pablo II vio a este lugar no sólo como el monte de los mártires, sino como un monte de las bienaventuranzas, donde podemos percibir el testimonio d hombres llenos del Espíritu Santo (cfr Exhort, ap. Gaudete el exultate, 65). Porque aquí la luz del Evangelio brilló en el amor que triunfaba sobre la persecución y la espada. Este lugar es ante todo un monumento que anuncia la Pascua, ya que la última palabra-no obstante todas las pruebas contrarias-no pertenece a la muerte, sino a la vida. No estamos llamados a la muerte, sino a una Vida en plenitud; ellos lo han anunciado”.

El pensamiento va luego a los mártires de nuestro tiempo. El Papa no cita ninguna nación, pero cerca de Japón está Corea del Norte y los de China que entran en su definición y más lejos los muchos perseguidos por el fundamentalismo. “Hermanos- dice- en este lugar nos unimos también a los cristianos que en tantas partes del mundo hoy sufren y viven el martirio a causa de la fe. Mártires del Siglo XXI, que nos interpelan con su testimonio para que tomemos, con valentía, el camino de las Bienaventuranzas. Recemos por ellos y con ellos y elevemos las voces también contra la manipulación de las religiones, obrada “por las políticas del integralismo y división y por los sistemas de ganancia inmoderado y por las tendencias ideológicas odiosas, que manipulan las acciones y los destinos de los hombres”. (Documento sobre la fraternidad humana, Abu Dhabi, 4 de febrero de 2019)”.  

Después de haber recitado el Ángelus y antes de partir para celebrar la misa en el Estadio de Béisbol, al Papa le ofrecieron una imagen del beato Giuliano Nakaura, un joven noble japonés que formó parte de la histórica misión diplomática a Roma en 1585 y que se hizo jesuita, murió mártir durante la persecución de los cristianos. Él forma parte de los 188 mártires japoneses beatificados en nagasaki en el año 2008.

 

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