24/12/2014, 00.00
COREA DEL SUR
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Navidad en Corea entre los inmigrantes, para poner al hombre en el primer lugar

El p. Maurizio Giorgianni, Omi, está en Corea del Sur desde casi 22 años, entre los inmigrantes regulares e ilegales. La visita del Papa Francisco y la Navidad "tienen un común mensaje, útil para toda la sociedad coreana: el hombre debe volver a ser el centro de la sociedad y del desarrollo". Las fiestas transcurridas con quien tiene la visa vencida: "Trato de serles amigo y construir relaciones verdaderas y sinceras".

Gwangju (AsiaNews)- aquí en Corea, el mensaje de esperanza de la Navidad se concentra sobre la dignidad del hombre: "Sobre todo aquí, donde la competencia y el desarrollo económico arriesgan el aplastar al ser humano y en modo particular a los inmigrantes. He aquí porque, confortados por la visita del Papa Francisco, debemos obrar para reponer al hombre en el centro de la sociedad y del desarrollo". Lo dice a AsiaNews el p. Maurizio Giorgianni, misionero Oblato de María Inmaculada, que llegó a Corea en 1993.

Contando sobre su vida, el p. Maurizio dice: "Fui ordenado en 1991 y luego de un año y medio me dieron el destino. En práctica casi todo mi ministerio sacerdotal, al menos hasta ahora, lo desarrollé en Corea. Bromeando varias veces digo que yo también soy un coreano".

Desde su llagada al país asiático ha trabajado en diversos campos, pero desde el 2006 su pastoral se concentró con los trabajadores inmigrantes que eligen a la península en busca de trabajo: "Desde 2007, me ocupo en particular del Centro inmigrantes de Gwangju, una pequeña ciudad no lejos de Seúl que está dentro de la diócesis de Suwon. El centro es frecuentado en su mayor parte por filipinos. Estos emigrantes trabajan casi todos en fábricas y algunos de ellos (casi un 30%) tienen la visa vencida. Según la ley de inmigración coreana, de hecho, un extranjero no puede permanecer en el país por más de 7 años, aunque tenga un contrato de trabajo". Al finalizar el contrato, normalmente debería volver a la patria de origen: "Pero muchas veces, entre el volver a una situación de pobreza absoluta y el permanecer en la clandestinidad con un sueldo, la elección más común es la de permanecer".

En este contexto, el Adviento y la Navidad son períodos especiales: "La visita del Papa a Corea del Sur, en el pasado agosto, trajo mucha esperanza: no sólo a los católicos, sino a toda la sociedad. Francisco, con sus palabras y sobre todo con su gesto, reclamó a todos a los valores de la verdad, de la honestidad y de la ayuda hacia los que sufren. El pontífice puso la atención sobre la importancia de no ser indiferente delante del hombre, en cualquier circunstancia".

Este mensaje "es particularmente centrado para la situación coreana. La gente busca la verdad y la honestidad, sobre todo en la clase dirigente, y busca la solidaridad hacia quien sufre. Un ejemplo de esta sed surge después de la tragedia del Sewol (el ferry hundido en abril de este año, una tragedia en la cual murieron más de 300 personas en su mayoría estudiantes, ndr). Hoy la población sufre no sólo por los muertos causados por el evento, sino y sobre todo porque las responsabilidades reales de la tragedia las ocultan continuamente con políticas para nada transparentes y plagadas de intereses que favorecen a los potentes y en contra de las clases débiles". Este estado de cosas dio un viraje notable con la visita de Francisco: "El Papa despertó las conciencias y mostró que la persona, y no la ganancia, debe ser puesto al centro".

El p. Maurizio continúa: "También yo, como todos los coreanos, vamos siempre corriendo. Por lo tanto el Adviento y la preparación de la Navidad la hago siempre con las personas que me están al lado. La mayor parte del tiempo las transcurro con los inmigrantes. Hacemos muchas actividades juntos, pero me di cuenta que a veces la actividad de masa dejan poco espacio para las relaciones personales. Por eso en el centro preparé 2 habitaciones, donde 4 o 5 personas pueden venir a pasar el fin de semana y descansar y salir del ambiente de la fábrica. Pueden prepararse la comida que más les gusta, invitar a sus propios amigos y estar en serenidad. Yo estoy con ellos y estoy muy contentos de verlo relajados. Con una relación simple se vuelve uno más amigo, más cercano".

Por esto, explica, "no siento que tenga que hacer un "plan pastoral" a propósito para ellos, sino más bien compartir con ellos esos momentos. Hablamos, nos reímos y nos educamos recíprocamente contándonos nuestras experiencias personales. A veces ellos hablan con el smarphone con sus familias y si estoy allí me presentan a sus hijos. De ahí nace una relación verdadera. Entendí que obrando así se crea una verdadera comunidad. Piensa que nos encontramos todos los sábados por la noche para rezar. A este pequeño grupo se unen otros, que después de haber terminado el trabajo quieren estar un poco con nosotros".

En esta óptica, el mensaje de esperanza de la Navidad para Corea "es la centralidad de la persona. Esto es según yo, el mensaje más importante. Aquí en Corea, lamentablemente la persona no me parece esté al centro, sino más bien absorbida por la colectividad. Además, esta es puesta en segundo plano frente la dinero, a la fuerte competición, al querer llegar siempre más arriba de los otros. Jesús en cambio nos dice que quien quiere ser el primero debe ponerse en el último lugar. La persona tiene una dignidad inmensa porque todo lo que se le hace a la persona se la hace a Él".

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