08/11/2018, 13.57
SIRIA
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Maristas de Alepo: las sanciones impiden una paz verdadera

de Georges Sabé*

Los religiosos cuentan sobre una ciudad que trata con mucho trabajo volver a la normalidad. Pero el objetivo de un retorno de los prófugos, es algo todavía lejano. La valentía y la fuerza de cuantos se quedaron. El deseo que el conflicto pueda cesar en todo el país. Muchas son las iniciativas de los cristianos en favor de la población: hombres, mujeres y niños.

 

Alepo (AsiaNews)- El retorno de los refugiados y de cuántos se escaparon de las violencias “habría significado el fin de la guerra” y, sobre todo, el “retorno a la vida”. Sin embargo, también frente a la reunificación de la ciudad, restauración de los servicios de base (electricidad y agua), sigue siendo central la necesidad de “reavivar la llama de la esperanza”, porque de otro modo no será posible detener “el flujo de personas que dejan el país” que “continúa” aún hoy. Es cuanto cuentan los Maristas azules, en la 34 Carta desde Alepo y enviada para su conocimiento a AsiaNews. Además de los programas de ayudas a la población queda como “esencial” el cuidado de la “persona humana”, la paz “en el entero país” y el fin de las sanciones de Occidente.
A continuación publicamos una amplia síntesis del testimonio contenida en la Carta de Alepo, número 34. Traducción del francés a cargo de AsiaNews.

En estas últimas semanas, hemos visto llegar a muchos amigos que habían abandonado el país durante la guerra. A menudo venían solos. Ver las persianas de sus casas abiertas o encontrarlos por la calle, despertaba en nosotros la esperanza; la esperanza por largo tiempo esperada, de la vuelta de ellos que habría significado la finalización de la guerra, el fin de la pesadilla de la emigración y sobre todo el retorno a la vida.

Los hemos acompañado a dar vuelta por la ciudad. Nos convertimos en guías turísticos del mercado devastado y de los barrios destruidos por el odio. Pudimos explicar el sufrimiento de cuantos han debido quedarse. Muchos expresaron su asombro frente a su voluntad de vivir y sobrevivir. Y a nuestra pregunta: “¿Piensan quedarse?”, la respuesta negativa o disimulada nos trae a la amarga realidad de la emigración.

Es verdad que en diciembre de 2016 se escribió la palabra fin a la división de la ciudad en dos partes. Y es verdad que, desde entonces, la reconstrucción se convirtió en un objetivo prioritario del gobierno y de la población. Y es aún cierto que centenares de familias que habían escapado de la parte oriental de la ciudad y a los cuales les habían destruido la casa o la dejaron inhabitable, decidieron volver. En concreto, es verdad que los servicios de base como el agua y la electricidad están en gran parte mejorados.

Pero queda el punto esencial: la persona humana. Quién hizo la guerra y quién la sufrió. ¿Qué quedó de estas personas y en cuáles condiciones está el espíritu de ellos? ¿Está aún equilibrado? ¿Cómo remediar las heridas de la guerra? ¿Cómo caminar hacia la reconciliación? ¿Cómo reaccionar a la violencia de algunas personas? ¿Cuál camino de recuperación y de educación deben seguir los niños, víctimas de la guerra? ¿Cuál discernimiento propone a los jóvenes, en edad de tomar decisiones para el futuro? ¿Cómo sostener la integridad de las parejas y de su hogar? Y sobre todo, ¿cómo reavivar la llama de la esperanza?

Queda también la esperanza que la paz pueda reinar en todo el país y que no queden más algunos restos de guerra, como en la provincia de Idlib y en el campo al oeste de Alepo y en el nordeste de Siria. Y además hay todavía centenares de miles de familias que continúan viviendo en tiendas, en los campos prófugos, dentro de las fronteras o en las naciones limítrofes.

Al Occidente le corresponde la decisión de remover las sanciones que afectan a la población. El representante especial de las Naciones Unidas, que realizó una visita a Damasco recientemente, en referencia a los efectos negativos de las medidas coactivas unilaterales y en tema de derechos humanos declaró: “Estoy profundamente preocupado porque las medidas coactivas unilaterales contribuyen a agravar los sufrimientos del pueblo sirio (...) es difícil creer que estas puedan alentar la transición hacia la democracia”.

Nuestros amigos que volvieron, justo por un momento, para poner en orden sus casas o resolver algunos problemas que quedaron en suspenso, vuelven a partir dejándonos una gran cuestión irresuelta: “¿Estaremos obligados a dejar el país?”. Por lo demás el flujo de familias o de personas que desean o que dejan el país ciertamente no se detuvo.

Mientras tanto continúan los programas educativos, de desarrollo humano iniciados hace años, tratando al mismo tiempo de crear oportunidades de trabajo. El mes de septiembre fue dedicado a la formación de los docentes de nuestros dos programas educativos “Quiero aprender” y “aprender a crecer”.  Soumaya Hallak, suiza de origen siria, los formó en la terapia post-traumática a través de la música y el uso de su cuerpo. Bahjat Azrieh, psicólogo, los inició en las “competencias de la vida”. Al final, Verónica Hurtubia de la Universidad católica de Milán, en colaboración con la Oficina internacional católica de la infancia (BICE), dirigió una primera etapa de la formación sobre el tema de la resilencia.

Los 90 niños de “Quiero aprender”, comenzaron su año lectivo a inicios de octubre. Los 55 niños de “Aprender a crecer”, se les agregaron hacia fin de meses. Durante todos los meses de verano, sus educadores dieron vida a un nuevo programa modelado sobre las situaciones que se encontraban viviendo nuestros niños.

Un nuevo equipo vino a potenciar nuestro trabajo psico-educativo. Se trata de “Seeds”. Cinco personas trabajan en contacto con grupos de edad diversa; de los pre-escolares a los adultos, pasando por jóvenes y adolescentes. El programa “Desarrollo de la mujer” reúne a unas 40 mujeres en ocasión de momentos semanales de formación sobre temas importantes como la salud, la psicología, la cocina...

Con los programas de micro-desarrollo (...) hemos financiado hasta ahora 70 proyectos.

Continúan las iniciativas en el campo sanitario. Nosotros, los maristas azules de Alepo, junto a otras asociaciones caritativas, ayudamos a los enfermos para hacerse curar o comprar los remedios que necesitan. Y luego todos los miércoles y el domingo una veintena de nuestros voluntarios vamos al campo prófugos de “Al Shahaba”, situado a unos 25 Km de Alepo. En las tiendas dentro del campo se alojan unas 120 familias. Nuestra presencia y nuestro obrar mejoraron sus condiciones de vida. Los más pequeños tienen momentos de juego y hacen ejercicios físicos. Los más grandes que están en edad escolar, aprenden a leer y a escribir. Los adolescentes son seguidos por un grupo de voluntarios que les permite reflexionar sobre temas que se refieren a su propia vida y su condición de evacuados. ¡La Navidad se acerca! Y trae consigo la esperanza de la paz y de la reconciliación. Para nuestra ciudad de Alepo, para nuestro país, Siria, para nuestro pueblo, esperemos que la Navidad sea un tiempo de encuentro y no de despedidas.  

Trabajamos para que la civilización del amor y de la paz reine en nuestra tierra y en los corazones-

*Hermano Marista azul de Alepo
 

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