Corte suprema paquistaní absuelve a un hombre acusado de blasfemia después de 18 años de cárcel
Wajih ul Hassan había sido condenado a muerte en 2002. Después de la sentencia fue confirmada por la Corte suprema de Lahore. Educador. “¿Quién le devolverá los 18 años de vida? ¿La sociedad y el Estado reformularán la ley? La respuesta es no. Por esto imploramos el perdón a su familia”.
Islamabad (AsiaNews)- La Corte suprema de Pakistán absolvió a un hombre acusado de blasfemia que transcurrió 18 años en la cárcel. Wajih ul Hassan había sido condenado a muerte en 2002 por un tribunal de Lahore por ultraje al profeta Mahoma según la sección 295 C del Código penal paquistaní. A AsiaNews, algunos activistas laicos expresan satisfacción por la absolución y desagrado por Hassan, encerrado por tantos años por un hecho que no cometió. Hamra Arshad, educador y periodista, declara: “El homicidio es el crimen más grave, pero es hasta peor detener a una persona inocente detrás de las rejas por 18 años”.
El 25 de septiembre el tribunal compuesto por 3 jueces, guiados por Sajjad Ali Shah, estableció que las pruebas presentadas contra el condenado no son suficientes para mandarlo al patíbulo y estableció la liberación. Por el momento el hombre se encuentra todavía en la cárcel de Kot Lakhpath. Los jueces han reafirmado que en casos tan controvertidos, donde la prueba “maestra” era una presunta carta blasfema, debe prevalecer “la presunción de inocencia”.
Hashir Ibne Irshad, director de EXIST Communications, subraya: “Después Rimsha Masih y Asia Bibi, Wajih ul Hassan es la tercera víctima absuelta de la acusación de blasfemia por una corte superior. Raramente los tribunales de grado inferior absuelven a las víctimas. Los procesos son muy caros y los familiares de los acusados llegan a vender todo lo que poseen, viviendo en la indigencia y en el dolor constante”. El escritor lanza una provocación. “Debe ser reformado el sistema procesal de los casos de blasfemia y establecido que ambos-acusado y acusador- deben permanecer en la cárcel durante el proceso. A este punto creo que ninguno más haría falsas denuncias”. En Pakistán, subraya: “el sistema judicial está lleno de defectos e incoherencias. Los tribunales no son tribunales ni ecuos. Las leyes sobre la blasfemia son aplicadas para resolver disputas personales. Hay decenas de ejemplos que lo prueban. Incluso a veces los tribunales superiores establecen la liberación después de años de cárcel, sin saber ni siquiera que el presunto culpable ya murió mientras estaba en la prisión.
Michelle Chaudhary, directora ejecutiva de la “Cecil and Iris Chaudhary Foundation”, dice: “¿Según vosotros, se hizo justicia? Una persona transcurrió 18 largos años de su vida en el brazo de la muerte por un crimen que no había cometido. Un crimen que (sus acusadores) ni siquiera lograron probar en el tribunal. ¿Ahora que sucede a quien lo había acusado falsamente? Es tiempo de considerar responsable también a quien denuncia. Si el crimen no existía, ¿por qué un tribunal los condenó a muerte? ¿Y por qué luego la sentencia fue confirmada por la Corte Suprema de Lahore?”.
Según Bilal Warraich, activista y defensor de oficio, “en Pakistán las leyes sobre la blasfemia son tan draconianas en su naturaleza que las multitudes toman la ley en sus manos y los acusados son linchados a muerte, o son obligados a languidecer en las cárceles por años sin poder hacer recurso a la justicia. Wajih ul Hassan y Asia Bibi son solo 2 ejemplos: hay centenares de ciudadanos inocentes encarcelados, sus casos están en suspenso, los abogados están obligados a escapar al exterior para salvar sus vidas, ya desde el homicidio del abogado y activista Rashid Rehman. Antes de él, el gobernador de Punjab, Salman Taseer fue asesinado por su guardaespaldas porque pedía la reforma de las leyes sobre la blasfemia”. El abogado considera que sea “interesante subrayar que la ‘espada’ de la blasfemia no castiga sólo a las minorías, sino también a los musulmanes. Controversias por los terrenos, el dinero y el ‘honor’ se convierten en proyectiles de plata para las leyes sobre la blasfemia. Como abogado, considero que estas normas sean repugnantes para el verdadero espíritu de la Constitución que sostiene la igualdad en el Art. 10 A del capítulo 2”.
El educador Hamza Arshad está desilusionado: “Podría ser chocante para el mundo civilizado, pero en nuestro país esto es rutina. Nuestras prisiones pululan de inocentes encerrados a causa de un sistema judicial penoso. El largo y doloroso encarcelamiento de Wajih ul Hassan nos recuerda que la ley es usada para perseguir a los ciudadanos. Se puede sólo imaginar el horror probado por este hombre, los que él debe haber pensado a la sombra de la horca que le esperaba, el sufrimiento sin fin de la familia, la humillación y la amenaza probadas por la comunidad. Ahora que la Corte suprema lo absolvió, ¿quién le devolverá los 18 años de vida? ¿Le permitirán vivir una vida normal en medio de la gente? El abogado que presentó la denuncia ¿será arrestado o procesado? ¿La sociedad y el Estado reformularán las leyes? La respuesta es no. Por esto imploramos el perdón de la familia de Wajih ul Hassan, porque el Estado y la sociedad no harán nada para rescatarlos”.